domingo, 22 de junio de 2008

Más minireseñas, más Moore, más pequeñas maravillas: El día del padre

Puestos a recuperar cosas olvidadas, no estaría mal emplear una de estas minireseñas para hablar de la que es posiblemente la obra de Moore con mayor coeficiente en el ratio Calidad/Reconocimiento (o sea, para los que no andais duchos en matemáticas, la más injustamente olvidada) de entre todas las suyas: el episodio en dos partes que escribió para la serie

Vigilante: El día del padre

Si por algo se han caracterizado los constantes acercamientos de Moore a los superhéroes es, sin lugar a dudas, por su capacidad para penetrar en el alma de seres tan improbables y mostrárnoslos, si no más normales, al menos sí algo más comprensibles. Y si el inglés ha sido capaz de pasearse con tanta soltura por las neuras de semejantes personajillos, por qué no podría hacer lo mismo con seres un poco más cercanos, aunque en el fondo no menos desquiciados. Y, mira tú por donde, eso mismo fue lo que trató de hacer en El día del padre: adentrarnos en la lógica de un psicópata que aún siendo capaz de atrocidades tales como abusar de su hija pequeña o matar a quien se interponga en su camino, guarda en su corazoncito sentimientos que son reconociblemente humanos. Porque al fin y al cabo, este tipo de conductas no son privativas de monstruos inhumanos, sino que desgraciadamente forman parte, a veces de manera inseparable, de lo que es la condición humana. Por eso Moore insiste en la necesidad de comprender a los otros, incluso a los más deleznables, como requisito indispensable no ya para justificar y perdonar lo que hacen los demás, sino para conocer verdaderamente nuestra auténtica naturaleza. El único pero que se le puede poner al tebeo es que la historia camina por el delgado alambre del tremendismo, siempre a un paso de caer, o cayendo en algunos momentos, en la exageración, el lugar común e incluso en el ridículo. Aún así, la rebosante humanidad de los personajes y el lirismo del final la salvan sobradamente de estas caídas y recaídas. Atención especial merece el divertidísimo choque entre la moral de cartón piedra del Vigilante y el mundo tridimensional y de carne y hueso de las prostitutas.

Por cierto, la parte gráfica corresponde a Jim Baikie, el mismo que ya formara equipo con Moore en la muy prescindible Skizz: dibujos funcionales, que sin ser especialmente memorables, al menos no estorban el desarrollo de la historia. Lo dicho, otra pequeña maravilla a reivindicar. (Esta reseña no me ha quedado muy mini, la verdad)

Puntuación: 8

1 comentario:

  1. Felicidades por tan excelsa reseña y por tu no menos exquisito gusto. Sigue así chaval, eres lo mejor de internet (sólo por debajo, por supuesto, de la página de Libertad Digital)

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