jueves, 24 de febrero de 2022

The League Of Extraordinary Gentlemen: Century (1910, 1969 y 2009) de Alan Moore y Kevin O'Neill

 


 Mantiene la unidad temática pero evidentemente no hablamos de un único volumen sino de una trilogía. Y es que aunque la trama sea común el resultado es muy desigual entre las partes. De ellas me quedo claramente con 1910, una ópera de papel al ritmo de las canciones de la Ópera de tres centavos de Bertolt Brecht, donde además el arte de Kevin O'Neill raya a su más alto nivel. Así mismo se nos presenta al personaje de Janni Dakkar, que después protagonizará la trilogía de novelas gráficas de Nemo. El leitmotiv que da unidad a las tres partes es el plan de Oliver Haddo para crear un anticristo y llevar al mundo al apocalipsis -el enésimo en la obra de Moore-, pero en 1910  apenas alcanza a ser una anecdota lateral, centrándose en las peripecias de la hija del capitán Nemo en su intento infructuoso por escapar del legado opresivo de su padre. Entre las curiosidades de esta primera parte, el papel que otorga Moore a Mackie el navaja, a medio camino entre el que le asignara el propio Brecht y el del destripador de Whitechapel. También me atrae el final sangriento que arrasa con los muelles de Londres.

Por su parte en 1969 parece imperar la divisa Sexo, magia y Rock & Roll. Y es que en plena era hippie la música sigue siendo un elemento fundamental del tebeo, aunque pierde presencia en comparación con su predecesora 1910. A cambio toma relevancia los planes mágicos de Haddo, que conspira ahora para hacerse con el cuerpo de Terner -Turner en la película Perfomance de Nicolas Roeg- , lider de la Purple Orchestra y alter ego de Mick Jagger y sus Rolling Stone. Todo ello aderezado con modelitos y peinados sesenteros, el desprejuiciado sexo de la época, pastillas de taduki, psicodelia y viajes astrales. Una combinación algo indigesta que va preparando al lector para la resolución en 2009.

Y digo que va preparando al lector porque esta tercera parte es aun más barroca que la anterior. Hay que advertir que, seamos honestos, una segunda lectura coloca todos los elementos en su lugar y hace más digerible los detalles, como es habitual en la serie, pero la primera lectura es complicada. Máxime cuando de repente aparece un gigante calvo con muchos ojos en la frente que por lo visto es Harry Potter y que se saca porque sí la chorra -en verdad porque es su barita mágica- y dispara rayos fulminantes por ahí y se carga a Allan Quatermain y después baja Mary Poppins en persona -que además posiblemente sea Dios mismo- y convierte a Harry Potter en un dibujo de tiza... Pero es cierto, colocados todos los detalles en su sitio, ya sea con el apoyo de páginas anotadas de internet, la cosa más o menos funciona. Desgraciadamente a estas alturas ya se ha perdido gran parte de la diversión y la frescura que caracterizaban al primer volumen.

 



¿Y el resto qué...?

miércoles, 16 de febrero de 2022

The League Of Extraordinary Gentlemen: Dossier Negro, de Alan Moore y Kevin O'Neill

 


  Y aquí empiezan los problemas... No tanto por la sobreabundancia de referencias literarias y cinematográficas, que haberlas haylas, sino más bien porque es el primer volumen cuya parte historietada no puede leerse de manera independiente de los anexos que acompañan a la novela gráfica. El paso entre el volumen I y el volumen II era los suficientemente suave como para permitir esa lectura autónoma: misma época, mismos personajes, información bien dosificada. Pero el paso al Black Dossier es desconcertante. Saltamos de época, los personajes cambian sin que en principio se nos explique nada -¿quién es este nuevo Allan Quatermain? ¿qué pasó con el anterior?-  y por cambiar cambiamos hasta de género. Del último volumen a este el tebeo transita de la aventura decimonónica hacia el género de espías propio del periodo de posguerra. Y es que como si fueramos espias somos nosotros mismos los que tenemos que rebuscar en la documentación del Dossier negro la información necesaria para completar los huecos de la parte historietada. Lo cual hace bastante más exigente su lectura, por no hablar de que entorpece mucho su ritmo.

 Ahora bien, ¿merece la pena este sobreesfuerzo? Diría que sí. Moore juega duro pero con honestidad y los anexos, que están integrados en la propia historia de modo que los vamos leyendo al mismo tiempo que los protagonistas, dibujan una vasta red ficcional que cubre los años intermedios de la liga, revela sus origenes y antecedentes, muestra a sus homólogos franceses y alemanes, descubre al equipo de Warralson, presenta personajes tan relevantes para el siguiente volumen como el/la inmortal Orlando o como el mago Oliver Haddo o da las claves para entender la trama de espionaje de la propia novela gráfica. En este sentido el Dossier negro ahonda en lo iniciado con el Nuevo Almanaque del Viajero del volumen II y da una medida de la complejidad del proyecto metaficcional de Moore. 

