El Emperador Qin Shi Huang dormía profundamente. Soñaba con una mariposa de vivos colores que revoloteaba en su alcoba. La mariposa se acercó al lecho y con elegantes palabras, que fueron muy del agrado de Qin Shi Huang –la que más le gustó fue yogurtera, aunque transexplendido tampoco le dejó indiferente-, le reveló el anhelado secreto de la vida digna. Qin Shi Huang despertó inmediatamente y sin perdida de tiempo comenzó a redactar su “Vida revelada por una mariposa”, tratado que entre guía espiritual y ordenamiento jurídico publicó y promulgó hacia el año V de su propia era.
De esta manera el imperio acató con modélica lealtad –aquí las malas lenguas señalan que la pena de muerte con que se castigaba cualquier incumplimiento ayudó mucho a que así sucediera- las nuevas costumbres que en él se recogían: aún con las lógicas dificultades, los ciudadanos aprendieron a volar y a libar la miel de las flores; las mujeres descubrieron las mejores plantas donde dejar sus huevos y los niños a tejer y romper sus crisálidas. Y sin embargo, a pesar de la honda sabiduría de los consejos de la mariposa y del impetuoso celo con que los ciudadanos los llevaron a la práctica, el imperio se sumió inexplicablemente en la tristeza y la melancolía. Tanta que, apenas diez años después de su promulgación, no hubo más remedio que derogar la vigencia del tratado.
Quin Shi Huang había aprendió una la lección: acaso lo que resulta bueno para una mariposa puede no serlo para un ser humano. Yo propongo otra bien distinta: hay que estar muy tonto para hacerle caso a cualquier bicho parlante que venga en sueños a revelarte nada.
Quin Shi Huang había aprendió una la lección: acaso lo que resulta bueno para una mariposa puede no serlo para un ser humano. Yo propongo otra bien distinta: hay que estar muy tonto para hacerle caso a cualquier bicho parlante que venga en sueños a revelarte nada.
oye, no será mas bien que el ser humano jamas va a entender, ni siquiera interpretar lo que la fuerza de la Madre Tierra intenta decir? no podemos vivir como crisalidas, ni como mariposas, Solo podemos reconciliarnos un poco con la naturaleza.
ResponderEliminarXana