domingo, 17 de abril de 2022

Tom Strong, de Alan Moore, Chris Sprouse y VV.AA.

 


Carece del grandioso trasfondo mítico-mágico-místico de Promethea o de la apabuyante red metaficcional de The League Of Extraordinary Gentlemen, incluso de esa novedosa estructura de serie televisiva de Top Ten. Sí, las historias de Tom Strong son sencillas pero no nos equivoquemos, también muy entretenidas. No hay coartadas ni excusas aquí: todo se construye a base de pulso narrativo. Y de mucha imaginación. De hecho no hay variante de la literatura superheroica, de la literatura de ciencia ficción, de la literatura fantástica o de la literatura de aventuras que no encuentre un hueco entre sus páginas. Por ellas desfilan elegantes villanos tecnológicos, nazis pechugonas, hormigas gigantes, héroes del futuro, héroes del pasado, animales antropomórficos, mundos paralelos y todo cuanto se nos pase por la cabeza para componer un fresco de lo que puede dar de sí  la narrativa pulp.  

 


En este sentido es cierto que las historias son siempre entretenidas, sin embargo hay que señalar en el debe de la serie que esa falta de proyección en una estructura narrativa más ambiciosa las hace a veces un poco monótonas e intrascendentes. De hecho en el conjunto de relatos se destacan las escasas trilogías que aparecen. De ellas me quedo claramente con la compuesta por los números 20, 21 y 22 de la serie, una historia alternativa de lineas temporales paralelas y viajes en el tiempo que es todo un compendio del mundo de Tom Strong o incluso de lo que podría haber sido y no ha llegado a ser.  En esta trilogía, que hace de despedida de Moore al frente de los guiones, por lo menos hasta el episodio final, el 36, el autor inglés parece echar el resto y dejarnos una pequeña obra maestra repleta de entretenimiento. 

Con todo, leida más a ratos perdidos que de una sentada, resulta una lectura más que recomendable. Además necesaria si queremos tener una visión omniabarcante y completa de la obra de Moore.




¿Y el resto qué...?

jueves, 17 de marzo de 2022

La isla, de Mayte Alvarado


Hay novelas gráficas que saben burlar los controles del intelecto para apelar directamente  al goze estético, a sensaciones e impresiones que pasan por encima del intento de racionalización. No es que no puedan ser explicadas o que no desarrollen temas y argumentos dignos de análisis, es que dejan ese esfuerzo de la consciencia en un segundo plano. Caso de La isla de Mayte Alvarado, un relato intimista que se hace grande gracias a su impresionante apartado gráfico y a su muy cuidado ritmo narrativo. Esos son, a mi entender, los dos grandes protagonistas de la novela gráfica. Temas como la soledad, el aislamiento, la perdida o la necesidad de escapar componen la novela gráfica pero parecen poco más que pretextos para que las pinturas nos seduzca con su hábil uso del color y la sabia construcción de un ritmo narrativo que nos envuelve en su atmosfera misteriosa de personajes enigmáticos. 





¿Y el resto qué...?

jueves, 24 de febrero de 2022

The League Of Extraordinary Gentlemen: Century (1910, 1969 y 2009) de Alan Moore y Kevin O'Neill

 


 Mantiene la unidad temática pero evidentemente no hablamos de un único volumen sino de una trilogía. Y es que aunque la trama sea común el resultado es muy desigual entre las partes. De ellas me quedo claramente con 1910, una ópera de papel al ritmo de las canciones de la Ópera de tres centavos de Bertolt Brecht, donde además el arte de Kevin O'Neill raya a su más alto nivel. Así mismo se nos presenta al personaje de Janni Dakkar, que después protagonizará la trilogía de novelas gráficas de Nemo. El leitmotiv que da unidad a las tres partes es el plan de Oliver Haddo para crear un anticristo y llevar al mundo al apocalipsis -el enésimo en la obra de Moore-, pero en 1910  apenas alcanza a ser una anecdota lateral, centrándose en las peripecias de la hija del capitán Nemo en su intento infructuoso por escapar del legado opresivo de su padre. Entre las curiosidades de esta primera parte, el papel que otorga Moore a Mackie el navaja, a medio camino entre el que le asignara el propio Brecht y el del destripador de Whitechapel. También me atrae el final sangriento que arrasa con los muelles de Londres.

Por su parte en 1969 parece imperar la divisa Sexo, magia y Rock & Roll. Y es que en plena era hippie la música sigue siendo un elemento fundamental del tebeo, aunque pierde presencia en comparación con su predecesora 1910. A cambio toma relevancia los planes mágicos de Haddo, que conspira ahora para hacerse con el cuerpo de Terner -Turner en la película Perfomance de Nicolas Roeg- , lider de la Purple Orchestra y alter ego de Mick Jagger y sus Rolling Stone. Todo ello aderezado con modelitos y peinados sesenteros, el desprejuiciado sexo de la época, pastillas de taduki, psicodelia y viajes astrales. Una combinación algo indigesta que va preparando al lector para la resolución en 2009.

