¡¡¡Dios, cuánto tiempo sin pasarme por aquí!!! Ah, los efectos secundarios de la vida laboral, que enriquece en lo material y mata en lo espiritual. En fin, como contrapartida, y como no dispongo de demasido tiempo, cuelgo un poemilla -es un decir; menudo poema el de Agustín García Calvo-, enardezco mi alma y no gasto el tiempo del que no dispongo. Y encima hasta aumento la calidad del blog (siempre lo hace cuando no soy yo quien escribe). Perfecto.
Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.
Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.
Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que al cielo
se despereza.
Pero no mía.
Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.
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