Me pasa con algunos cómics que después de leídos sé si me gustan o no -faltaría más- pero no tengo ni idea de qué van. Como me sucede por ejemplo con El último mosquetero, la última obra del inclasificable e imprescindible Jason. Así que si alguien está interesado en aumentar su compresión sobre ella, mejor que se vaya buscando otro blog y otra reseña; aquí no va a encontrar ninguna clave que le permita profundizar en él sentido y la significación del cómic. En estos casos lo único que puedo ofrecer es una explicación más o menos razonada de por qué me gusta o no. Que es lo que pienso hacer en esta reseña: explicar por qué esta vez la obra de Jason no me agrada como las anteriores.
Si hay algo por lo que destaca Jason es sin duda por su capacidad para crear un universo y hasta un lenguaje propio que sin embargo salta las barreras del solipsismo para entrar de lleno en temas y sentimientos que son universales. Bajo esos argumentos algo surrealistas que parecen jugar caprichosamente en los límites de la realidad y la fantasía, y tras esos personajes que en otra reseña califiqué como Jasonmorficos, laten historias reconociblemente humanas que hablan de la soledad y la frustración, de las dificultades del amor o del absurdo de la existencia. No dudo que esto se cumpla también con El último mosquetero, pero si he ser sincero, yo no lo veo, o lo veo menos. El último mosquetero se vale del habitual estilo del noruego para construir una narración de aventuras más cercanas al Flash Gordon de Alex Raymond que a los Mosqueteros de Dumas, sin embargo poco más que eso contiene el cómic -o, insisto con modestia, yo no se lo veo-, y como tal, como aventura, la historia resulta estática, lenta y hasta aburrida. Así las cosas, difícilmente me iba a gusta.
Tal vez con el tiempo lo vuelva a leer y se me abra la mente y le encuentre cosas profundísimas. Pero mientras tanto, mi valoración será:
Puntuación: 6
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