viernes, 29 de febrero de 2008

Declaración de principios (¿Qué es un blog de tebeos ? 2ª parte)

"[...] Desde el comienzo te advertirá que con el no persigo ningún fin trascendental, sino sólo privado y familiar; tampoco me propongo con mi obra prestarte ningún servicio, ni con ella trabajo para mi gloria, que mis fuerzas no alcanzan al logro de tal designio. Lo consagro a la comodidad particular de mis parientes y amigos para que […] puedan encontrar en él algunos rasgos de mi condición y humor […], quiero sólo mostrarme en mi manera de ser sencilla, natural y ordinaria, sin estudio ni artificio, porque soy yo mismo a quien pinto. Mis defectos se reflejarán a lo vivo: mis imperfecciones y mi manera de ser ingenua […] Así, lector, sabe que yo mismo soy el contenido de mi libro, lo cual no es razón para que emplees tu vagar en un asunto tan frívolo y tan baladí. Adiós, pues. "


(De "El autor al lector", Libro primero de los "Ensayos" de Michael de Montaigne, precursor de los blogs personales cuatro siglos antes de la aparición de Internet).

¿Y el resto qué...?

jueves, 28 de febrero de 2008

El video de la discordia (y algo más)

Ah, he aquí el video de la discordia, el que ha crispado el ambiente familiar de mi casa, el que amenaza con balcanizar nuestra convivencia, el que nos impide negar la crisis; la inflación de nuestras palabras, la desaceleración de nuestra cordialidad, la perdida inexorable de nuestra confianza. Éste es, éste es.



Y éste otro acaso sea el origen de todo, donde se fraguó nuestra debacle. Juzguen ustedes:

Dolores Argentina, la nena que nació para que todos nos quisieramos morir.

A pesar del intenso dolor que me embarga -todos los embargos son siempre dolorosos- tengo que reconocer que contada así la historia resulta hasta bonita. En fin, esperemos al siguiente debate para reconciliarnos.
¿Y el resto qué...?

miércoles, 27 de febrero de 2008

Al rico helado para el niño y la niña

Los que seguís habitualmente mi blog –es decir, nadie- sabéis que rara vez dedico ni media línea a hablar de mi mismo o de lo que me ocurre. Hoy voy a cambiar de costumbre y a intentar hacer una de esas entradas intimistas y poéticas en las que tan poco me prodigo. A ver que tal me sale.

Ahora lo veo claro. O aún más claro, que yo nunca he dudado de esta gran verdad: por mucho que nos esforcemos jamás podremos igualar a golpe de imaginación los subrepticios e inescrutables caminos por los que a la realidad le da la gana conducirnos. Juro que ni en mis sueños más delirantes hubiera yo podido imaginar el motivo desencadenante de la última discusión con mi padre. Ni en un millón de años. Es cierto que mi padre y yo discutimos por cualquier cosa y que nos vale apenas un par de minutos de intercambio de opiniones para que el resto de la semana nos la pasemos sin dirigirnos la palabra. Pero con todo, que haya acabado discutiendo con él… ¡¡¡por atacar a Mariano Rajoy!!! Lo sé, lo sé, no puedo caer más bajo. Aunque como ya nos advertía en su lema de precampaña: con Rajoy es posible.

Pues sí, aquí donde me veis este lunes pasado, durante el festejado cara a cara con ZP, me convertí en defensor confeso de don Mariano. Trataré de justificarme, si es que puede haber justificación para un comportamiento tan deleznable. La cosa sucedió cuando el lider popular hizo su alegato final, el famoso monólogo del club de la comedia, el de la niña. Mi padre, que es socialista fanático, de los que votan al partido como otros se sacan el abono de su club de fútbol de toda la vida, andaba entretenido impidiéndonos a mi madre y a mí escuchar las intervenciones del ex-registrador de la propiedad al grito de mentiroso, cara dura, farsante y no sé cuantos improperios más. Yo por mi parte, fanático antipepero como soy, incluso más que seguidor de ningún partido, me limitaba paciente a sonreír y a pensar más o menos lo mismo que él, aunque por aparentar mayor refinamiento y mejores fundamentos teóricos me mantuviera siempre callado. Y en esas llega Rajoy y nos regala la visionaria historia de esa niña criada en su España de ensueño, de esa misma que habla inglés en la intimidad y que cuando se hace mujer y sangra su primera regla lo hace con una franja gualda en medio (del doble de anchura que el resto, of course, que ella ha sido educada en el respeto, si no en el temor a nuestra constitución). Y claro, mi padre se descojona. Pero no se descojona, como yo o como cualquier mortal, por la historia en sí; se descojona porque ha dicho niña en lugar de niño. Lo cual para él constituye un error gramatical tan imperdonable y de tal magnitud que sin duda incapacita al más pintado para ser presidente del gobierno. Y a mí me indigna tanto que sobrando razones razonables para ello quiera ver en un detallete tan absurdo la prueba del carbono catorce de su inconveniencia e incompetencia, que sin pensarlo dos veces y con la mayor frialdad de la que soy capaz le suelto mi idea revolucionaria -o reaccionaria, no sé- de que no se debería permitir votar a cualquiera. Y claro, como era previsible ahora no nos hablamos. Y yo estoy destrozado, al borde del suicidio (esto último es sólo por darle un poco de dramatismo a la cosa). Dios mío, si una defensa tan inocente de don Mariano me ha traído tantas desgracias, ¿qué será de mí si el 9-M le doy mi voto? Pero no, hay cosas en las que prefiero no pensar.

