domingo, 25 de febrero de 2007

Sentido homenaje a mi amigo M.

Que nadie se me enfade; no pretendo atacar ninguna santa institución: esto sólo es un pequeño y prometido homenaje a mi evangelista amigo M. Va por tí.


Por cierto, aprovecho la ocasión para recomendar la estupenda página Asbabayando Asgaya, de dónde han sido tomadas estas dos reveladoras viñetas. Merece mucho la pena pasarse por ella y conocer el trabajo de este genio. ¿Y el resto qué...?

miércoles, 21 de febrero de 2007

El Amnios Natal, de Alan Moore

Dice Francisco Naranjo en Alan Moore (Magia y precisión) -obra que recomiendo vivamente- sobre la escritura del guionista ingles: Moore disfruta con la escritura. Probablemente más que del mero ejercicio fabulador. Ama el hecho físico de escribir. Ama las palabras, su poder, los ritmos de cada frase, de cada párrafo”.
Esto es algo que se hace especialmente patente en Serpientes y escaleras o en El Amnios Natal, obras que fueron escritas fundamentalmente para ser leídas ante un auditorio; para fascinar a través de la sugestión del oído. El problema surge cuando se pretende transformar su naturaleza y se las quiere convertir en algo tan predominantemente visual como lo es un cómic.
La culpa, en todo caso, le corresponde a Eddie Campbell, que es quién llevó a cabo las adaptaciones, pero aun así no me resisto a la tentación de darle un buen tirón de orejas (tal vez mejor se lo doy en las barbas) al propio Moore por su concepción de la escritura, que en mi opinión deriva con demasiada frecuencia en el solipsismo. Puede que para él tengan sentido todas y cada una de las imágenes que propone, pero lo ciertos es que con tanta retórica se hace muy complicado la plena comprensión de su discurso.
Con todo, me queda la sensación de que a pesar de sus puntos en común con Serpientes y escaleras, como pueda ser esa visión entre científica, mística y poética de la vida humana –además de las propias ilustraciones de Campbell-, The Birth Caul es bastante inferior a aquella. Y lo es, al menos en mí opinión, precisamente y sobre todo por estos mismos excesos verbales. Tanto que la obra se queda en un montón de oscuras vaguedades de las que a duras penas se puede intuir algún sentido. Y aunque posiblemente fuera eso precisamente lo que Moore pretendía hacer, lo cierto es que para mí El Amnios Natal sigue siendo una soberana estupidez que aburre a las ovejas.

Puntuación: 4




¿Y el resto qué...?

lunes, 19 de febrero de 2007

Para que yo me llame Ángel González

Desgraciadamente, sobre todo para mí, no soy un buen lector de poesía: por lo general me cuesta mucho entenderla. Pero de vez en cuando encuentro algunos versos, como estos de Ángel González, que son capaces de removerme por dentro. Así que, para gozo de todos, aquí os los dejo. Y aquí teneis un enlace por si quereis oirlos en la voz del propio poeta.


Para que yo me llame Ángel González

Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo el mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...



¿Y el resto qué...?

lunes, 12 de febrero de 2007

La mala gente, de Étienne Davodeau

No sé si se habrán dado cuenta, pero si no, tampoco me cuesta reconocerlo abiertamente: mis tendencias políticas son izquierdosas. Aunque, más bien, para ser precisos, lo que realmente me tira, lo que de verdad excita mi imaginación y da calor a mi corazón, no es otra cosa que el anarquismo. Pero puesto en la obligación de elegir entre los valores teóricos –y digo teóricos porque después, en la práctica, son casi la misma mierda- de la derecha o la izquierda, prefiero, y con mucho, los de ésta última.

Así las cosas, ¿qué puedo yo decir de La mala gente –Una historia de militantes- del galo Étienne Davodeau? Pues la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad: que es un pedazo de tebeo como la copa de un pino.