Por su parte la historia de espias cumple, introduce personajes como Emma Night y tiene sus momentos intensos, con James Bond como malo malísimo. El único pero que le pondría yo es que la parte del Mundo Llameante del final se me hace algo indigesta.

Resumiendo, un volumen exigente pero interesante.



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domingo, 13 de febrero de 2022

The League Of Extraordinary Gentlemen: Volumen II, de Alan Moore y Kevin O'Neill



Este segundo volumen no tiene el punch del primero, sobre todo por su final algo previsible, no por más consecuente con el relato original menos decepcionante. Pero el volumen, que consigue mantenerse dentro de la sencillez narrativa de la que después tanto adolecerá la serie, está jalonado de aciertos que lo siguen elevando a un lugar destacado dentro del conjunto del universo de "la liga". Los que más me gustan a mí:

 

*La evolución del personaje de Edward Hyde: 

Ya se apuntaba en el primer volumen que el alter ego de Henry Jekyll era algo más que una masa de músculos con muy malas pulgas. En este segundo volumen lo vemos más comedido, con más momentos íntimos -no lo digo solo por su affaire con Griffin-, más melancólico y enamoradizo y además capaz de los más altos sacrificios. Tanto que estoy por decir que acapara el espectáculo del volumen.


*Los maravillosos trípodes marcianos: 

Hyde es el protagonista de parte de los buenos. Los trípodes los son de parte de los malos. Y casi están a su altura. Magníficas todas y cada una de las escenas donde aparecen.


*El sensacional primer número:

 Ambientado en casi su totalidad en Marte y hablado en parte en marciano, este primer número es desde un punto de vista estético una verdadera delicia. Todo es hermoso en él, los paisajes del planeta rojo, las distintas razas marcianas, la guerra tumultuosa...


*El color de Benedict Dimagmaliw:

 Mucho rojo por todas partes.

 

*El impresionante currazo que hay detrás de El Nuevo Almanaque del Viajero:

Reconozco que a mí el complemento literario de este volumen se me hace algo indigesto pero no por ello puedo dejar de reconocer el exhaustivo trabajo realizado por Moore para cartografiar los territorios de la fantasía. No deja rincón mágico de los cinco continentes por explorar. Además aquí se pone la primera piedra para urdir una red de referencias metaliterarias que después se hará necesaria consultar para entender las subtramas del propio cómic.

Y eso es cuanto tengo que decir.



¿Y el resto qué...?

The League Of Extraordinary Gentlemen: Volumen I, de Alan Moore y Kevin O'Neill

 

 "Al imperio británico siempre le ha resultado difícil distinguir entre sus héroes y sus monstruos"

Campion Bond

 

No da puntada sin hilo Moore en la línea ABC. Y la "liga" no es una excepción. Leído con la perspectiva que otorga el tiempo este primer volumen  resulta ser el más redondo de toda la saga. 

Superado el deslumbramiento por la presentación de la brillante idea sobre la que se contruye la serie queda una aventura equilibrada, donde la superposición y entrecruzamiento de referencias literarias ni estorba ni resta protagonismo a las peripecias de los personajes. Cosa que no siempre se puede decir de la saga. Todo fluye con naturalidad aquí, desde el reclutamiento de los personajes al planteamiento del conflicto que los concita. Por no hablar de su resolución, de lo más entretenida. Y muy espectacular. De la parte final me gusta especialmente su magnífica ambientación de Limehouse, su dinámica batalla aerea y sus  seductores diseños de naves con la fantástica cavorita como motor. Muy atractivas también las apariciones de personajes como el doctor Fu-Manchú de Sax Rohmer, al que nunca se le nombra como tal, o el profesor James Moriarty de Conan Doyle.

Por ser redondo hasta el relato literario de "Allan y el velo rasgado" acompaña. El pulso narrativo de Moore no desmerece en una aventura que se lee con agrado y que está trufada de referencias que van desde La máquina del tiempo de Wells, al Aleph de Borges o Los mitos de Cthulu de Lovecraft.

Mención especial merece el delicioso ambiente victoriano con gotas de steampunk que construye el arte de Kevin O'Neill.

Lo dicho, un volumen redondo.