Bueno, no estoy demasiado satisfecho de cómo ha quedado la prueba, pero en fin, todos necesitamos tiempo para aprender.

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Algunos temas inolvidables

Retomo esta sección a fin de seguir profundizando un poco más en esa infinidad de momentos musicales inolvidables que nos ofrece el tubo. Sólo una pequeña apreciación con respecto a la selección de hoy: alguien me dijo una vez que en el fondo, tras mi apariencia de francotirador desalmado se esconde un nostálgico romanticón insufrible; no estoy de acuerdo: soy un nostálgico romanticón a tiempo completo y a calzón quitado. Aquí está la prueba; a ver quien se atreve a ponerlo en duda ahora:

Cada vez que me amas

Contigo

Poema de amor

Balada de otoño

Sentir

Esto ya es puro exhibicionismo, una completa desvergüenza, una falta absoluta de orgullo y dignidad; un rizar el rizo, un echar en cara, un ajuste de cuentas en toda regla.

Run to me

Que maravilla.

Por cierto, se admiten sugerencias para próximos capítulos.

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lunes, 25 de febrero de 2008

Malas ventas, de Alex Robinson: mi blog es un blog de tebeos

Cada vez que leo un slice of life de estos me pasa siempre lo mismo: no tengo ni idea de cómo plantear la reseña. Ya lo pudisteis comprobar con Ice Haven: apenas cuatro palabras generales que no significaban nada. Y me temo que con este Malas ventas de Alex Robinson voy a tener que recurrir al mismo truco, porque, después de todo ¿qué se puede decir de este tipo de historias? Sí, supongo que me puedo agarrar al tópico y decir que está compuesto de un conjunto de personajes que se relacionan entre ellos, que hablan de lo humano y lo divino, que tienen sueños y frustraciones, que se enamoran, que hacen el amor, que ríen, que lloran, que son muy amigos, que se hacen alguna que otra putada, que bajan a la tienda de la esquina a comprarse un bocadillo de chóped… En definitiva, que se dedican a vivir. Ya digo, lo tópico. Eso sí, al menos me permitiré puntualizar que estos viven en Nueva York, que son jóvenes de veintitantos próximos ya a ese cementerio de ilusiones que es la treintena (a este paso llegaré a los cuarenta sin recuperarme) y que en cierto sentido recuerdan a la pandilla de Friends –sí, sí, la serie de televisión-, pero con cerebro en la cabeza. Por lo demás, no os fieis de la pésima reseña que me está quedando: el tebeo es verdaderamente soberbio, cargado de una energía que contagia ganas de vivir; repleto de anécdotas jugosísimas en torno a unos personajes que calan de verdad y se hacen inolvidables. Además, con un uso del lenguaje del cómic y una fluidez narrativa realmente notables.

En fin, una maravilla sin discusión, acaso sólo comparable, por vitalidad y alegría, a las Locas de Jaime Hernández. Y con eso creo que está todo dicho.

Puntuación: 10

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domingo, 24 de febrero de 2008

ESTE NO ES UN MAL BLOG (y no soy yo quien lo dice)

Que duda cabe que todos tenemos en mente, cuando empezamos con esto de los blogs, la idea, la aspiración, el sueño de merecer algún día el auténtico Nobel, el verdadero Grammy, el indiscutible EMI, el incontestable Pulitzer, el genuino Balón de oro de los blogs: el premio ESTE NO ES UN MAL BLOG. Aunque por timidez jamás me haya atrevido a reconocerlo, no puedo negar que también yo he pasado en vela más de una fría noche invernal, de esas en las que sólo las ilusiones son capaces de mantener caliente un corazón maltrecho, imaginando en mi soledad como sería tener la oportunidad de recibirlo; reescribiendo mentalmente una y otra vez mis muy agradecidas palabra de aceptación; viéndome, ruborizado eso si, embutido en las estrecheces de mi esmoquin azul-negro mientras recibo el aplauso entusiasta de los asistentes a la ceremonia de entrega. Pues bien, ese día ha llegado y lo único que se me ocurre decir es que … espero que a partir de hoy pueda volver a dormir a pierna suelta. Mucha gracias Eva por tan gratificante honor. Y como todo honor conlleva una gran responsabilidad, creo que me corresponde otorgar este mismo premio a siete blogs. Bien, vayamos con ello:

Hiparquia, filosofía de la nostalgia, de Adolfo: Aunque haya reconvertido el blog en foro, por demostrar una y otra vez que el rigor y la profundidad no están reñidos con la diversión y el desenfado.

La carcel de papel, de Álvaro Pons: Qué voy a descubrir yo ya a estas alturas de la película; porque de alguna u otra forma todos –o muchos, al menos- somos hijos suyos.

Mal papel, de RedWine: por su gusto exquisito y sus elegantes reseñas, además de por ser libroadicto, la única adicción -o una de ellas- de la que jamás nos avergonzaremos.

Mundo Chorra, de Boca: Porque es el único que ha sufrido en carne propia los padecimientos que debemos soportar los aficionados al cómic en Inopia (capital de Ninguna parte) Una experiencia que sin duda imprime carácter.

