¡¡¡Qué grande es Rick Veitch!!! ¡¡¡ Y qué grande su trilogía del superhéroe!!! Seguramente ninguno de los volúmenes que la componen sean auténticas obras maestras del género –excepción hecha, tal vez, del excelente El maximortal-, pero valoradas en su conjunto forman sin duda una de las sagas más sugerentes y estimulantes del mundo de los empijamados, con un nivel medio tan digno que otro gallo le cantaría al género si produjera más obras de esta calaña. Porque meditaciones profundísimas aparte, Veitch ofrece con ella toda una lección magistral de cómo el entretenimiento más puro no tiene porque sustentarse en el completo descerebramiento, en la renuncia absoluta a la posibilidad de ofrecer al tiempo una visión un poco más compleja, elaborada y crítica de lo que se cuenta, enriqueciendo de paso el resultado final. Es decir, y siempre en mi muy dudosa opinión, el gran mérito de Veitch aquí es haber conseguido sintetizar las pretensiones y deseos de gafapastas y pijameros, demostrando de paso que la perenne guerra civil entre aficionados al cómic, el cruel fraticidio que nos desangra, es enteramente innecesario y superable. Así quien se acerque a Niñatos –y ya por centrarme en la parte de la trilogía que se supone objeto de mi reseña- podrá deleitarse, si así lo desea, con las habilidades y proezas típicas de los supers en su épica cruzada contra todas las manifestaciones del mal, ya sea en forma de delincuentes comunes, padres porretas o villanos de pésimo gusto en el vestir. A quienes les vaya más la desmitificación y el esparcir un poco de mierda sobre las ideas puras, inmanentes y trascendentes, encontrarán motivos de disfrute en sus no menos épicos abusos de autoridad, drogas y sexo, que los convierten en verdaderos pozos sin fondos de vicios e indignidades. Por su parte, los más materialistas, los que gustan del análisis del contexto en el que se enmarca la obra, de la época en la que se sitúa y las condiciones de producción que la hicieron posible, esos disfrutarán sin cuento del retrato de las miserias por las que transitaba en los 80 la industria comiquera americana, capaz de todo por incrementar la ventas, o del envilecimiento de los lectores, ansiosos por encontrar nuevos estímulos en las páginas de sus héroes de toda la vida. Y ya por último, los gafapastosos, como se mua, hallarán también motivos suficientes para sesudísimas reflexiones en torno a la naturaleza del poder, a su innata capacidad para corromperlo todo; de cómo mata hasta las más nobles e inocentes ilusiones. En fin, que Niñatos, como la trilogía al completo, es disfrute para cualquiera; superhéroes para todos los públicos.
Puntuación :7
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