Y es que no puedo dejar de emocionarme leyendo las andanzas de estos humildes sindicalistas de Botz en Mauges, de estos luchadores incansables que se negaron a renunciar a sus convicciones más profundas y se revolvieron, como si de superhéroes al uso se trataran, contra la injusticia, la desigualdad y la falta de libertad; que se batieron, en resumidas cuentas, por mantener intacta su dignidad personal y colectiva. Así La mala gente supone un épico acercamiento al nacimiento, evolución y triunfo de la conciencia social y de clase en la región de los Mauges franceses, de la que es originario Davodeau; una región que se vio sacudida por las inevitables estrecheces económicas tras su liberación de la ocupación nazi en 1946, dificultades que además se vieron acrecentadas por una mentalidad general marcadamente conservadora. Para ello Davodeau se centrará en las peripecias vitales de sus progenitores, ambos hijos de familias humildes de la región que, tras verse obligados a abandonar prematuramente la escuela, inician sus respectivas vidas laborales bajo el signo de un futuro casi tan poco halagüeño como el presente. Allí encontraran un mundo gris y hostil donde serán reducidos a poco más que factores de producción. Frente a esa alienación laboral solo podrán encontrar una vía de escape a través de la figura de un joven cura recién llegado a la región que traerá consigo nuevas ideas hasta entonces inimaginables. Es de esta manera como se verán envueltos rápidamente en la creación de los primeros colectivos sindicales, que poco a poco, logro a logro, irán adquiriendo entidad y asentándose en la vida social de la región. Sin embargo, cada éxito, ya sea pequeño o grande, no supondrá cosa distinta que el pistoletazo de salida para una nueva lucha, para la reivindicación de nuevos derechos que permitan mejorar las condiciones de trabajo de los obreros y el acercamiento hacia la justicia social.

Davodeau hace así una más que interesante excursión a través de tres décadas de luchas que le sirve para ofrecer un sentido tributo al movimiento sindical, sin cuyos esfuerzos no podría explicarse la actual Francia del bienestar social (¿estarán de acuerdo conmigo los involucrados en los disturbios públicos del año pasado?) y un no menos emotivo homenaje a sus padres, sin cuya labor no podría entenderse quien es Davodeau (¿estará de acuerdo conmigo el autor?).

Bien, hasta aquí el argumento; más o menos lo que podríais encontrar en la contraportada, pero con más retórica de la mala. Toca ahora adentrarse en esa sección que tanto me gusta últimamente, la de comparativas. ¿A qué me recuerda –y por qué- La mala gente? Pues nada más y nada menos que al Pulitzer Maus. Pero, cómo, si aquí no hay ni nazis ni judíos, ni ratones ni gatos ni perros. Ya, pero tenemos a un hijo indagando en la historia de sus padres, cuyo proceso sirve de excusa para el desarrollo del cómic, que se incluye dentro del mismo, que enseña su trabajo a éstos y lo discute con ellos. Como en Maus. Aunque en verdad, más allá de paralelismos narrativos, poco tienen que ver uno y otro.

En fin, abreviando, un magnífico cómic que hará emocionarse a quienes se emocionan con estos temas y, supongo, irritará a quienes se irritan con ellos. Aunque, si son honrados, no podrán dejar de admirar las excelencias objetivas de este La mala gente: después de todo, el arte también se puede disfrutar aun cuando nos horrorice lo que cuenta. Yo, por ejemplo, me maravillé en su día con las majestuosas imágenes de El triunfo de la voluntad y la soberbia imitación que Hitler hace de Chaplin.

Puntuación: 10

¿Y el resto qué...?

sábado, 10 de febrero de 2007

Cumpleaños feliz

Parece mentira, pero hoy hace todo un año que empecé a dejar por escrito aquí mis desvaríos y extravíos mentales. Y lo parece porque en este periodo he realizado menos entradas de las que hubiera realizado cualquier otro en la mitad de tiempo. Pero lo que no se me podrá negar, al menos, es la diversidad de temas de la que siempre he hecho gala en mi blog: desde reseñas literarias, cinematográficas (joder, si hasta dejé mis impresiones sobre la saga de Rocky), deportivas (¡¡¡Alí Bumaye!!!) hasta atreverme incluso con la creación de mis propias narraciones. Toma ya. Y eso sin mencionar posts tan antológicos como el dedicado a la comparativa de pipas de girasol o un par de reseñas de obras inexistentes. Ah, claro, y los cómic… sí, de eso también hablé.
Pues nada, que muchas gracias a todos los que en alguna u otra ocasión me habéis leído. Y vamos a por otro añito.

¿Y el resto qué...?