Cumple los dos requisitos que yo pedía
para unos superhéroes dignos: historia al margen de la continuidad;
dibujo personal más propio de su autor que del género. Pero no sé, algo
me falta o algo me falla en este Batman año 100. En DC: The New Frontier aun
siendo un homenaje a los valores clásicos del superhéroe, el retrato
de la época, esa década de los 50 con sus paranoias y sus profundas
contradiciones; el atractivo de la identidad civil de sus personajes, en
especial la de Hal Jordan y la de John Jones, y los lazos personales
que se establecen entre ellos cobraban el suficiente peso como para
equilibrar la acción superheróica y darle mayor complejidad.
Desafortunadamente uno no acaba de encontrar algo ni ligeramente
parecido en el Batman año 100.
El tebeo de Pope aporta muy pocos
elementos fuera de lo que es habitual en el género. Si acaso, y
siguiendo un poco la línea marcada por el Año uno de Miller y
Mazzuchelli, con la excepción de la densidad psicológica que adquiere la
figura del comisario Gordon, ciertamente de unas dimensiones distintas a
lo acostumbrado.
No sé si incurriré en flagrante
contradicción al decir esto, y más habiendo elogiado más arriba la
personalidad de su dibujo, pero el apartado gráfico me recuerda también
poderosamente al dibujo y al color del Año uno. Trazos gruesos,
líneas quebradas, grandes bloques de negro, predominio de los tonos
otoñales... Pero bueno, ¿quién puede echarle en cara a Pope el deseo de
parecerse a Mazzuchelli? Yo no, desde luego.
¿Mi veredicto? Está bien, es un tebeo
entretenido, pero no me parece que esté por encima, o muy por encima, de
los superhéroes mondos y lirondos. No me parece un cómic realmente
destacado.
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