miércoles, 29 de octubre de 2008
Palabra de dios, palabra de Mario Vargas Llosa
Quemar después de leer, de los hermanos Coen
En fin, cine para pasar el ratito sin demasiadas pretensiones.
¿Y el resto qué...?
martes, 28 de octubre de 2008
Omar Khayyam
ni enunciarlo como hacen, perspicaces, los sabios.
Construye un paraíso con el vino y la copa
que no sabes si al otro llegarás algún día
¿Y el resto qué...?
Agente 007 contra el cine de autor
domingo, 26 de octubre de 2008
I can´t speaking english, maldita sea!!!
Algún día lo aprenderé, lo juro...
sábado, 25 de octubre de 2008
Pseudoreseña pseudopoética mínima, tirando a ínfima de Yo maté a Adolf Hitler, de Jason, con un enlace
Magnífico, magnífico el último tebeo de Jason. Podéis informaros aquí.
Puntuación: 9
jueves, 23 de octubre de 2008
Californication: Sexo, amor y literatura.
Como su propio nombre sugiere, Californication se ubica entre los soleados paisajes de California; como su propio nombre quiere que tengamos bien clarito, en Californication se fornica abundantemente y de todas las formas imaginables. Hank Moody (David “Mulder” Duchovny) es un escritor de éxito al que han abandonado las musas. Para compensar y porque en algo tiene que emplear su tiempo, Hank se dedica a tirarse todo lo que se mueve. Pero no, seamos más precisos: Hank no se tira todo lo que se mueve; sólo se tira a bellezones que bien pudieran ganarse la vida como modelos. Porque que yo recuerde, de todas las mujeres –y son muchas- que pasan por entre sus brazos y sus piernas, no hay ni una que se pueda considerar ya no digo feúcha, sino ni siquiera normalilla. El caso es que Hank, que además se gasta una mala leche verbal que ríete tú del Dr. House, no actúa así porque sea un salido-obseso-adicto al sexo, como por lo visto sí que lo es Duchovny en la vida real. No, el actúa así porque tras romper con Karen (Natascha McElhone), la mujer a la que ha querido durante más de diez años y con la que tiene una hija en común, se le ha quedado el corazón más roto que a Falete. Porque en verdad de lo que habla Californication no es de sexo sino de amor: durante sus doce capítulos disfrutaremos de los desesperados intentos de Hank por recuperar el cariño de Karen. Y mientras tanto, irán desfilando lolitas chantajistas, secretarias complacientes y parejas aburridas en busca de nuevas sensaciones, además de toda la corte de amantes de Hank.
Pero si en en algún lugar reside el verdadero atractivo de la serie es, sin lugar a dudas, en la arrolladora personalidad de su protagonista principal, el borrachuzo y talentoso sinvergüenza al que da vida Duchovny perfectamente, un papel que le va como anillo al dedo y que le permite un mayor lucimiento que con el insensible y asexuado Mulder. Y eso sin olvidar la inteligencia y la calidad de sus diálogos y situaciones, con constantes referencias a la literatura y al hecho de escribir. Vamos, todos los elementos que se le pueden pedir a una buena serie: sexo, amor y literatura. Tal vez el único pero que le pueda poner es que según avanza la trama la personalidad de Hank se va diluyendo en la historia de amor y se vuelve menos ácida y menos ingeniosa. De todas formas, una serie altamente recomendable. Y a ver para cuándo la segunda temporada.
lunes, 20 de octubre de 2008
Día extraño...
...el de este lunes, que sin ser todavía las seis de la tarde, ya he juntado más de cien visitas. Lo cual, dicho sea de paso, es muchísimo para mí. ¿A qué se deberá? ¿Qué hice bien ayer? Sigo meditando.
domingo, 19 de octubre de 2008
Más La belleza de pensar: Srila Paramadvaiti swami
¿Y el resto qué...?
sábado, 18 de octubre de 2008
La vida de los otros: oda a los hombres buenos
La vida de los otros, de Florian Henckel-Donnersmarck, cuenta la particular relación entablada entre el oficial de la Stasi (el servicio secreto de la extinta República Democrática Alemana) Gerd Wiesler, el escritor con tendencias disidentes Georg Dreyman, al que Wiesler vigila y la actriz Christa-Maria Sieland, que mantiene una complicada historia de amor con Dreyman. Wiesler es un fiel producto de la maquinaria totalitaria del comunismo, un hombre gris y sistemático que cree firmemente en los principios y métodos del régimen, incluida la tortura, técnica que el mismo enseña a los jóvenes cachorros de la Stasi. Por su parte, Dreyman, cansado de la falta de libertad que se respira en el país, y expoleado por el “suicidio” involuntario de uno de sus amigos, comienza a plantearse la conveniencia de llevar acabo actividades disidentes. En tanto, la actriz Sieland se encuentra atrapada entre su amor por Dreyman y el acoso y la depredación sexual al que la somente el ministro de cultura. En este escenario opresor, que recuerda del algún modo al de las narraciones de Kafka, Wiesler será encomendado para vigilar a la pareja en busca de algo que delate las actividades subversivas de Dreyman. Sin embargo, lo que debería ser un trabajo rutinario, se convertirá pronto en toda una experiencia reveladora para Wiesler: en su labor de escucha, el oficial de la Stasi se irá empapando de las ideas del escritor, que le irán calando poco a poco y haciéndole plantearse sus propios principios. Sin contar, claro, la decisiva atracción que ejerce sobre él la cautivadora bellaza de Sieland. De esta manera, la película pone magistralmente de manifiesto el omnipresente poder del estado totalitario en la vida de los individuos dentro de esa monstruiosidad que fue y desgraciadamente sigue siendo el comunismo. Sin embargo, frente a esta intromisión absoluta, aun queda un pequeño resquicio para la rebelión individual, encarnada en la toma de conciencia de Weisler y en su heroico y silencioso apoyo a Dreyman. Henckel-Donnersmarck construye así, con sus imágenes cargadas de sobriedad y las ajustadísimas interpretaciones de los actores, una oda a los hombre buenos, un canto a aquellos que se la jugaron exponiéndose a perderlo todo en pos de la defensa de lo que es justo. Un film sincero y emotivo que deja huella.