El lamento de Portnoy, de Portnoy: por el inagotable caudal de reseñas literarias. Además con especial dedicación a algunos de mis autores favoritos.

Con C de arte, de Pepo: porque hoy por hoy es posiblemente el mejor blog de cómics en castellano. O eso pienso yo.

El blogs desconocido, del blogero por conocer: Como estoy seguro que mañana o pasado o pasado pasado me encontraré con algún blog que hoy no conozco pero que sin embargo me parecerá imprescindible, dejo el hueco para ese futuro deslumbramiento.


Hala, he cumplido. Espero que, como el buen vino, no se me suba demasiado el premio a la cabeza.






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sábado, 23 de febrero de 2008

De la Historia del cómic: Popeye



Cap. 2 de la Historia del cómic ¿Y el resto qué...?

Mi vida sin mí, de Isabel Coixet: Don, eres idiota

Antes que nada, aviso para navegantes: si aun no has visto la película, si no sabes nada de nada sobre ella, entonces mejor búscate otro blog en donde demuestren mayor sensibilidad hacia los spoiler; aquí no voy a andarme con miramientos a la hora de reventarle el desenlace –y el nudo, y el planteamiento- a quienes no conozcan de que va. Bien, ¿ya estamos solos los que la hemos visto? Vale, pues hala, que quede claro: al final el Titanic se hunde. Y Ann se muere. Lo cual no era menos previsible que lo anterior. Pero vayamos mejor con el argumento de la peli:


Ann es joven. Ann vive en una caravana en el jardín de su madre junto a su marido Don y sus dos hijas pequeñas. Ann trabaja como limpiadora en la universidad y lleva una vida gris marcada por la resignación ante su difícil situación económica y familiar. Ann se confesaría moderadamente infeliz si alguna vez hubiera tenido tiempo para preguntarse sobre su propia existencia. Pero además a Ann le acaban de diagnosticar un cancer que terminará con su vida en apenas un par de meses. Y claro, como es lógico todo su mundo salta hecho añicos. Porque, ¿cómo se puede encarar con cordura tu propia muerte cuando te domina la sensación de no haber comenzado siquiera a vivir? Una situación complicadísima que sería suficiente para hundir a cualquiera en la miseria. Sin embargo Ann es también una mujer valiente y no piensa dedicar más tiempo del estrictamente necesario a gimotear y a maldecir su suerte. Todo lo contrario, en un gesto de gran fortaleza se decidirá a no hacer partícipe a los demás de su delicada situación, afrontándola en absoluta soledad y evitando con ello a los suyos una angustia que a nadie va a ayudar. Y además ganándose de paso un espacio propio del que seguramente no ha podido disfrutar nunca; una libertad que le permitirá explorar por su cuenta esas otras regiones de la vida que tal vez hasta ese momento no había tenido oportunidad de descubrir o que quizá había olvidado ya sepultadas por la inercia y la rutina. Así antes de morir se propondrá realizar tareas tan modestas como ponerse uñas postizas, decirle a sus hijas todos los días que las quiere, fumar y beber cuanto desee, ir de camping con toda su familia o decir siempre lo que piensa; pero también objetivos más ambiciosos como buscar una sustituta que haga más llevadera a sus hijas y a su marido su ausencia –anda que confía mucho en el buen criterio de Don-, reconciliarse con su padre preso al que no ve desde hace diez años , conseguir que alguien se enamore de ella o conocer más varón que su marido –anda que quiere mucho a Don.

Una programación que la llevará sin duda a disfrutar de una vida más plena y más intensa, pero sobre todo que le otorgará nuevos ojos con los que mirar y valorar su propia existencia. Porque en su vagabundeo en pos de cumplir sus propósitos se va a topar con una serie de pintorescos personajes que le ofrecerán una lección impagable: todos, desde el medico incapaz de mirarle a los ojos y que le regala caramelos de jengibre, pasando por la camarera cuyo gran sueño es operarse para que la confundan con Cheer, la peluquera de trenzas que se lamenta por el destino injusto de Milli Vanilli, la compañera de trabajo obsesionada con la comida y las dietas, la vecina traumatizada por esos bebes siameses a los que vio morir en sus brazos hasta ese amante solitario que vive entre cuatro paredes vacías, todos sin excepción van a enseñarle que incluso la vida más rota y aparentemente sin sentido constituye una experiencia única digna de ser aprovechada; que la existencia es siempre, aun con toda su carga de frustración, resignación y dolor, un privilegio que hay que apurar hasta las heces. Una lección que le servirá también para aprender a morir; para reconciliarse consigo misma y confesar, como Neruda, que después de todo ella también ha vivido. Y a nosotros, espectadores modositos, a no olvidarnos que no estamos menos condenados que Ann a tan trágico desenlace y que más nos vale no andar perdiendo el tiempo comiéndonos la cabeza con tonterías que no llevan a nada.

En fin, una película muy emotiva que sin embargo, y como diría un amigo mío, he conseguido ver sin soltar ni una sola lágrima. Insensible que es uno. Y que conste que el rojo de mis ojos es fruto de una conjuntivitis tan repentina como inexplicable.


