viernes, 6 de enero de 2017

Lucille, de Ludovic Debeurme

¿Qué hubiera pensado Will Eisner de una obra como ésta? ¿No era justamente esto lo que quería hacer cuando prácticamente eliminó el marco de las viñetas de sus novelas gráficas? No lo sé, pero sin menospreciar a los maestros clásicos, tengo la impresión de que es ahora, y sólo ahora, de la mano de la novela gráfica cuando todo el aprendizaje acumulado durante más de un siglo de tebeos está empezando a cristalizar en un dominio  pleno y consciente de sus recursos. Me encanta la forma que tiene Debeurme de traducir la realidad a ese estilo gráfico tan mentirosamente sencillo, trazos apenas sin modulación, líneas llanas y muy claras que rara vez se quiebran, un dibujo que parece tan torpe y tan infantil y sin embargo...  

Y sin embargo, qué maravilla de personajes, cuánta verdad la de sus itinerarios vitales. Supongo que muchos dirán que el tebeo habla de la anorexía... ¿será posible que siempre haya que buscarse una coartada de este tipo?... pues no, no habla de eso, habla de gente que no encaja, les falte o no una pierna, y ya está; que se saben fuera de las grandes ligas, de los círculos donde se cuece lo que se cuece y están los que cuentan... Gente que sin embargo pelea por no perder su dignidad, por no dejarse engullir por la mirada miope y empobrecedora de los apóstoles de lo convencional. Igual habrá quien no entienda nada, que no vea nada en ellos, que se aburra hasta la saciedad con sus peripecias;  no importa, no es ese el drama. Ellos tienes tebeos de sobra. Lo importante es que también los tengan quienes si se identifican con Lucille y Vladimir.

Por cierto ¿para cuándo el siguiente volumen? Porque se supone que este era sólo el primero...

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