Es difícil explicar, a quienes no conozcan en persona la majestuosidad del Teatro Romano de Mérida, lo que significa el privilegio de vivir una noche de teatro entre sus mágicas piedras; explicar cuán impresionante es para el público –no quiero pensar en lo que debe suponer para los actores- el poder deleitarse de un arte como el de la interpretación en uno de sus escenarios más carismáticos y universales. Es una experiencia, retóricas facilonas aparte, que verdaderamente se graba en el alma de cualquiera. Pero si sobre el escenario añadimos el texto y la interpretación de uno de los más grandes escritores del último medio siglo -como lo es sin duda Mario Vargas Llosa- , adaptando además una de las obras fundacionales de la literatura y el sentir occidental, más una extraordinaria actriz como Aitana Sánchez Gijón, la velada roza, simple y llanamente, la perfección, acaso solo mejorable con el disfrute de una buena compañía y la sugerente iluminación de los jardines del teatro con el fuego de las antorchas, cosa que me consta que se ha hecho en otras ocasiones.Con una puesta en escena minimalista, en la que constituyen toda ambientación apenas una
Por supuesto, muy diferente cantar fue la actuación de Aitana, soberbia como no podía ser de otra manera en una actriz tan contrastada. Pero esto ya lo esperábamos. Al menos yo sí.
Pero sin duda lo mejor con diferencia de la obra fue el extraordinario texto del peruano. Fiel y de hermosísimo aliento poético, la adaptación homérica de Vargas Llosa apela a la fuente de donde nace el mito, a la visión y a la ensoñación que del mundo tiene nuestra cultura. Vargas Llosa nos lleva de viaje, con su Odiseo, por las aguas de las que surge lo humano tal cual nosotros lo entendemos. Porque con cada trabajo de Ulises, con cada revés en el intento por retornar a su Ítaca natal, con cada nueva experiencia, ya sea mágica o terrible, se va desvelando, -se va creando- un modelo de sentir que sin duda da forma y explica lo que somos cada uno de nosotros. Unas vivencias de cuya verdad el propio Odiseo se confesará en duda, y que sin embargo, hayan o no sucedido, constituyen una realidad innegable, porque al fin, como manifiesta la propia obra, tan parte de la vida de los hombres es, al igual que lo que les acontece, lo que estos son capaces de soñar.

Pero sin duda lo mejor con diferencia de la obra fue el extraordinario texto del peruano. Fiel y de hermosísimo aliento poético, la adaptación homérica de Vargas Llosa apela a la fuente de donde nace el mito, a la visión y a la ensoñación que del mundo tiene nuestra cultura. Vargas Llosa nos lleva de viaje, con su Odiseo, por las aguas de las que surge lo humano tal cual nosotros lo entendemos. Porque con cada trabajo de Ulises, con cada revés en el intento por retornar a su Ítaca natal, con cada nueva experiencia, ya sea mágica o terrible, se va desvelando, -se va creando- un modelo de sentir que sin duda da forma y explica lo que somos cada uno de nosotros. Unas vivencias de cuya verdad el propio Odiseo se confesará en duda, y que sin embargo, hayan o no sucedido, constituyen una realidad innegable, porque al fin, como manifiesta la propia obra, tan parte de la vida de los hombres es, al igual que lo que les acontece, lo que estos son capaces de soñar.
Gracias por la enmienda arturo. No creo que este tan bien escrito, pero si es cierto que tengo un problema bastente preocupante con las faltas de ortografía. Cuando estaba en la universidad los profesores me decían que tenía que leer más para solucionarlo. Lo cierto es que yo ya leía entonces todo cuanto podía. En verdad es un problema de atención.
ResponderEliminarLo corrijo de inmediato
Muchas gracias por los animos. Mira que te os avise para que no os la perdierais, pero nada, vosotros preferisteis Estopa. Así que ahora, a lamentarse o a leer reseñas. Como la mía.
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