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viernes, 22 de febrero de 2008

No entiendo a Gustavo Bueno

Un video para la reflexión:


Lo reconozco; no entiendo a Gustavo Bueno. En este tema tan poco como en todo lo demás. Me declaro incapaz de adivinar por dónde va, de cuál es su postura real con respecto a la educación para la ciudadanía, de sí verdaderamente está defendiendo, como parece, la preferencia por una formación religiosa antes que laica o de si su pensamiento se mueve por regiones tan sutiles y elevadas que en verdad nada es lo que parece . Máxime cuando es notorio que el filósofo riojano se ha definido siempre como materialista y ateo.

Siendo generoso, quiero interpretar que su oposición a la polémica asignatura tiene más que ver con el contenido real que se le está dando que con el concepto en si mismo de esta, en donde, además de las ñoñerías de Marína, se nos están colando con la excusa del laicismo valores estrictamente religiosos. Una situación de la que también nos previno el francés Michel Onfray en su Tratado de ateología. Además quiero suponer que su defensa de la enseñanza de la religión en las escuelas se refiere no ya a lo que ha sido esta asignatura tradicionalmente en nuestro sistema educativo, siempre circunscrita a una concepción puramente evangélica y por tanto meramente adoctrinadora, sino más bien al estudio de la misma como fenómeno cultural, en donde ahondar en sus orígenes, significados, historia y evolución, sentido actual, etc. Como supongo también que cuando señala la obligación de los cristianos de enseñar sus valores lo hace desde un punto de vista estrictamente Emic y nunca Etic. Igual que cuando propone a la iglesia como el último bastión en la lucha contra los estados totalitarios. Estoy convencido que en su libro La fe del ateo aclarará de forma más precisa estas cuestiones. Voy a ser bueno y no lo voy a poner en duda. Ahora bien, lo que tampoco me suscita la más mínima vacilación es que con declaraciones como esta, tan confusas y ambiguas, tan voy-a-ver-si-consigo-que-se-me-entienda-lo-contrario-de-lo
-que-digo-para-demostrar-así-lo-listo-que-soy-y-lo-tontos-que
-son-los-demás, tan de sofista malo, sólo está consiguiendo hacerle el juego a aquellos que con su disfraz de defensores de la libertad de pensamiento recién estrenado, y simulándose escándalizados por las pretensiones adoctrinadoras del estado, desean únicamente mantener intacto el monopolio que en esta materia han poseído desde siempre en nuestro país. Y no creo que sea esa la intención de Gustavo Bueno. O tal vez sí.

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martes, 19 de febrero de 2008

El sueño de Casandra, de Woody Allen: En busca de un orden moral

Es aburrida. El ritmo resulta excesivamente lento, monótono y distante. En ningún momento logra que el espectador se sienta conmovido por los dilemas que asedian a sus personajes. Recupera, apenas camuflada bajo un ligero barniz de Dostoievski , la misma historia de Delitos y faltas”. Esto es, palabra arriba, palabra abajo, lo que viene a decir buena parte de la crítica –y también del público- de la ya penúltima película de Woody Allen, El sueño de Casandra . Y esto mismo fue, curiosamente, lo que vine yo a opinar en su momento de la anteantepenúltima, la aclamada Match Point; unas observaciones que entonces nadie compartió conmigo y que ahora sin embargo soy yo quien no comparte con los demás. Será que ando con la percepción cambiada, pero lo cierto es que a mí se me ha hecho ver en El sueño de Casandra todas aquellas virtudes que decían que adornaban a Match Point, mientras que todos los defectos que le quieren imputar a ésta yo se los sigo viendo a la otra. Sea como fuere, lo que no podrá negarse en todo caso es que la asociación de ambas no es en nada gratuita y sí muy pertinente y adecuada, porque además de pertenecer, junto con Scoop, a la trilogía de películas que el director neoyorquino ha filmado en Gran Bretaña para la BBC, ambas constituyen y conforman también, unidas a Delitos y faltas, los cimientos fílmicos sobre el que Allen ha decidido asentar su visión particular sobre la moral.


Articuladas mediante un esquema argumental muy similar, los protagonistas de las tres películas, exigidos por los acontecimientos y las consecuencias derivadas de sus propias debilidades, se verán obligados a aceptar el más execrable de los crímenes, el asesinato, como única forma de salvaguardar del naufragio sus correspondientes mundos, y con ello sus comodidades, sus ambiciones y sus más inconfesables deseos. Es decir, lejos de estar dispuestos a aceptar la penalización que acaso les corresponda en justicia por lo que hasta ese momento podríamos considerar como simple faltas, prefieren dejarse arrastrar y cruzan la difusa pero siempre implacable frontera que los lleva de lleno al crimen horrible. Este punto de partida, prácticamente idéntico en las tres películas, servirá para que Allen nos planteé la que para él es la cuestión fundamental en torno a la moral, a saber, ¿quién, y de qué manera, se encarga de castigar el crimen? Porque si el crimen no es castigado de ninguna forma, si no existe un orden moral en donde "los virtuosos sean premiados y los perversos castigados eternamente", entonces cualquier acto, en función de sus réditos, puede ser perfectamente asumible.