Y digo que va preparando al lector porque esta tercera parte es aun más barroca que la anterior. Hay que advertir que, seamos honestos, una segunda lectura coloca todos los elementos en su lugar y hace más digerible los detalles, como es habitual en la serie, pero la primera lectura es complicada. Máxime cuando de repente aparece un gigante calvo con muchos ojos en la frente que por lo visto es Harry Potter y que se saca porque sí la chorra -en verdad porque es su barita mágica- y dispara rayos fulminantes por ahí y se carga a Allan Quatermain y después baja Mary Poppins en persona -que además posiblemente sea Dios mismo- y convierte a Harry Potter en un dibujo de tiza... Pero es cierto, colocados todos los detalles en su sitio, ya sea con el apoyo de páginas anotadas de internet, la cosa más o menos funciona. Desgraciadamente a estas alturas ya se ha perdido gran parte de la diversión y la frescura que caracterizaban al primer volumen.

 



¿Y el resto qué...?

miércoles, 16 de febrero de 2022

The League Of Extraordinary Gentlemen: Dossier Negro, de Alan Moore y Kevin O'Neill

 


  Y aquí empiezan los problemas... No tanto por la sobreabundancia de referencias literarias y cinematográficas, que haberlas haylas, sino más bien porque es el primer volumen cuya parte historietada no puede leerse de manera independiente de los anexos que acompañan a la novela gráfica. El paso entre el volumen I y el volumen II era los suficientemente suave como para permitir esa lectura autónoma: misma época, mismos personajes, información bien dosificada. Pero el paso al Black Dossier es desconcertante. Saltamos de época, los personajes cambian sin que en principio se nos explique nada -¿quién es este nuevo Allan Quatermain? ¿qué pasó con el anterior?-  y por cambiar cambiamos hasta de género. Del último volumen a este el tebeo transita de la aventura decimonónica hacia el género de espías propio del periodo de posguerra. Y es que como si fueramos espias somos nosotros mismos los que tenemos que rebuscar en la documentación del Dossier negro la información necesaria para completar los huecos de la parte historietada. Lo cual hace bastante más exigente su lectura, por no hablar de que entorpece mucho su ritmo.

 Ahora bien, ¿merece la pena este sobreesfuerzo? Diría que sí. Moore juega duro pero con honestidad y los anexos, que están integrados en la propia historia de modo que los vamos leyendo al mismo tiempo que los protagonistas, dibujan una vasta red ficcional que cubre los años intermedios de la liga, revela sus origenes y antecedentes, muestra a sus homólogos franceses y alemanes, descubre al equipo de Warralson, presenta personajes tan relevantes para el siguiente volumen como el/la inmortal Orlando o como el mago Oliver Haddo o da las claves para entender la trama de espionaje de la propia novela gráfica. En este sentido el Dossier negro ahonda en lo iniciado con el Nuevo Almanaque del Viajero del volumen II y da una medida de la complejidad del proyecto metaficcional de Moore. 

Por su parte la historia de espias cumple, introduce personajes como Emma Night y tiene sus momentos intensos, con James Bond como malo malísimo. El único pero que le pondría yo es que la parte del Mundo Llameante del final se me hace algo indigesta.

Resumiendo, un volumen exigente pero interesante.



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domingo, 13 de febrero de 2022

The League Of Extraordinary Gentlemen: Volumen II, de Alan Moore y Kevin O'Neill



Este segundo volumen no tiene el punch del primero, sobre todo por su final algo previsible, no por más consecuente con el relato original menos decepcionante. Pero el volumen, que consigue mantenerse dentro de la sencillez narrativa de la que después tanto adolecerá la serie, está jalonado de aciertos que lo siguen elevando a un lugar destacado dentro del conjunto del universo de "la liga". Los que más me gustan a mí:

 

*La evolución del personaje de Edward Hyde: 

Ya se apuntaba en el primer volumen que el alter ego de Henry Jekyll era algo más que una masa de músculos con muy malas pulgas. En este segundo volumen lo vemos más comedido, con más momentos íntimos -no lo digo solo por su affaire con Griffin-, más melancólico y enamoradizo y además capaz de los más altos sacrificios. Tanto que estoy por decir que acapara el espectáculo del volumen.


*Los maravillosos trípodes marcianos: 

Hyde es el protagonista de parte de los buenos. Los trípodes los son de parte de los malos. Y casi están a su altura. Magníficas todas y cada una de las escenas donde aparecen.


*El sensacional primer número:

 Ambientado en casi su totalidad en Marte y hablado en parte en marciano, este primer número es desde un punto de vista estético una verdadera delicia. Todo es hermoso en él, los paisajes del planeta rojo, las distintas razas marcianas, la guerra tumultuosa...


*El color de Benedict Dimagmaliw:

 Mucho rojo por todas partes.

 

*El impresionante currazo que hay detrás de El Nuevo Almanaque del Viajero:

Reconozco que a mí el complemento literario de este volumen se me hace algo indigesto pero no por ello puedo dejar de reconocer el exhaustivo trabajo realizado por Moore para cartografiar los territorios de la fantasía. No deja rincón mágico de los cinco continentes por explorar. Además aquí se pone la primera piedra para urdir una red de referencias metaliterarias que después se hará necesaria consultar para entender las subtramas del propio cómic.

Y eso es cuanto tengo que decir.



¿Y el resto qué...?