viernes, 25 de julio de 2008

...Y 81.

Apenas 25 de julio y ya he igualado las entradas del año pasado. Soy un machote. ¿Y el resto qué...?

¿Es esto un boxeador?

Hace tiempo que me quieren vender a Kimbo Slice como el peso pesado del momento. Hace tiempo que me vengo negando a considerarlo si quiera un boxeador. Es cierto, a la vista de los resultados que está consiguiendo en la MMA esa, que al menos es un luchador, pero para mí no es otra cosa que una matroska, una de esas muñecas rusas que sólo pueden envolver a otras muñecas como ella, pero un poco más pequeñas. Eso es lo que ha demostrado hasta el momento Kimbo, que es un paquete capaz de ganar a otros paquetes peores. Pero de ahí a considerarlo un boxeador... En mi humilde opinión este tipejo no podría aguantarle más allá de tres asaltos a un peso pesado de categoría. Posiblemente ni a los actuales, que ya es decir. Pero vamos, imaginar a Kimbo en un enfrentamiento con Ali, con Holyfield, con Holmes o con Foreman en sus años mozos y con reglas de boxeo... Un poquito de respeto a los nombres verdaderamente gloriosos que han hecho grande esta disciplina. Hombre.

¿Y el resto qué...?

A un dios ocioso (Poema ético por desgaste)

Beatas de plástico purulento
Arrecifes de Corán luciferino
Por qué no hay más carriles de tráfico lento
Que de amor llenen tus grietas con un besino

¿Y el resto qué...?

De mal en peor

Decía un personaje de Los Simpson, al que recuerdo perfectamente pero no me da la gana nombrar, que las cosas irían de mal en peor hasta acabar solucionándose. Por su parte el Dr. Manhattan nos recordaba que nada acaba nunca. Es decir, siguiendo un sencillo silogismo aristotélico, podemos concluir que las cosas Irán (el país de Marjane Satrapi) de mal en peor para siempre. Yo por mi parte, que nunca he estado en Springfield, ni he perdido mi campo intrínseco ni creo en la filosofía más allá de la mera consideración de juego de la fantasía ociosa, no me voy a atrever a tanto: me conformo con constatar y compartir el hecho evidente de que de momento las cosas efectivamente van de mal en peor. Ya veremos si se solucionan o se eternizan por siempre jamás. El caso es que si antes tenía poco tiempo, pocas ganas y poca creatividad para postear, ahora no tengo ni conexión a internet. Lo cual, admitámoslo de una vez por siempre, me rebaja a la altura de los animales de la selva, de los salvajes de las tribus amazónicas o de los presidentes de los EE.UU. Verdaderamente lamentable. Y es una pena porque llevaba un buen ritmo este año: apenas en siete meses casi el mismo número de entradas que en todo 2007 (77 frente a 81). Para intentar paliar un poquino (que castúo suenan los diminutivos acabados en –ino/a) tan dramática coyuntura, tan cruel cruce de destinos, estoy probando la conexión inalámbrica telekinesica. Consiste en imprimirle la suficiente intensidad y vigor al pensamiento propio como para que pueda ser captado por la antena wifi de mi ordenador. Por ello me he pasado toda la tarde de ayer practicando el cierre categorial de don Gustavo Bueno, que aunque aun no me acaba de cerrar del todo -será por eso de que nada acaba nunca-, sin duda me ha tonificado las ideas. Lo único malo es que mi placa receptora capta mis disquisiciones con excesivas interferencias y las traduce como le viene en ganas. De hecho, esto que leéis ahora, una chorrada lo tomemos como lo tomemos, no tiene absolutamente nada que ver con el rigor y la profundidad de mis meditaciones metafísicas. En fin, seguiré perfeccionando la conexión.

¿Y el resto qué...?

miércoles, 16 de julio de 2008

Las 10 mejores películas de la historia del cine según Días de cine: Centauros del desierto (John Ford)

¿Y el resto qué...?

Minireseña comiquera de verdad: Espera..., de Jason

“…la verdad es que esta no ha sido la vida que yo esperaba… lo habría entendido si se tratará de un castigo… si hubiera sido una mala persona… pero no lo soy…”


Sólo por este pequeño monólogo de su protagonista enfrentado a la muerte, muy bergmaniano él, ya estaría más que justificada la nota final que le voy a otorgar a Espera..., de Jason. Porque pocas veces se ha expresado de forma tan concisa y tan vehemente toda la carga trágica que conlleva una vida rutinaria y gris; frustrante en definitiva. Eso es Espera..., el inmisericorde retrato de una vida desilusionada, agobiada por las promesas rotas que jamás llegaron a fraguarse. Pero además la maestría de Jason hace buena la vieja máxima que dicta que, en arte, menos es con frecuencia más: la austeridad narrativa del noruego no ahorra al lector ni un ápice de desolación y tristeza. Otra pequeña maravilla.

