sábado, 31 de mayo de 2008
El escritor (5ª entrega)
sábado, 24 de mayo de 2008
El escritor (4ª entrega)
lunes, 19 de mayo de 2008
Mi infancia son recuerdos... (Antonio Machado por Antonio Machado)
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
viernes, 16 de mayo de 2008
Premios, awards, prix, premi, prêmios, auszeichnungen,βραβεία, الجوائز, 賞, utmerkelser, награди...
En fin voy con lo de las normas, las obligaciones y los impuestos:
Premio "ÁRBOL DE LA FELICIDAD" concedido por lo verde que ando, lo rígido que soy, lo poco que me muevo y lo muy feliz que de todas formas sigo siendo.
Normas (en versión simplificada por eva):
1. Nombrar el blog que me ha concedido el premio: Son sólo palabras de eva
2. Compartir 6 cosas que me gustan y 6 que me da mucha rabia hacer.
3. Elegir otros blogs que merecen este premio y que hagan con él lo que les venga en gana.
4. El
6 Cosas que me gustan:
1. Empezar a escribir cualquier tontería
2. Terminar de escribirla
3. Oler la tinta de libros y tebeos recién comprados
4. Comer pan con pan, comida de tontos, entre horas (Será comida de tontos pero anda que está malo)
5. Hacer una gracia en el momento más inoportuno y que la gente se ría aunque no quiera (o especialmente porque no quiera)
6. Ponerme serio cuando todo el mundo espera que esté alegre
Ahora 6 cosillas que me da mucha rabia hacer:
1. Escribir todo lo que va entre el inicio y el final de cualquier tontería
2. Conducir por ciudad (y, casi casi al mismo nivel, por carretera)
3. Conocer a alguien infinitamente más inteligente que yo
4. Obedecer órdenes
5. Decir te quiero sin que me lo hayan dicho antes a mí (el amor es un juego en el que pierde quien dice primero te quiero)
6. Hablar de moda, del gran hermano o del último best seller que hay que leer
Ahora el segundo premio:
Con éste, como no entiendo ni papas de inglés, soy incapaz de imaginarme el porqué de que me lo hayan concedido... es cierto, la niña es muy salaína y recuerda a mi sobrina Cristina, pero aparte de eso...
Otros blogs que merezcan los premios:
Hacheland: Precisamente, Hache, porque sé que no los quieres.
Y ninguno más, que la convocatoria venía un poco floja en esta edición.
Y hasta aquí estoy dispuesto a dejarme conocer. El otro desafío lo aplazo para cuando cumpla los cuarenta y tenga algo más definida mi personalidad.
¿Y el resto qué...?jueves, 15 de mayo de 2008
El escritor (3ª entrega)
¿Qué? ¿Les parece demasiado increíble? ¿No les convence el relato? ¿Piensan que es una bazofia? Pues atrévanse a tirar el libro a la basura y a proclamar a los cuatro vientos que el gran Jorge Duarte, el novelista de fama mundial de cuyo prestigio y renombre se dice que seguirán venerando por muchos siglos las generaciones futuras es, en el fondo, un pésimo escritor. Ya sabía yo que no lo harían; ya me imaginaba que este relato les iba a resultar también fascinante y que no se atreverían a abandonarlo hasta leerlo de cabo a rabo. Lo de siempre. Al menos, si no tienen las agallas suficientes para hacer lo que deben hacer, hagan el favor de callarse y no vuelvan a interrumpir.
Continúo entonces. Recibí el alta médica una semana después; fui a la licorería de la esquina , compré una botella de güisqui y me encerré a cal y canto entre las cuatro paredes desconchadas y mugrientas que por entonces constituían mi hogar. Me sentía dominado por una urgencia inaplazable, por una especie de pulsión creadora que doblegaba a su antojo mi voluntad y que casi no me permitía conciliar el sueño ni probar bocado. Contado así tal vez les pueda parecer aterrador, pero créanme si le digo que fue la experiencia más maravillosa que hasta entonces hubiera conocido en mi vida; me sentía invencible, imbuido de una fortaleza y una seguridad de la que nunca antes había disfrutado: las palabras, las frases, los temas, los personajes, los diálogos, la estructura, todo, absolutamente todo fluía de mis dedos al papel con tal naturalidad que más que escribir parecía que estuviera leyendo una obra ya publicada. Tardé apenas dos días en terminar las quinientas páginas de Haciendo Surf entre los escombros, sin que en ese tiempo llegara a abrir la botella de güisqui. Luego me la bebí entera de un solo trago y a continuación me pasé veinticuatro horas durmiendo extenuado. Cuando al fin desperté estaba tan satisfecho del resultado final que ni siquiera me molesté en corregir una sola palabra del manuscrito y exactamente como lo había dejado salí con él a cuestas en busca de un editor. Era tal mi entusiasmo que no me di cuenta de que no me acompañaba ningún síntoma de resaca.
miércoles, 14 de mayo de 2008
Los superhéroes a examen en Días de cine
Gracias Boca por la información.
domingo, 11 de mayo de 2008
Espronceda según Machado
Es Espronceda –como nos muestra su obra escrita y las anécdotas de su vida que conocemos- un cínico en toda la extensión de la palabra, un socrático imperfecto, en quien el culto a la virtud y a la verdad del hombre se complica con el deseo irreprimible de ciscarse en lo más barrido, como vulgarmente se dice. El cínico, en clima cristiano, llega siempre a la blasfemia, de la cual se abstiene, por principio y por humor, su compradre el estoico.