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lunes, 7 de febrero de 2022

Fashion beast, de Alan Moore, Malcom McLaren, Anthony Johnston y Facundo Percio

 

Por lo visto Fashion beast tiene el curioso honor de ser el único guion cinematográfico que ha realizado Alan Moore a lo largo de su carrera. Y a fe que se nota. En el buen sentido, porque la serie, magnificamente secuencializada por Anthony Johnston y correctamente dibujada por Facundo Percio, tiene un ritmo y una cadencia digna de un film. 

Cierto que no es un tebeo memorable, pero se lee con agrado. Y a pesar de la rareza de su tema  -nos adentrarnos en el poco transitado mundo de la moda- la verdad es que hasta cierto punto la mano de Moore resulta reconocible. Y es que, oh sorpresa, para Moore la moda es... ¡otra forma de magia! Pero no es la supuesta transcendencia de la moda lo que me interesa de la obra. El punto fuerte de la serie lo cifro en el retrato de los tres personajes principales y las relaciones que se establecen entre ellos. 

Por un lado tenemos a Celestine, patrón de la moda ya consagrado que parece de vuelta de todo y al que, obsesionado con su supuesta deformidad física, no le resta en la vida más que gestionar su propio legado de cara a la posteridad. El contrapunto es el personaje de Tomboy, joven ambiciosa con ideas nuevas que lucha por hacerse un hueco en el mundillo. Y como nexo de unión la bella Muñeca Seguin, maniquí que en principio no tiene más objetivo que ganarse la vida pero que crece en su relación bisagra entre ambos modistas. De las tensiones, anhelos y frustraciones de este triangulo surgen los mejores momentos del cómic.

Luego, si nos queremos poner algo pedantillos, está la reflexión sobre la ambiguedad de la apariecia y la verdad en un mundillo donde nada es lo que parece, donde los hombres tienen aspecto de mujeres y las mujeres de hombres, donde lo feo es hermoso y lo bello oculta un trasfondo oscuro; el aparente cuento de hadas que se transforma en una distopía al borde de la catastrofe donde la consagración es el paso previo a la muerte y los origes humildes al éxito profesional.  

Vamos digo yo...

 Imagen

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jueves, 3 de febrero de 2022

Nemo. Corazón de hielo, de Alan Moore y Kevin O'Neill



Al final va a resultar que la gran influencia del genio de Northampton es H.P. Lovecraft. Lo apunta su trilogía compuesta por The courtyard, Neonomicon y Providence. Pero es que además Moore aprovecha la saga de Los hombres extraordinarios para marcarse otro homenaje a Howard Phillips. Cierto que este Corazón de Hielo es todo un canto a la aventura, a la intrepida exploración de territorios ignotos -en este caso la Antártida de los años veinte del siglo pasado-, que sus influencias son multiples, no solo Lovecraft -el Poe de La narración de Arthur Gordon Pym es la más evidente- pero es que el peso que tiene el escritor de Providence es decisivo.

 Quizá ese sea uno de los mayores lastres de toda la saga. A partir del Black dossier la presencia que tienen las referencias literarias y cinematográficas se torna excesiva, dejando a veces a las peripecias en un frustrante segundo plano. Pasa también en Corazón de hielo pero tal vez de una manera más equilibrada. Así para disfrutar plenamente de la entrega es aconsejable tener en mente el Century: 1910, o En las montañas de la locura de Lovecraft, el  Ella de H. Rider Haggard, el Ciudadano Kane de Welles, la Luna nueva de Howard Hawks u otra infinidad de referencias que a mi se me escapan -atención a D'Artacán y sus mosqueperros en Megapatagonia. Pero afortunadamente en esta ocasión el sentido de la aventura es lo suficientemente vivo como para valerse por sí mismo. 


Otro inconveniente que le veo a  la saga en general, y que aquí se extrema, es su forma elíptica de narrar. La manera en la que está dosificada la información parece pensada para obligar al lector a una segunda lectura. En todo momento se da por sabida información que tal vez los personajes tengan pero que el lector desconoce. Así para entender cabalmente cada diálogo es necesario saber de antemano qué va a ocurrir a continuación, lo que convierte a la primera lectura en toda una odisea. Cierto que después uno se puede entretener de lo lindo comprobando cómo cuadran todos los detalles...   
 
Como punto fuerte del volumen cabe destacar la original manera en que se nos presentan las anomalias temporales a las que se enfrentan los protagonista en su deambular por la Antártida. Una forma que nos introduce de lleno en la desorientación y el asombro que ellos mismos deben  atravesar.



¿Y el resto qué...?