Ya que la NBC me censura la posibilidad de colgar este video en Youtube, lo colgaré directamente aquí. Será que no les gusta el buen baloncesto...
¿Y el resto qué...?domingo, 29 de marzo de 2009
jueves, 26 de marzo de 2009
miércoles, 25 de marzo de 2009
Sueños de un seductor, de Herbert Ross: Allen antes de Allen
Guionizada por él mismo a partir de una pieza teatral propia, Sueños de un seductor encuentra en el oficio de ese artesano del cine que fue Herbert Ross el vehículo idóneo para su desarrollo; un oficio que le imprime la sobriedad, la solidez y la contención de las que hasta entonces venía careciendo el cine de Allen y que tan necearias resultaban para que por encima de todo pudieran subrayarse los retratos de los personajes y sus vicisitudes. No olvidemos que fue él mismo, sabedor de sus limitaciones tras la cámara, quien le pidió a Ross que se encargará del proyecto. Sin embargo a pesar de que el film presenta indudables similitudes con su cine posterior, Sueños de un seductor contiene rasgos y señas de identidad que la hacen diferente a las demás películas allenianas y que le otorgan una personalidad propia, independiente de aquellas. Así por ejemplo se podría señalar que mientras en la obra posterior de Allen la temática recurrente de la mutua incomprensión entre hombres y mujeres se produce predominantemente en el marco del matrimonio, o al menos en el contexto de parejas ya establecidas, en Sueños de un seductor esta mutua incomprensión se da más bien en la fase previa, cuando la pareja aun no se halla formada, o lo que es lo mismo, si en aquellas la dificultad estriba en la pervivencia de la pareja, aquí lo problemático es su misma formación; más aun, mientras que en su filmografía el amor suele brotar con evidente facilidad, incluso me atrevería a decir que con excesiva generosidad y sus personajes rara vez conocen verdaderamente lo que significa la soledad, en Sueños de un seductor a Alan Felix, el treintañero neurótico abandonado por su esposa al que da vida Allen, le costará dios y ayuda encontrar pareja. Dios y ayuda, o la ayuda de dios encarnado en la legendaria figura de un Bogart imaginario que servirá de modelo al personaje.
Pero además el humor de Sueños de un seductor no es tampoco exactamente el mismo al que nos tiene acostumbrado su filmografia madura; aquí aun la comicidad se sustenta más en el gag visual, en la desmedida torpeza de Allen, que en esos dialogos tan endiabladamente ingenioso que son santo y seña de sus películas. Y no es que en el film de Ross falten las conversaciones hilarantes, pero en ningún momento adquieren ese papel protagonista que sin duda toman en la obra del neoyorquino. Diferencias estas que le dotan, como ya digo, de una personalidad propia pero que sin embargo no ahogan en ella el sabor del mejor Woody Allen; de ese Allen inteligente, divertido, sensible e, incluso en algunos momentos, profundo.
En fin, una obra peculiar que resulta especialmente interesante por cuanto permite vislumbrar no sólo lo que habría de ser después el cine de director judío, sino incluso lo que hubieran podido ser sus películas anteriores a Annie Hall si Allen hubiera alcanzado antes su madurez tras la cámara o si hubiese cedido la dirección a profesionales más experimentado.
martes, 24 de marzo de 2009
domingo, 22 de marzo de 2009
De la Historia del cómic: Asterix
Death note, el anime: los japoneses no saben de finales
Al igual que en el Moster de Urusawa, Death note consigue enganchar a los espectadores desde el primer capítulo a través de una premisa imaginativa y atrayente, en este caso la existencia de un cuaderno que permite a su poseedor matar fácilmente y sin dejar huellas. O casi. Pero sobre todo la serie destaca por su increíble dominio de la técnica del folletín tradicional y los best seller modernos; de una envidiable capacidad para sacar conejos de la chistera y sorprender con la vuelta de tuerca justa y precisa sin que el truco cante en exceso. En este sentido, seguramente las series japonesas sean deudoras de una forma de entender la narrativa y el drama que es caracteristica de su padre espiritual, Osamu Tezuka –faltaría más, hablar de manga o de anime y no nombrar a Tezuka; cuanta vulgaridad- que a su vez parecía muy influido por la novela europea decimonónica, léase Victor Hugo o Alejandro Dumas, por ejemplo, si es que a nadie le parece un tanto exagerado y traido por los pelos el ejemplo.
El caso es que esta forma de entender la construcción narrativa, tan obsesionada por tomar en fuera de juego al lector o al espectador, suele tener como inconveniente colateral la elaboración de una trama que en general se revela como no demasiado solida ni coherente y que, además, suele derivar en un final de compromiso que ata los múltiples cabos abiertos como malamente puede. Los finales de estas series suelen estar guiados más por un espíritu de “sálvese quién pueda” que por el más lógico de redondear la obra. No es de extrañar que de esta forma las series japonesas dejen cierta sensación de producto fallido, de ocasión desperdiciada, de buena idea mal ejecutada en el que las partes valen sin duda mucho más que el todo. Sin embargo, si nos ceñimos al caso de Death note, el anime, habría que decir que los autores aciertan de lleno al no dispersar más de la cuenta la historia, centrándola inteligentemente en el duelo deductivo-inductivo que protagonizan Light Yagami y el nada convencional L. De hecho la serie hubiera sido prácticamente perfecta de haber acabado en su capítulo 26, es decir cuando se alcanza la resolución de esta rivalidad enconada, que es el verdadero meollo de la historia. Pero no, la serie tenía que continuar estúpidamente nada menos que 11 episodios más, es decir, casi un tercio del total de la misma; un tercio completamente prescindible e innecesario que intenta enmendar la plana a un desarrollo argumental bastante logrado y que lo único que consigue es desvirtuar la obra por completo.