En fin, me ha quedado algo deslavazada y no demasiado profunda, pero vale, para lo desfondado que estoy, puede servir.
Roberto Bolaño: Otro escritor de pura cepa
Vargas Llosa nos recomienda un libro
La belleza de pensar: Roberto Bolaño
martes, 14 de octubre de 2008
Ay, qué duro es ligar
¿Seré machista si me hace gracia este video? Posiblemente sí, pero que le vamos a hacer, ya dije en otra ocasión que lo soy de forma incorregible. Llueve sobre mojado...
domingo, 12 de octubre de 2008
III Día del lector de La vida en viñetas
viernes, 10 de octubre de 2008
Vicky, Cristina, Barcelona en Días de cine
¿Quién es Jean Marie Gustave Le Clezio?
¿Y el resto qué...?
Sabiduría popular
-Yo mismo en cualquier noche de desesperación-
jueves, 9 de octubre de 2008
Poeta talentoso
James poseía un don muy especial: era capaz de escribir un poema con su propio semen mientras se corría. Y si bien es cierto que no eran poemas geniales, sí que hay que reconocer, en honor a la verdad, que al menos revelaban cierto talento. ¿Y el resto qué...?
martes, 7 de octubre de 2008
El escritor (7ª entrega): Al fin...
Tal vez para muchos lectores de estas notas no resulte nada fácil comprender lo que les voy a explicar ahora; seguramente tampoco lo sería para mí si fuera otro quien tratara de hacérmelo entender. Pero créanlo o no, con el tiempo la insatisfacción se fue adueñando de mi ánimo y la infelicidad acabó por instalarse en mi vida, como si se me hubiera ido filtrando, gota a gota y casi sin darme cuenta a través de la piel. Y eso a pesar de tenerlo todo a mi disposición, de no resistírseme nada y de bastarme con desear cualquier cosa para conseguirla al instante. Y cuando digo cualquier cosa me refiero realmente a cualquier cosa: durante aquel tiempo conocí el éxito en todos los órdenes de la vida; recibí el reconocimiento y la admiración de mis colegas, me codee con los personajes más destacados del momento, viví apasionados y torridos romances con las mujeres más hermosas e inteligentes de nuestra época; di la vuelta al mundo varias veces, comí en los mejores restaurantes del planeta y créanme que degusté cualquier manjar que puedan imaginar; gocé de cualquier perversión sexual que puedan soñar; viví cualquier experiencia que puedan anhelar. Y sin embargo cada vez me dominaba más la sensación de que en el fondo nada de todo aquello tenía que ver conmigo, de que mis logros me eran completamente ajenos y que seguiría cosechando el mismo éxito aunque empaquetara mis apuntes de la universidad y los entregara a la imprenta como si fuera mi última novela. Por supuesto, no me resistí a hacer la prueba.
A pesar de lo se han empeñado en defender los críticos de todo el planeta, "Álgebra de color añil" no es “la más profunda, radical y lograda ruptura de los límites narrativos de la novela”. No es tampoco ese "experimento lingüístico definitivo que hace saltar por los aires el edificio narrativo que la tradición occidental se ha empeñado en construir durante los últimos dos milenios y medio, al tiempo que nos enseña, como si acabáramos de nacer de nuevo al hecho literario, que lo inefable puede ser puesto por escrito con absoluta claridad y abrumadora brillantez” que han querido ver otros. No, no es nada de eso: "Algrebra de color añil" es tan solo una amalgama azarosa y sin sentido de más de cien páginas dedicadas a la resolución de integrales, infinitesimales, senos, cosenos y arcotangentes deficientemente anotadas unidas a otras tantas páginas de explicaciones sobre verbos frasales, guerras entre persas y griegos y definiciones de las variables del marketing dadas por alguien que no se ha enterado de nada. Una verdadera desfachatez. Sin embargo fue unánimemente recibida como la novela más importante de la historia de la literatura. Ante esto, como comprenderán, no me restaba más alternativa que hundirme en el desespero y la frustración. Cosa que lógicamente hice.
sábado, 4 de octubre de 2008
A fondo: Julio Cortazar
¿Y el resto qué...?