miércoles, 22 de agosto de 2007

Auschwitz, de Pascal Croci



Creo que fue William Styron quien, por voz de un personaje de su novela La decisión de Sophie, señaló que cualquier obra relacionada con el holocausto judío está destinada al éxito. Y es que resulta difícil no sentirse atraído por uno de los episodios más crueles y sobrecogedores de la historia de la humanidad. Sin embargo yo apostaría doble contra sencillo a que este Auschwitz de Pascal Croci no está precisamente llamado a engrosar la lista de obras memorables que tan delicado tema ha generado.

Croci, a diferencia de Spiegelman –la referencia es inevitable- apuesta por ilustrar su historia con un dibujo detallado y realista que logra imprimir a la narración un fuerte aroma documental. Desgraciadamente, también a diferencia de Spielgelman, estropea cualquier atisbo de veracidad por culpa de un excesivo énfasis en los gestos, lo que hace de Auschwitz un molesto catálogo de rostros desencajados, de miradas fuera de orbita y bocas descoyuntadas; un subrayado de emociones que en nada necesitan unos hechos por sí mismos de gran elocuencia. Pero si esto no bastara, Croci es además incapaz de superar los clásicos tópicos del subgenero, llegando incluso a copiar -homenajear dirá él- materiales de La lista de Schindler, como el niño que profetiza cruelmente el destino de los judíos pasándose el dedo por el cuello. Y no es que esperara encontrar algo distinto –de qué puede si no tratar un álbum titulado como éste- pero tampoco que absolutamente todo me suene a ya visto, a sucesión de lugares comunes que no aportan nada. Ya sabéis a que me refiero: la traumática separación de las familias, el tiro en la nuca a sangre fría al judío que se revela y exige no ser tratado como un animal, el Kapo que se aprovecha de su situación ventajosa o el horror de las duchas de gas. Y para mayor desgracia, la historia de la niña que sobrevive a aquellas, tomada de un testimonio real del documental Shoah, de Claude Lanzmann, resulta tan inverosímil que más que emocionar da risa. Por no hablar, que ya parece excesivo, de algún que otro monólogo sobre la naturaleza del odio que rechina a panfleto bienintencionado.

En fin, contadas así las cosas parece difícil recomendar su lectura, pero ojo, el dibujo documental de Croci tiene la suficiente fuerza como para compensar algunos –sólo algunos- de estos defectos y hacer que el sabor de boca final no sea del todo amargo. Es decir, que aunque definitivamente no os lo voy a recomendar, tampoco os lo desaconsejaré: haced lo que vuestro instinto os sugiera. Total, que os quedáis igual que antes de leer mi reseña; para que vayáis aprendiendo a seleccionar mejor lo que leéis.

Puntuación: 6



5 comentarios:

  1. El dibujo es molón pero para una historia de Drácula, además dibuja siempre la misma cara.

    Lo único destacable es que une el holocausto con la guerra de los balcanes, es decir, que todo eso de "es para que no se olvide ni repita" es una chorrada. Una chorrada demasiado rentable por bien vista que impide parar proyectos de bajo octanaje.

    Es triste que el autor removiera recuerdos tan dolorosos a supervivientes para esto.

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  2. "Total, que os quedáis igual que antes de leer mi reseña; para que vayáis aprendiendo a seleccionar mejor lo que leéis"

    Eres un monstruo!!!!

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  3. Gracias, miguel ángel, desde que te cambiaste el apodo te has convertido en un apoyo y un estímulo impagable. A ver si te pillo algún día por el pueblo, te vas a enterar de lo que es un mostruo cabreado (es broma).

    Un saludo.

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  4. Pues sí, amigo ooooo, la historia es muy flojita y el dibujo de personajes un autentico horror, sin embargo a mi me gustan mucho el dibujo del campo de concentración y la atmosfera, que quizás sea más apropiada para una peli de terror, pero ¿no lo es acaso esta?
    De todas formas,estoy de acuerdo que este tipo de obras se cuelga del prestigio del tema sin aportar nada. Pero creo que también es lícito hacer malas obras de un buen material.

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  5. Ah, por fin encontré la cita en La decisión de Sophie. En verdad la reflexión corresponde a Elie Wiesel, superviviente del Holocausta y premio Nobel de la paz, pero efectivamente la recoge Styron en su novela. La comparto aquí:

    "Un superviviente, Elie Wiesel, ha escrito: «Los novelistas han hecho un uso demasiado libre del Holocausto en sus obras… Al proceder así lo han despreciado, le han quitado su sustancia. El Holocausto ha llegado a ser un tópico candente, de moda, único a la hora de llamar la atención y lograr un éxito inmediato…». No sé hasta qué punto puede ser válido todo eso, pero soy consciente del riesgo que corro según la importancia que le dé."

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