¿Y el resto qué...?
viernes, 20 de marzo de 2009
martes, 17 de marzo de 2009
lunes, 16 de marzo de 2009
El amor y Occidente
De la Historia del cómic: Mafalda
Déjate de Heidegger, de Sartre, de Foucault, de Adorno o de Wittgenstein; en el siglo XX, si alguién los aventajó a todos en la dificil tarea de pensar, se pongan como se pongan, esa fue Mafalda.
sábado, 14 de marzo de 2009
La izquierda más pura
viernes, 13 de marzo de 2009
jueves, 12 de marzo de 2009
lunes, 9 de marzo de 2009
sábado, 7 de marzo de 2009
Watchmen, la película: primeras y apresuradas impresiones
Y la verdad es una pena porque durante la primera mitad de su metraje uno tiene la sensación de que si bien no está viendo una obra maestra del cine, si que podría estar ante un film de sólidos méritos, tal vez cercanos a los conseguidos por El caballero oscuro de Nolan. Con una estetica y una estructura muy fiel a la de la novela gráfica de Moore, la primera parte de Watchmen, como en el original, se centra en la presentación del escenario y los actores de la historia. Asistimos sin duda a lo mejor de la película de Snyder: lo atípico de estos superhéroes, amorales, violentos y más patéticos que heroicos y las divergencias de un mundo y una corriente temporal que recuerdan al nuestro sin llegar a serlo siguen sorprendiendo y fascinando por más que uno se los sepa ya de memoria. En este sentido resultan especialmente destacables tanto el retrato de El comediante, configurado, como debe ser, a partir de los recuerdos de los demás vigilantes -espeluznante el intento de violación de Sally- como la narración, en primera persona, del origen de Dr. Manhattan, ambos resueltos con indudable habilidad. La figura de El comediante dota por momentos a la película de una franqueza y una verosimilitud que después se encargará de defraudar el segundo tramo del film; por su parte, la historia de Manhattan es, a la postre, la parte más lírica, emotiva y conseguida de la película. Sin embargo toda esta primera mitad, cuyo límite yo situaría aproximadamente entre la captura de Rorschach y la primera salida superheroica de Dan y Laurie, adolece de un ritmo excesivamente precipitado que no encuentra tiempo para detenerse con calma en la vicisitudes de los personajes. El excesivo afán de mimetismo de Snyder y su voluntad de meterlo todo en la película le priva a esta de un ritmo más sosegado que sin duda haría de ella una obra mucho más interesante. Pero no, Snyder apenas hace discriminación entre el extensisimo material de la novela gráfica, por lo que no queda espacio ni tiempo para poner enfasís en ningún aspecto de la historia. En ninguno salvo en la violencia, en la que Snyder se recrea siempre que puede, alargando innecesariamente cada episodio con la clara intención de conseguir un producto más comercial. Un uso de la violencia bastante descarnado que si bien en un principio pudiera encontrar justificación en el deseo de mostrar sus efectos de la forma más realista posible, lo cierto es que en el conjunto de la película acaba resultando tan efectista y poco creíble como en cualquier otro blockbuster.
Y hasta aquí llegan la virtudes de la versión fílmica. Porque a partir de esa línea que he fijado, Watchmen pierde la poca personalidad que hasta el momento había mostrado -resulta alarmante comprobar la falta de personalidad de la que adolece el cine del señor Snyder- para convertirse en la vulgar película de acción superheroica que todos nos estábamos temiendo. Es cierto que de alguna manera el cómic de Moore es así, después de todo, aunque algunos lo quieran negar, Watchmen es básicamente un tebeo de superhéroes. Pero la obra de Moore sabe mantener en este tramo el adecuado y necesario contrapunto a la acción de carácter superheroico, o sea a la menos creíble, explorando de continuo ese mundo divergente y de paso desarrollando la trama de unos personajes normales y corrientes (el quiosquero y el chaval, las lesbianas, el doctor Malcom y su esposa) de los que el film, al menos en la versión estrenada -ya veremos si también en la versión DVD- acaba prescindiendo. La consecuencia es que la última parte termina siendo única y exclusivamente una rutinaria y algo aburrida explosión de violencia gratuita que se carga cualquier atisbo de credibilidad y profundad que pudiera albergar el film. Toda la originalidad de la propuesta, toda la espesura psicológica, toda la reflexión política de la novela gráfica, es decir todo aquello que hace de Watchmen , brillantez formal aparte, un tebeo que transciende su género, es arrojado por la borda en la película en esta segunda parte. Y desgraciadamente, en la impresión global que deja el film, es sin duda esta última la que se impone.
Resumiendo, una película fallida, que por momentos deja entrever lo que pudiera llegar a ser en manos de un director con más talento, pero que sin embargo no consigue ser otra cosa que una película comercial más. Eso sí, una película comercial bastante atípica.
viernes, 6 de marzo de 2009
jueves, 5 de marzo de 2009
Jornada de reflexión antes del 6-M: nueva reseña sobre Watchmen
Dejando a un lado las complicaciones de la adaptación, Watchmen es quizás la película más atípica que ha circulado en los últimos años por la gran pantalla.Ambientada en plena guerra fría, al borde de un enfrentamiento nuclear con la URSS, un grupo de antiguos superhéroes, inactivos por una orden gubernamental, vuelven a reunirse tras el asesinato de uno de ellos. Este suceso desencadena una serie de acontecimientos en los que los héroes tendrán que enfrentarse a conflictos éticos, miedos, antiguas rencillas, y serán conscientes de una misteriosa conspiración que busca desacreditarlos.Enmarcado en una atmósfera cercana al cine negro más clásico, Watchmen nos sumerge en la decadencia de un grupo de superhéroes víctimas de las debilidades más humanas.