lunes, 8 de mayo de 2006

Sinfonía gráfica de Sergio García

Es una lástima que sea tan difícil encontrar libros que se encarguen de desmenuzar las diversas cuestiones técnicas que el cómic suscita. Aparte del sensacional –y difícilmente superable- Entender el cómic –o Como se hace un cómic, según la edición que manejemos- de Scott McCloud, o los ensayos del maestro Eisner, El cómic y el arte secuencial y La narrativa gráfica, este tipo de literatura se muestra verdaderamente escasa e insuficiente. Por eso resulta todo un placer descubrir propuestas como la de Sinfonía gráfica de Sergio García. En ella podemos seguir, casi como si nos hubieramos colado dentro de su propio taller, paso a paso la evolución de las investigaciones llevadas a cabo por el autor en pos de abrir nuevos caminos a la narración gráfica. De esta forma Sergio nos brinda sus reflexiones, antecedentes, intenciones, y posibles vías de ensayo, acompañadas siempre de la materialización práctica de estas propuestas. Propuestas que el mismo se encargará de matizar y corregir paulatinamente, en un más que interesante proceso de tanteo que alcanzará al final de la obra unos resultados dignos de consideración.

En este sentido, Sergio apuesta por conseguir una mayor implicación del lector con el cómic, por lo que busca alternativas que aumenten la multilinealidad de la narración. Para ello trata de romper con los clásicas retículas de viñetas, que a su entender se muestran excesivamente estáticas y a cambio propone como base fondos fijos o supraviñetas en las que insertar bandas o tiras de viñetas que le permitan dotar de mayor complejidad a la historia. Bandas que se superponen verticalmente y que suponen aspectos diferente de la narración o distintas escenas y que se entrecruzan cuando los caminos de la historia lo exija, de forma que sea posible tanto una lectura horizontal como una lectura vertical del cómic. En el fondo, los resultados que se atisban son muy similares a lo que ya hiciera Eisner en sus novelas gráficas. Ya digo, una propuesta interesante que Sergio García cree –aunque no deja de reconocerle ciertas limitaciones que habrá de ir superando- lo suficientemente compleja como para transcerder la simple anécdota y constituirse como una nueva forma de narrar.

Algo con lo que yo no puedo estar en mayor desacuerdo. Aunque ya digo que la investigación es interesante, creo que es un error cargar las tintas contra la viñeta, como si esta tuviera culpa de nada. En este sentido, creo que la viñeta es una herramienta lo suficientemente precisa y bien ideada como para no justificar esa desesperación por romperla. Las investigaciones en el cómic deberían ir más por las sendas de cómo reller las viñetas, de cómo interrelacionarlas y crear nuevos significados con ellas. Porque es precisamente aquí donde se encuentra la clave de la riqueza de una obra: no en ofrecer un mayor número de opciones en su lectura, sino en saber crear un mayor número de significados. La interacción con el lector debe surgir de las posibilidades de interpretación que a este se le abran. Lo dijo Eisner en el prólogo a La narración gráfica; más importante que el cómo sigue siendo el qué. Pero no sólo eso, es que puestos a hablar del cómo, pienso que un sistema de retículas como uso Moore en Watchmen es más que capaz de contar cualquier historia, por compleja que esta sea, sin que se pierda por ello nada de riqueza. Ya digo, la magia del cómic esta en cómo se juega con los contenidos en busca de significados más sugerentes.

De todas formas, un libro jugosísimo cuyo mayor defecto es que haya pocos como él.

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