Para dar respuesta a tan urgente cuestión el director judío se propuso explorar tres caminos que, a pesar de sus evidentes diferencias, pueden ser aceptados cada uno a su manera como una alternativa viable en la que fundamentar una concepción ética de la existencia. Así, en la primera de ellas, Delitos y faltas, Allen buscará este fundamento en el orbe religioso, en donde el miedo a Dios -“nada escapa a los ojos de Dios”, le enseñan en su infancia al oftalmólogo que interpreta Martin Landau- debería suponer el freno necesario que evite el crimen. De hecho, todas las dudas que atormentan a Landau tras el asesinato de su amante pasan exclusivamente por el retorno a una fe religiosa que hasta entonces había permanecido ignorada aunque latente –“es que creo en Dios... estoy seguro; sin Dios el mundo es una cloaca”- y por el consecuente miedo a los efectos que dicha infracción de la ley divina le puede acarrear. Sin embargo, pronto comprueba que, a pesar de sus temores religiosos, llega una mañana en la que "despiertas, el sol brilla, toda tu familia te rodea y como por encanto, la crisis ha pasado”, es decir, tarde o temprano acaba comprendiendo que no es precisamente Dios quien va a castigarle. Es más, incluso su vida prospera y mejora gracia a los efectos del crimen. Y a esa misma conclusión llega Allen, la de la insuficiencia de esta vía para forjar esa estructura moral que haga habitable el mundo.


Bien, descartado Dios no queda más remedio que buscar la justicia dentro de los límites de la ley humana. Así en Match Point no será el miedo metafísico a la ira de Dios lo que preocupe y persiga a Jonathan Rhys Meyers, sino los muy mundanos, e incluso algo vulgares, inspectores de Scotland Yard. Sin embargo, en este universo sin creador, en el que los acontecimientos no tienen porqué seguir la línea trazada por una conciencia superior con capacidad de hacer distingos morales, el castigo de los culpables queda inevitablemente y en gran medida supeditado a los incoherentes caprichos del azar. “La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte…En un partido hay momentos en el que la pelota golpea en el borde de la red y durante una fracción de segundo puede seguir hacia adelante o caer hacia atrás. Con un poco de suerte sigue adelante y ganas; o no lo hace y pierdes” Y si a la suerte, que es neutral y ciega a cualquier consideración de orden moral, le da por ahí, nada podrá impedir que los criminales salgan triunfantes y acaben brindando felizmente, como nuestro Rhys Meyers, por el futuro de sus sobrinos.

Entonces, una vez comprobada la falibilidad de las propuestas anteriores, ¿dónde seguir indagando en busca de ese significado moral de la existencia? Aquí es cuando entra en escena El sueño de Casandra para ofrecernos la única respuesta que le queda a Allen por ensayar: lo que no puede garantizarnos el silencio de Dios, lo que a veces no puede darnos la ley humana, frecuentemente maniatada por el azar, tal vez sólo pueda asegurárnoslo la conciencia moral de los individuos. Porque en una sociedad moralmente sana, de individuos libres que aceptan que “somos nosotros quienes hacemos nuestro destino” y que en consecuencia se sienten plenamente dueños y responsables de sus actos, estos deberían admitir, incluso sin coacción divina o humana, las consecuencias de sus errores. Y si el error es demasiado terrible, entonces no deberían poder integrarlo con naturalidad dentro de su proyecto vital porque "aquello que se origina de una negra acción aflorará de una forma repugnante". Es decir, como le sucede al pobre de Colin Farrell, para el que ante la magnitud de su delito, no puede ni debe existir ese día en el que "te levantas y el sol brilla, te rodea tu familia y la crisis ha pasado”. A diferencia de su hermano, interpretado por Ewa McGregor, o de los personajes de Landau o de Rhys Meyers, él no trata de atenuar la insoportable carga de su conciencia convenciéndose de que en ningún momento tuvo elección, o de que lo realmente injusto hubiera sido aceptar que su vida se hubiesen ido al garete por faltas tan insignificantes. Por el contrario la gran desgracia de Farrell es haber comprendido con demoledora lucidez que “siempre se puede elegir”, y por ello que no existe excusa que pueda justificar lo realizado. La única acción posible, una vez se comprende ésto, es la de aceptar, e incluso buscar, el necesario castigo que "restablezca el orden de las cosas", ese mismo del que los demás, sin una auténtica concienca moral, tratan de escapar a toda costa, aun perdiendo por el camino la poca dignidad humana que les pudiera restar. Y es por esta toma de conciencia, tan poco frecuente en la vida real - recordemos, por ejemplo, que el personaje de Landau, en el final de Delitos y faltas, la identifica únicamente con la ficción, jamás con el mundo real- que por fin los culpables no escaparán de rositas y recibirán en El sueño de Casandra el castigo al que se han hecho firmemente acreedores. Una conclusión moralizante que, de todas formas, es en el fondo tan desoladora como lo fue las de Delitos y faltas y Match Point, porque si como asegura el director judío, el orden moral depende exclusivamente de la fortaleza de nuestra conciencia, entonces apañados vamos los que esperamos ver algún día prevalecer al bien sobre el mal. Y es que basta con mirar como anda el mundo para darse cuenta de que ésta es tan ineficiente a la hora de garantizar el orden moral como lo pueda ser Dios o la ley.

Pues nada, que mucho rollo para reconocer simplemente que sí, que me ha gustado mucho El sueño de Casandra.

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jueves, 14 de febrero de 2008

Díselo con cómics

Digo yo que qué mayor acto de amor y de frikismo combinado se puede concebir; que mejor forma de declararle tu amor a esa chica que te trae por la calle de la amargura, a esa misma que te ha robado el corazón y a la que ningún juez podrá nunca obligarle a devolvértelo, que regalándole un cómic romántico. Ah, entiendo, sólo lees tebeos de superhéroes y no conoces ninguno que pueda doblegar su resistencia; no hay problema, para eso estoy yo aquí. Ahí tienes una listilla que te puede servir de ayuda, sea cual sea tu situación o tu condición:

Maisson Ikkoku (Rumiko Takahashi) : Una apuesta segura que la enamorará entre carcajadas. Porque, ¿quién dijo que el amor, además de romántico, no puede ser divertido?