Puntuación: 9

¿Y el resto qué...?

martes, 15 de julio de 2008

Las 10 mejores películas de la historia del cine según Días de cine: El río (Jean Renoir)

En la navidad de 1999, coincidiendo con el fin de siglo y el cambio de milenio, Día de cine, el veterano programa de TVE, entonces aún presentado por el insustituible Antonio Gasset, dedicó un par de programas a hacer repaso a los 10 mejores films, los 10 mejores directores, los 10 mejores actores y las 10 mejores actrices de la historia del séptimo arte. El resultado fue un suculento puñado de reseñas que con paciencia iremos recordando aquí. Empecemos con las pelis, nada menos que con El río, la maravillosa obra maestra de Renoir.

¿Y el resto qué...?

viernes, 11 de julio de 2008

Un trabajo fácil

Fue sobre las cuatro de la madrugada cuando golpearon violentamente la puerta de mi apartamento. He visto a Satanás caer del cielo anunció Billy al tiempo que entraba magullado y tropezando con los muebles hasta terminar tumbado en mi tresillo. Me dolía mucho el brazo y pensé en acabar con todo en ese momento, pero preferí servirle un whisky y escuchar su historia. Quería que fuera plenamente consciente de la situación. Me contó cómo le había localizado y seguido el fulano al que encargaron liquidarle. Es un tipo enorme que se mueve con la agilidad de un felino, Jhonny. Ni me percaté de su presencia hasta que lo tuve encima, y por Dios que casi acaba conmigo. Créeme que no pude ni verle la cara. Por suerte le hice un corte en el antebrazo y conseguí soltarme. Sólo tú puedes echarme una mano con ese tipo. Se echó el whisky al goleto de un solo trago y esperó ansioso mi respuesta. Claro Billy, cuenta conmigo, contesté. Deja que me vista y recoja mi magnum. Fue al volver de mi cuarto cuando se percató del corte que me cruzaba el antebrazo de derecha a izquierda. Quedó rígido dominado por el miedo y la sorpresa: introduje el cañón de mi pistola en su boca y le volé la cabeza.

¿Y el resto qué...?

miércoles, 9 de julio de 2008

Minireseña comiquera: La sartén por el mango, de Jaroslav Havle

Si el cómic checo es ya de por sí un completo desconocido por estos lares, qué decir de un autor como el mítico, misterioso y descorcentante Jaroslav Havle, que apenas escribió y dibujó un tebeo antes de abandonar el mundo del arte para dedicarse al estudio de la medicina natural. Así que no nos puede extrañar demasiado que una obra maestra de la talla y la envergadura de La sartén por el mango, que de pertenecer a cierto barbudo inglés que todos conocemos ya hubiera sido elevada a los altares, nos suene más a programa de cocina de la dos que a noveno arte. Y más si tenemos en cuenta que la última edición en castellano es del remotísimo y preconstitucional 1974.

La sartén por el mango es una obra de búsqueda, de despertar a los misterios insondables de la existencia, de iniciación agridulce en los placeres y en las heridas del amor. Hugo ha vivido sus primeros diez años cómodamente instalado en el seno protector de una acaudalada familia burguesa, pero tras la muerte de todos sus miembros en las revueltas que dieron origen a la Revolución Rusa no le quedará más remedio que abandonar precipitadamente su infancia y empezar a valerse por sí mismo. En esta situación angustiosa el muchacho entrará en contacto con una serie de personajes pintorescos que le irán desvelando la verdadera cara de la existencia: la pobreza, la miseria moral, la crueldad gratuita y la depravación sexual que asolan las calles de la Rusia comunista le darán la bienvenida en su nuevo status de adulto forzoso. Pero Hugo, rebosante de inteligencia, aprenderá pronto a mantenerse a flote entre dos aguas, cediendo lo justo para asegurar la supervivencia del cuerpo y revelandose sutilmente para asegurar la del alma. En este contexto se hace especialmente interesante la compleja relación de amor-odio que entabla con Amire, una hermosa joven que antaño fuera vecina de su familia y que ahora trabaja para los servicios secretos del Kremlin, para la temible KGB. Sin embargo lo que en principio debería ser un sencillo trabajo para la implacable Amire pronto se transformará, gracias a la inteligencia y al encanto de Hugo, en un apasionante juego de caza en el que no queda nunca claro quién es el depredador y quién la presa; en el que el enigmático mango de la sartén irá rotando de un extremo a otro llevando a ambos personajes hasta los límites últimos de su propia identidad. Finalmente, como no podía ser de otra manera, acabará por hacer acto de presencia la muerte, simbolizada en el suicidio involuntario del pastor Oblomov, con el que se da fin al vertiginoso toma y daca de los amantes enemigos. Una conclusión que hace pensar en el carácter destructivo de las relacionen humanas y en la imposibilidad de retener más que por un breve periodo de tiempo a los seres queridos.

