No, pese al título de la entrada no pienso reseñar el comic de Jan, que, por otra parte, aún no he leido y posiblemente ya nunca lo haga; hace tiempo que perdí cualquier interés por las aventuras de Superlopez. Hoy, con la modestia que me caracteriza prefiero desvelaros las verdaderas cuasas de ese fenómeno ya viejo, pero que parece estar cada vez más en boca de la opinión pública: el botellón.No deja de ser curioso la frecuencia con la interrogados al respecto los jóvenes suelen apuntar, como principal motivo, a la cuestión económica, como si el problema se redujera a lograr que se emborrachen a un precio razonable cada fin de semana y a ser posible con las comodidades de un local en lugar de la fría intemperie. Ciertamente algún problema se solucionaría así –de limpieza y orden público mayormente-, pero no creo que sea éste precisamente el meollo de la cuestión. Como tampoco parece demasiado sensato plantearnos la dicotomía entre botellón sí o botellón no. Después de todo el botellón no es otra cosa que una forma más, tan valida como cualquier otra, de la que los jovenes disponen para socilizarse y compartir momentos de ocio. Y supongo que nadie está en contra de su socialización. Tal como yo lo veo, es decir tal cual es la cosa en si misma, la cuestión verdaderamente interesante sería preguntarnos el porqué de que el botellón se haya convertido prácticamente en el único punto de encuentro entre ellos, por qué ha fagocitado a cualquier otra alternativa en las relaciones entre los jovenes. Acaso aquí sí que podamos encontrar la consecuencia verdaderamente grave del asunto: el éxito mayoritario y casi exclusivo del botellón está generando y pone de manifiesto un empobrecimiento en las inquietudes y hábitos de ocio de los mismos.
Ya va siendo hora de que de una vez por todas nos planteemos con seriedad el tipo de individuo que queremos que prospere en nuestra sociedad y que seamos consecuente con las medidas que sean necesarias para ello. O eso, o nos dejamos de tanta hipocresía y nos ahogamos alegremente en la tempestad que nos hemos empeñamos en sembrar.
Totalmente de acuerdo. Siempre he creído que en los colegios debería enseñarse a los niños a despertar su espíritu crítico, y a no creerse nada de lo que digan por la tele. Por desgracia, la tendencia es justo al contrario (esto es USA, o poco nos falta). La educación, que debería ser lo más importante de una sociedad, aquí parece que se lo toman a cachondeo.
ResponderEliminarCon ese panorama, emborracharse parece la mejor opción, no me extraña.
Y es verdad, lo que ha perdido Jan, con lo que ha sido...