Un poco de humo azul (Lapiere y Rubén Pellejero) : Una apuesta segura que la enamorará entre lágrimas y pucheros. Porque, ¿quién dijo que el amor, además de romántico, no puede ser trágico?



La prorroga (Jean Pierre Gibrat) : Si ambos vivís en un país ocupado y eres objeto de persecución por tus actividades de resistencias, entonces este es tu tebeo. Si cumples estos requisitos, la tienes en bote, chaval.


Blue (Kiriko Nananan) : Para todas las chicas que buscan chica; aunque no sólo, por supuesto, para ellas; para cualquiera con una mínima capacidad de emocionarse.


Blankets (Craig Thompson) : El cómic ideal para aquellos, adolescentes o no, que además de sufrir los embates del amor se sienten asediados por los problemas característicos de esa edad tan conflictiva.



Honor (Chris Claremont y Frank Miller) : Chica, deja ya de sufrir; también hay remedio para conquistar el corazón del friki que sólo lee tebeos de superhéroes. Garantizado al 100%.

En fin, si después de esto no conseguís pareja hoy mismo, mejor id pidiendo asilo en el monasterio o convento que tengáis más a mano. Nada, nada, no hace falta que me lo agradezcáis; sólo cumplo con mi vocación y mi obligación de servicio público.

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No pasa nada y pasa un mundo: del amor verdadero y otras chicas del montón

Aprovechando que hoy es el día del Corte inglés… quiero decir, de San Valentín, cuelgo esta escena extraída de la estupenda Lugares comunes de Adolfo Aristarain, que creo que viene que ni pintada para la ocasión y que bien puede servir para llamar a la reflexión sobre lo que significa el amor verdadero.




Nunca me obligué a serle fiel a mi mujer… estamos juntos porque queremos, nadie nos obliga… yo estoy abierto a lo que sea, a lo que pueda pasar, pero no hay caso, Lily gana; Lily gana siempre

¿Qué más se puede añadir? ¿Acaso no es esto el amor verdadero? Sinceramente no lo sé, pero desde luego que lo que si tengo claro es que de entre las múltiples formas que el amor tiene de manifestarse, de entre los distintos ropajes que puede adoptar, esta es sin duda la que más me agrada y la que mejor se ajusta a lo que yo entiendo que debe ser amar sinceramente a otra persona: una adhesión afectiva que se construye desde la total libertad, sin coacciones ni imposiciones, sin la estúpida pretensión de eternidad tan común a adolescentes, a románticos y a seguidores del PP (aunque estos últimos en verdad la practican poco). Porque es una aberración pretender legislar en materia del corazón, determinar su duración, medir su intensidad. Como cantó Ismael Serrano, el amor es eterno… mientras dura. Y después, si desafortunadamente hay un después, pues se le da las gracias por los servicios prestados y se sigue adelante. Y nada más.

Por cierto, que grande es el cine argentino y que grande Adolfo Aristarain; cuántos momentos memorables nos ha regalado ya. Algún día dedicaré una merecida entrada a recopilar los que más me gustan.

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martes, 12 de febrero de 2008

Nadie, ni siquiera la lluvia...

Hace ya tiempo que subí este hermoso poema de ee cummings, fuente de inspiración para otra de mis muy poco afortunadas minificciones. El caso es que, como sabrán los buenos cinéfilos, el poema había sido utilizado antes por Woody Allen en su película Hannah y sus hermanas, en donde sirve genialmente para que Michael Caine seduzca a la maravillosa Barbara Hershey. Una escena inolvidable, no sólo por su belleza, sino también porque gracias al DVD, y ahora al tubo, podemos volver a verla siempre que nos dé la gana:



Una auténtica delicia.
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lunes, 11 de febrero de 2008

¿Será ésto un blog de tebeos?

Recogiendo el guante lanzado por Álvaro Pons aquí, y avisando por adelantado, por si yerro mucho el tiro, que no he leído aún ni la polémica que da lugar al debate, ni las versiones que otros blogs ya han ofrecido, voy a entretenerme un ratito meditando un poco sobre el tema. Pero vayamos mejor con el cuestionario propuesto:

1.-¿Qué es un blog de tebeos?

Me voy a poner académico y grave: Un blog de tebeos es un blog donde se habla de tebeos. ¿Demasiado obvio? Pues sí, pero es una definición que en verdad dice y aclara muchísimo. Porque ésta y nada más que ésta es la única condición que a mi entender debe cumplir un blog de tebeos para ser considerado como tal. Y además, viendo lo que nos enseña la praxis o mirándome al espejo, matizaría incluso que vale con que, entre otras cosas, y de vez en cuando, se hable de tebeos. Por tanto, no tiene porqué cumplir con ningún otro requisito, no tiene porqué otorgar mayor peso al cómic español que al manga, al actual que al clásico, a dar noticias y a estar al día que a pasar de todo y a encastillarse en su torre de marfil. Ni siquiera se le puede, se nos puede, exigir un mínimo de calidad o profesionalidad. Allá cada cual haga lo que pueda o quiera, y que quienes lo lean, lo interpreten como les de la gana. Así de simple.