Es Espronceda el más fuerte poeta español de inspiración cínica, por quien la poesía española es –todavía- creadora. Leed, yo os lo aconsejo, El estudiante de Salamanca, su obra maestra. Yo lo leí siendo niño –a la edad en que debe leerse casi todo-, y no he necesitado releerlo para evocarlo cuando me place, por la sola virtud de algunos de sus versos; por ejemplo:
Yo me he echado el alma atrás, etc.
Grande, muy grande poeta es Espronceda, y su Don Félix de Montemar, la sínteis, o, mejor, la almendra españolísima de todos los Don Juanes. Después del poema de Espronceda hay una bella página donjuanesca en Baudelaire, que Espronceda hubiera podido adoptar sin escrúpulo –tanto coincide en lo esencial con su Don Félix- como epílogo o como ex libris decorativo de El estudiante de Salamanca.
Quand Don Juan descendit vers l´onde souterraine… "
miércoles, 7 de mayo de 2008
El escritor (2ª entrega)
domingo, 4 de mayo de 2008
Annie Hall: tres razones por las que repetir
La primera, el humor de Allen, es cosa ya común a todos sus films –o casi todos, que Interiores u Otra mujer no destacan precisamente por él- , pero cabe reseñar que a diferencia de lo que venía pasando en sus obras anteriores, el director judío consiguió aquí desarrollar un humor mucho más elaborado y menos evidente, un humor que se integra mejor con el desarrollo de la historia sin que la película derive en una sucesión de gags deshilvanados; muy por el contrario en Annie Hall las ocurrentes salidas de Allen encuentran completa justificación en la labor de contrapunto, de desengrasante con el que rebajar la pesadez y la gravedad de unos temas –el pesimismo ante la vida, las dificultades de las relaciones humanas o la volubilidad del amor- que de otra manera se harían difíciles de digerir. Sin embargo esta contención, este sometimiento a las necesidades de la historia, no diluye en nada la mordacidad desarrollada por Allen, ofreciendonos algunas de las gracias más legendarias de su obra: la negativa a entrar en el cine alegando que no le gusta ver las películas a la mitad, cuando apenas hace dos minutos que comenzó, aquellos quince años de psicoanálisis sin resultados tras los que promete conceder a su psicoanalista un año más y después ir a Lourdes, la onza de coca que se evapora en un estornudo, el único hombre que sufre envidia de pene, la basura de Los Ángeles que se recicla en programas de televisión…
La segunda, la arriesgada estructura narrativa, es también de alguna manera una tónica general de la filmografía de Allen, al que gusta de vez en cuando experimentar con los límites de la narración tradicional. Es el caso de películas como Zelig o la primeriza Toma el dinero y corre, que adoptan la forma de documental ficticio, o de Desmontando a Harry, en donde se juega una y otra vez con la ruptura de la línea temporal. Algo muy similar en cierto sentido a lo que realiza en Annie Hall, donde Allen crea una especie de monólogo filmado con el que da rienda suelta a todas las neuras y manías de su personaje principal, Alvy Singer, es decir las suyas propias, llevándolo a alterar constantemente el curso de la narración, a agrupar sus recuerdos en función de los temas o ideas que en cada momento se le pasen por la cabeza y a dirigirse habitualmente al público sacándose de la manga, como en la escena de la cola del cine o cuando pide consejos a los peatones de Manhattan, recursos más propios de un narrador omnisciente que domina a su antojo el relato que de un personaje inmiscuido en la corriente de acontecimientos que dan forma a la historia. Y sin embargo, a pesar de estas injerencias del personaje en la forma de contar, la película no se ve afectada en su credibilidad y en su capacidad de persuasión; la forma narrativa elegida por Allen está dosificada con tal maestría que el hechizo en el que debe mantener toda ficción a sus espectadores no se quiebra jamás, aun cuando con frecuencia se nos recuerde el hecho de que no estamos asistiendo más que a una mera representación de la realidad.
La tercera sería esa visión entre irónica, desencantada y romántica de las relaciones afectivas de Annie y Alvy que revela en mi opinión una forma de entender la naturaleza del amor y los vaivenes propios de la pareja con la que no puedo estar más de acuerdo: aun cuando ambos personajes se complementan y aportan cosas diferentes que sin duda agradecen y necesitan sus vidas – mientras Alvy conduce a Annie a una entendimiento más maduro y menos banal de la vida, esta le corresponde con la dosis justa de desenfado y alegría que al cómico le viene faltando- lo cierto es que la convivencia, y con ella la inevitable y corrosiva rutina, harán distanciarse a ambos hasta el punto de llegar a la separación definitiva. Sin embargo, más importante que estas dificultades de convivencia, más importante que sus continuos desencuentros es el hecho de que los personajes se pasen toda la película buscándose una y otra vez , no queriendo renunciar, a pesar de los casi insalvables inconvenientes, a la compañía del otro, lo que viene a ejemplificar magníficamente la verdad lapidaria que cierra con broche de oro el film: Pues eso, más o menos, es lo que pienso sobre las relaciones humanas, ¿saben? Son totalmente irracionales, locas y absurdas, pero... supongo que continuamos manteniéndolas porque, la mayoría, "necesitamos los huevos".
En fin, sea por estas tres razones que he esbozado sin demasiada profundidad, sea por otras que al lector de este blog se le ocurran, lo cierto es que Annie Hall es un peliculón que bien merece todas la veces que la he visto, y todas las que aún habré de repetir.
¿Y el resto qué...?
sábado, 3 de mayo de 2008
El Boom de la literatura latinoamericana
Qué delicia, cuántos libros a leer y releer.
¿Y el resto qué...?