sábado, 11 de abril de 2009

Minireseña comiquera: La educación de Hopey Glass, de Jaime Hernández



Lo tópico es decir que Beto es el hermano serio, el de las historias complejas y profundas (Río veneno, pongamos por caso), mientras que Jaime es el desenfadado, el de las chicas aventureras, los mecánicos prosolares, los superhéroes imposibles y las reinas de la lucha libre. Pero lo cierto es que basta pasearse por las páginas de La educación de Hopey Glass para darse cuenta que esa clasificación ha ya mucho tiempo que se le quedó pequeña a Jaime. Las historias de La educación de Hopey Glass nos descubren a un Jaime Hernández maduro, que ha encontrado su verdadero espacio narrativo no en la fantasía y la ciencia ficción de sus primeros cómics, sino en la crónica de las desventuras de ese grupo de chicos y chicas punkies que se criaron en la California de los años 80, en una época marcada por el desencanto tras el fracaso de la revolución hippie de los 70. Pero no sólo nos encontramos ante la madurez del autor de Locas; también sus personajes parecen haber entrado de manera irreversible en esa etapa de la vida: así veremos a Hopey, la niña rebelde y con frecuencia violenta de otras historias convertirse en -¡¡quién lo diría!!- profesora auxiliar en una escuela de educación infantil; a Maggie transformada en una rellenita madura que nada tiene que ver con la Maggie de Mechanics y, finalmente, a Ray, el ex-novio de Maggie, y a su amigo Doyle errar perdidos por un mundo, el de la alocada juventud, que decididamente los ha dejado atrás por más que a ellos les cueste admitirlo. Pero sobre todo tendremos el privilegio de ver deambular ante nuestros ojos un trocito de vida; de una vida tal vez no especialmente memorable ni heroica, pero si muy sincera y emotiva.

Puntuación: 9

2 comentarios:

  1. Si me lo recomienda, lo leere...pero tengo mi cita pendiente con Moore, jajaja.


    Besos de pies a cabeza...

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  2. Tiene otra cita pendiente, además de con Moore. ¿O se refería a esa misma? Da igual, las saldará todas.

    Besos sin control.

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