2.-¿Cuál es su función?

En vista de la definición anterior, habría que concluir que como no tiene obligación ninguna, tampoco debe necesariamente cumplir una función determinada, sólo la que quiera otorgarle quien lo escribe. Por ejemplo, al mio, la única función que estoy dispuesto a reconocerle es la de dar a conocer mis gustos y preferencias; lo que me agrada y me desagrada de cuanto voy leyendo. Y esto además sin apoyar nunca mis opiniones en argumentos verdaderamente defendibles: son sólo mis gustos. Ahora bien, si miramos un poco la red, veremos que entre todos estamos cubriendo, mejor que peor, un amplio espectro de posibilidades: la divulgación, la orientación, la información de la actualidad, la defensa del medio como alternativa cultural digna, la transmisión de conocimientos teóricos, históricos, etc. En este sentido, y como comunidad, creo que podemos sentirnos orgullosos.

3.-¿Deben ser los responsables de dar información?

En verdad ya he respondido a las siguientes preguntas, pero de todas formas me repetiré: no deben, pero pueden serlo perfectamente. Es más, insisto, lo están siendo. Admito, por ejemplo, que ésta es la única vía que utilizo yo a la hora de informarme de las novedades editoriales y de cuanto sucede en el mundillo.

4.-¿Se les está sobrevalorando o infravalorando?

¿Por parte de quién? Desde luego que por parte de los aficionados al cómic no cabe duda de que sí que están siendo apreciados e incluso yo diría que valorados en su justa medida: no me he encontrado nunca con un lector de tebeos que no los agradezca, sin que por ello deje de admitir las limitaciones que poseen. Ahora bien, ¿por parte de otros sectores del mundillo, como pueda ser editoriales, autores, prensa profesional, etc? Pues si he de ser sincero, ni idea; me caen todos demasiado lejos como para poder opinar.

5.-¿Deberían ser considerados sólo como personales?

A los que lo sean, sí, y a los que no lo sean, no. Porque meter a todos los blogs en el mismo saco y decir que todos son personales es tanto como decir que un blog sólo puede ser de una manera y que por tanto no admite más enfoque que éste. A mi entender, tan válido es el blog solitario, fruto de un esfuerzo individual y que ofrece, por tanto, su visión personal e intransferible, como lo pueda ser el blog colectivo, acaso un poco más "objetivo" y "profesional". Lo cierto es que es mejor no andar poniéndoles puertas al campo: mientras más alternativas, más rica e interesante será la blogosfera tebeística.

Pues nada, esto es cuanto tengo que decir al respecto. Por cierto, a ver si pronto vuelvo a reseñar tebeos, que a este paso no voy a entrar ni en las definiciones más permisivas y holgadas del concepto.

¿Y el resto qué...?

domingo, 10 de febrero de 2008

Otro año más

Pues sí, y a lo tonto a lo tonto ya van dos. Claro, que escribiendo en este período de tiempo lo mismo que otros escribirían en un solo mes… Así cualquiera. Así yo. Pero bueno, eso no es lo fundamental; lo importante es que aquí sigo atrincherado en primera línea de batalla, dando guerra y pasándomelo bien, que no es otro el objetivo de este modesto blog. Y si además de paso alguien me lee, se lo pasa bien también y hasta deja sus impresiones, pues mejor que mejor.

En fin, si esto fuera una teleserie ahora tocaría ir intercalando esas imagenes significativas que sirviesen de resumen a lo sucedido aquí en los últimos trescientos sesenta y cinco días, como por ejemplo mi descubrimiento tardío e interesado –e interesante- del uso del video, mi iniciación en el mundo de la ilustración gráfica, o infográfica, como se prefiera, mis muy frecuentes e inevitables desvaríos mentales , mi nostálgico retorno al pasado, o las reseñas comiqueras, literarias y cinematográficas. Incluso, ya puestos, algún que otro intento, bastante prescindible, la verdad, de crear mis propias ficciones narrativas. Pero como esto sólo es un blog, pues no lo voy a hacer.

En todo caso, ha servido este año para confirmar las dos tendencias ya apuntadas en el pasado: por un lado, mi escasa productividad con propensión decreciente, y por el otro, la amplia diversidad de temas y propuestas que no se limitan sólo al noveno arte, como en principio se podría desprender del título del blog.

Así que, para no aburrir demasiado, sólo agradeceros la paciencia a quienes os habéis acercado de vez en cuando a mi pequeño rinconcito y prometeros que el próximo año escribiré menos, se me ira la bola aun con más frecuencia y seré todavía más pedante. A ver quién me sigue el paso.


