Dicen que es el último grito en los salones más prestigiosos de la alta sociedad europea, que no eres nadie si no lo practicas al menos una vez por semana. Dicen también que hacerlo es elegante, distinguido y refinado, pero sobre todo eficiente, económico y respetuoso con la biodiversidad. Hablo, o hablan, faltaría más -lo pone en el título de la entrada- del reposteo, aka repostaje. Por si no lo conocéis, se trata de un protocolo de actuación bloggera desarrollado allá por la primavera de 1913 por los científicos de la Sociedad de los poétas vagos del estado de Illinois (The Vague Poets Society of State of Illinois) que consiste básicamente en recuperar entradas antiguas que por su especial interés, o por haber pasado a mejor vida sin pena ni gloria, o simplemente porque no hay ganas de escribir nada nuevo bajo el sol, merecerían realmente una segunda oportunidad, otra vida despues de la vida. Al fin y al cabo, como Lázaro, todos merecemos conocer más muerte que nuestra primera muerte, a ser posible cada una más cruel que la anterior. En mi caso, o en el caso de mi blog, como ejerzo, o como ejerce, el vicio de las vidas paralelas puedo, o puede, ensayar también la manía de las muertes cruzadas. O sea, que al igual que vengo haciendo desde hace tiempo en la otra dirección, desde hoy no sólo pienso fagocitar la entrañas de mi propio blog, sino que también lo haré con las visceras que he ido esparciendo en otros lugares.
Así que quedáis avisados: repostaje y repostaje cruzado. Es lo que toca.
Así que quedáis avisados: repostaje y repostaje cruzado. Es lo que toca.
¿Y el resto qué...?