X-Men: Dios ama, el hombre mata.
Prestigio (es decir, formato diferente al comic-book de toda la vida con el único propósito de sacarle más pasta de lo habitual a los pobres lectores) de los X-Men que por una vez merece ser llamado así. Dios ama, el hombre mata, escrita por Claremont, narra una historia que, con estar fuera de la continuidad oficial de la colección, bien podría considerarse como paradigmática de lo que han sido siempre las aventuras de los muties: las de un grupo de marginados atareados por igual en su lucha contra el mal como en su esfuerzo por lograr la aceptación por parte de la sociedad. Tanto que el argumento sirvió de base para la segunda entrega cinematográfica dirigida por Singer (X-Men II, por si alguien no acaba de enterarse de qué peli hablo). En este caso los Xavier, Cíclope, Fénix, Coloso y compañía, con la ayuda excepcional de Magneto, habrán de vérselas con la intolerancia del predicador Stryker y sus acólitos, decididos a iniciar, en nombre de Dios y de la pureza de la raza, una verdadera cacería de todo aquel que sea diferente. Porque esta es en definitiva la autentica razón de ser del tebeo: un alegato a favor del respeto a la diferencia y una llamada de atención contra ese miedo visceral al otro que degenera casi inevitablemente en la intolerancia y el odio. No es mala lección para los tiempos que corren, Berlusconi. Buen dibujo y buen ritmo el de Brent Anderson. Y espeluznante la escena de la ejecución de los niños mutantes con la que se abre el cómic. Total, otro cómic de superhéroes que hay que leer. Si al final va a resultar que el género no está tan mal.
Puntuación: 9
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