¿Y el resto qué...?

viernes, 8 de febrero de 2008

Rocinante vuelve al camino, de John Dos Passos

Recuerdo que cuando leí por primera vez Manhattan Transfer, allá por la época en la que aun era joven y la vida se me imaginaba tan preñada de oportunidades e ilusiones (ay, que mal llevo los treinta) ya entonces me pareció una auténtica maravilla que bien merece figurar con todos los honores entre las mejores y más innovadoras novelas del siglo XX. Sin embargo, a pesar de mi entusiasmo inicial, han tenido que transcurrir generosos los años para que volviese a acercarme a la obra de Dos Passos y de paso –lo sé, me pierden estas gracietas sin ingenio ni gracia- reencontrarme con un autor genial al que no era de recibo mantener tanto tiempo en el olvido. Y es que envalentonado por la abundancia de tiempo que mi actual situación laboral me otorga, me he propuesto cumplir con alguna que otra vieja deuda literaria de esas que después, cuando me vuelvan a colocar el yugo en el pescuezo y el tiempo escaseé, estoy convencido que me voy a quedar con las ganas de saldar. Así que en esas ando ahora, dando cuenta de la trilogía USA, cuando, después de leer Paralelo 49 y 1919, y antes de iniciar El gran dinero, me he decidido a intercalar, un poco a la manera de descanso y por no salirme del mismo autor, el pequeño libro de viajes Rocinante vuelve al camino. Y hete aquí que sin esperar gran cosa me he encontrado con la más bella, lúcida y afilada reflexión que sobre España y la forma de ser y de sentir en español haya yo podido leer nunca. Lo cual, dicho sea de paso, tampoco es garantía de nada, porque la verdad es que es un tema que nunca me ha interesado demasiado y por tanto sobre el que apenas he leído. El caso es que el libro es tan hermoso que incluso ha sido capaz de hacerme sentir orgulloso por pertenecer a este país; a mí, que siempre he considerado –y no nos engañemos, sigo considerando- a cualquier forma de nacionalismo, incluido, por supuesto, al español, como la manifestación más peligrosa que existe del retraso mental profundo.

Con una voz llena de lirismo que tanto contrasta con la seca precisión de la trilogía USA, Dos Passos nos lleva de paseo –nada, tú sigue por ahí, que vas a acabar bien- por la España pobre y austera de los años veinte del siglo pasado, una España que sin embargo, y a pesar de su atraso secular, no le pierde nunca la cara a la vida y sabe reír y disfrutar con sus tradiciones y su filosofía vital. Esto es precisamente lo que más sorprende y admira al escritor norteamericano, esa otra forma de entender la vida tan alejada de la visión anglosajona que, como dice uno de los personajes con los que se encuentra en su andadura por nuestras tierras “sólo se preocupa de trabajar y descansar para volver a trabajar”. Por el contrario, la España que retrata Dos Passos es un país profundamente individualista y orgulloso que confía más en los frutos del genio improvisado que en las bondades de una ferrea organización social que a la postre se acaba mostrando siempre muy poco humana. Pero, aunque tampoco la rehuye, el escritor sabe ver más allá de la España folklórica y nos brinda, a través de sus encuentros azarosos y sus meditaciones sobre algunas de las figuras literarias más relevantes de la época, como Pío Baroja, Antonio Machado o Valle Inclán, una certera autopsia del sentir español que a mi se me hace difícil imaginar mejor ni siquiera en autores patrios. Porque a Dos Passos se le nota que no habla de oídas, sino que se ha recorrido de verdad nuestra geografía, que la ha observado atentamente y con cariño y que, además, ha meditado larga y profundamente sobre ella. Y aunque alguien más puesto en el tema que yo –o sea, cualquiera- podría seguramente oponerle serías objeciones, lo cierto es que la imagen que ofrece -ojo, sin esconder ni idealizar en ningún momento nuestras miserias- es tan hermosa que bien merece ser aceptada y tenida por verdadera. O por lo menos ser leída.

Jo, mira que si ahora me da por ver la luz y reconvirtiéndome a la fe verdadera, acabo votando al partido de las dos siglas idénticas. Dios me libre.
¿Y el resto qué...?

lunes, 4 de febrero de 2008

Imitando a la conferencia electoral... digo episcopal

Si es que la tecnología avanza que es una barbaridad y las elecciones ya no se juegan en las plazas de toros ni en los pabellones deportivos; ya casi ni en la tele, donde el político se confunde entre tanto chulo y tanta puta… ahora donde se mendiga el voto es en Internet. O si no véase la cantidad de políticos que abren sus blogs y su webs por estas fechas. Lo cual es en verdad una magnífica forma de conseguir que el pueblo se acerque y dialogue con quienes detentan el poder. Lástima que una vez pasado el evento fiestero-democrático y la suerte –o las papeletas- esté echada, la mayoría terminaran por cerrar, dejando en evidencia que cumplido el rito volvemos a ser completamente prescindibles. En fin, disfrutemos durante este mes y pico con la ilusión de que contamos en el orden de las cosas.

El caso es que don Gaspar Llamazares ha abierto chiringuito también, y como a mi su opción política me agrada, incluso muchísimos más que la de ZP, aunque ni juntos alcancen a agradarme tanto como me desagradan y hasta me asquean los chicos del PP, y como la jerarquía eclesiástica, llena de amor al prójimo –o tal vez a lo ajeno-, de fe –de errata- de esperanza –aguirre- y caridad –o sea, de lo cara que se vende- ha pedido el voto para aquellos partidos que no negocien con ETA, yo colocaré aquí el enlace del blog de don Gaspar y aprovecharé para pedir el voto para todos aquellos partidos que apelen a la unidad de la izquierda y desaconsejaré el mismo para los partidos de solo dos siglas, que estén repetidas y además tengan por lider electoral a Mariano Rajoy. Y que conste que esto no es más que una orientación moral para mis seguidores. Que no se me ofenda ninguna malformación política.



¿Y el resto qué...?