sábado, 8 de mayo de 2010

Arrugas, de Paco Roca

Es triste admitirlo, pero más triste es robar: tengo prejuicios contra el cómic. Parece mentira que esto nos esté pasando a nosotros, que nos iniciamos en el vicio de la reseña al grito de muerte a los prejuicios contra el noveno arte. Y además en una época en la que nadie quería leer tebeos porque estaba mal visto hacerlo, no como ahora, donde la gente cool, y más aún la gente "coolta", se distingue precisamente por la lectura de “novelas gráficas". Pero es cierto, hay tebeos que he postergando una y otra vez. Simplemente, sin que haya una justificación clara y distinta, porque no me atraían. Como este Arrugas de Paco Roca, del que debe hacer más de un año que lo compré, intrigado por el aluvión de premios y alabanzas que cosechó. Y sin embargo no es hasta ahora que al fin me he decidido a leerlo. Y vaya sorpresa, no sólo me gusta, sino que me entusiasma. Por eso no me queda más remedio que reconocer públicamente mis prejuicios contra el cómic. A mi edad. Y Arrugas es un tebeo que habla de la edad.

Pero en fin, vayamos a lo nuestro. A medio camino entre el género de anticipación y el de terror, Arrugas es un emotivo relato construido con sencillez a partir de anécdotas que, como explica el propio autor en el epílogo, pueden resultar hasta divertidas, pero que sin embargo no ocultan ni un ápice del dramatismo y la crudeza de lo que cuentan. Un tebeo que nos recuerda eso que nuestra sociedad hedonista y tontorrona, tan obsesionada ella con el culto al cuerpo, a la belleza, a la juventud y al éxito preferiría ignorar: que todos estamos condenados a naufragar tarde o temprano en el deterioro físico y mental de la vejez, por más horas que echemos -o tiremos- en el gimnasio, por más cremas reafirmantes y potingues varios que nos pongamos en la cara, por más triunfos que alcancemos en la vida o por más reseñas de tebeos que escribamos. O como diría Shakespeare, que no somos más que pobres histriones pavoneándonos en el escenario de la vida durante nuestro ratito de gloria, de los que después nadie volverá a oír jamás.



En este sentido Arrugas es un tebeo que angustia y duele. Que nos obliga a preguntarnos por lo que somos y de qué materia estamos hechos. Acaso porque ese sea precisamente el problema, que estamos hechos de materia y la materia se degrada, se estropea, deja de funcionar. Querámoslo o no, nos convertimos en trastos viejos, en chismes averiados, y a los trastos viejos se les arrumba donde no estorben ni se les vea demasiado. O sea, al hogar de ancianos. Pero con ser duro el hecho de vernos dados de lado por los nuestros, tampoco es lo peor de la vejez. Lo peor es que sea la propia naturaleza la que nos abandone, porque además de materia somos sentimientos, recuerdos, deseos e ilusiones, pero cuando la materia inicia su degradación se lleva por delante todo y apenas deja nada en pie. Algo que refleja muy bien Arrugas en la figura de Emilio y su lucha estéril contra el Alzheimer, en la cruel y contradictoria toma de conciencia del proceso que le llevará a la pérdida definitiva de la lucidez.

En fin, ya digo, un tebeo conmovedor e inquietante que debería ser de obligada lectura para todos los amantes del buen cómic. Y yo evitandolo por más de un año… No tengo perdón de dios.

Puntuación: 10

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