Pero si por algo destaca verdaderamente el trabajo de Havle no es por otra cosa que por la poderosa impronta que deja su dibujo, capaz de combinar en cada viñeta la fuerza descontrolada de los colores y líneas de Kandinsky junto con la sencillez elegante, casi de infancia tierna, de Miró. Una gozada para los sentidos que nos obliga a preguntarnos que nuevas maravillas nos hubiera podido ofrecer este demiurgo en viñetas de no haber abandonado tan tempranamente su pasión por el cómic. Pero eso pertenece ya al limbo de los deseos imposible.

Puntuación: 11 (No me cabe en las escalas)

¿Y el resto qué...?

martes, 8 de julio de 2008

A un dios cualquiera: Poema épico por entregas

Sangran los patos en los estanques
Vuelan las almas por doquiera
A un dios cualquiera
Aplastan de acero bajo los tanques

¿Y el resto qué...?

lunes, 7 de julio de 2008

Dios salve América… (Las 10 leyes sexuales más absurdas de Estados Unidos)

1. El sexo oral es ilegal en 18 estados.
2. En Virginia es ilegal hacer el amor con las luces encendidas.
3. En Willowdale, Oregon, es ilegal que los maridos pronuncien guarrerías durante el fornicio.
4. En Georgia es ilegal el sexo entre personas solteras.
5. La única posición del acto sexual permitida en Washington, DC es la del misionero.
6. En Connorsville, Wisconsin, es ilegal disparar un arma mientras su pareja tiene un orgasmo.
7. Es ilegal practicar sexo con un camionero en la caseta de peajes.
8. En Florida está prohibido tener relaciones sexuales con puercoespinos.
9. En Utah es ilegal casarse con tu primo antes de los 65 años.
10. La zoofilia es legal para los hombres en el estado de Washington, siempre y cuando el animal pese menos de 18 kilos.

Visto aquí.
¿Y el resto qué...?

Aristarain, balsamo para almas doloridas

Ya colgué en el último San Valentín este mismo video, pero la delicadeza y la hondura de la mirada de Aristarain es tanta que hoy quisiera resaltar otras palabras distintas de las que resalté en su momento. Palabras que, por supuesto y al igual que entonces, suscribo plenamente. Como casi todo lo que firma este señor.

“…yo no sé nada de mujeres… las pocas mujeres que conocí en mi vida las admiré, las observé, intenté descifrarlas… nunca dejaron de ser un misterio, nunca dejaron de sorprenderme. Creo que lo único importante es disfrutar de su presencia… un tiempito después aprendí a escucharlas, a valorar los silencios, las miradas, esos momentos en que parece que no pasa nada y pasa un mundo; aprendí a respetar su intuición, su inteligencia… y aprendí a amarlas…”

Amén hermano. Sólo añadir aquello que decía un viejo amigo mío: “ellas son así

¿Y el resto qué...?

He vuelto...

…aunque no sé si para quedarme. No piensen que ando escondiéndome miserablemente del espantoso ridículo realizado en la exhibición de mis dotes futbolisticas-adivinatorias; sucede tan sólo que me han vuelto a colocar en el pescuezo el yugo de las obligaciones laborales –…hay que obedecer, hay que hacer lo que se debe hacer; lo que hacen todos. O estudias o trabajas, y si haces las dos cosas sos un ídolo, un ejemplo para la juventud; si no haces nada sos una mierda, … si no estudias tenés que trabajar, de lo que sea, aunque te paguen dos mangos… [Palabra de Martín Hache] - y a uno ya no le queda el tiempo y las ganas necesarias para escribir, leer, ver películas o, hablando más en general, vivir. Tal vez si consigo organizarme un poco pueda volver al sistema de mini-reseñas comiqueras, que no resultan excesivamente exigentes, y a la recopilación cortar-pegar de curiosidades de la red. De todas formas, por si acaso, no contéis conmigo a diario. Posiblemente tampoco semanalmente. Ya se verá si mensualmente…Quedáis avisados.

¿Y el resto qué...?