Extraído de El sueño americano (1961), de Edward Franklin Albee.
¡¡¡Qué magnífica definición de lo que ha venido siendo tradicionalmente el matrimonio convencional!!!
Sin embargo esta primera línea de evolución se truncaría a raíz del éxito y la masificación del cómic de prensa americano, y del cómic-book después. Un éxito y una masificación que no sólo afectaron al proceso creativo del cómic, sino también a su status social. Lo cual constituye toda una tragedia de hondas repercusiones para un medio dónde forma y contendido se encuentran tan inextricablemente unidos. Porque su transformación en producto de consumo significó poner en manos del mercado un aspecto tan esencial para el mismo como pueda serlo el formato de impresión, o sea, el tamaño, las dimensiones o incluso el número de páginas de la que debe constar cada obra. Así, transformado en mero objeto físico, los contendidos quedaron relegados a un segundo plano, teniendo siempre estos que adaptarse a las peculiaridades del formato, a lo que resultara vendible en cada momento. Pero por si fuera poco, también la consideración social del medio presionó negativamente a los autores para que limitasen sus asuntos a aquellos que se suponen propios de un cómic. Caso paradigmático de esta presión lo encontramos en lo sucedido en los años 50 con los comic de la EC, donde se instó a toda la industria a ajustar sus temas a las características de un tipo de lector, el infantil, que se le daba por supuesto y por narices, en lugar de entender, como sería razonable, que si sus contendidos no eran propios del público infantil debería ser más bien porque en verdad no era aquel el público al que iban dirigidos. Por supuesto el concepto liberador, el final del camino tras tantas luchas, se encuentra en el formato de la novela gráfica; un formato sin contendidos prefigurados que no se debe a ningún género y que no se limita a ningún público. En verdad, un formato sin formato que toma al propio relato como punto de partida para definir todo lo demás.
De esta manera, con prosa amena que sin embargo no renuncia al rigor, La novela gráfica traza el fascinante itinerio seguido por el medio y sus autores en busca de su emancipación; un estudio documentado y serio como no suele ser frecuente en el tema, y que sin duda supondrá por méritos propios un referente para trabajos futuros. Para mí, junto al Entender el cómic de McCloud y Los lenguajes del cómic, de Barbieri, lo mejor que se puede leer en castellano con respecto a la teoría del cómic.
¿Y el resto qué...?Por esto, y sólo por esto, prohibiría yo la fiesta de los toros.
¡¡¡No a la crueldad contra los seres humanos!!!
¿Y el resto qué...?
Por su parte, cabe resaltar en Vagabond el trabajo casi fotográfico de Inoue en los lápices, un dibujo de tal perfección que se hace en ocasiones hasta abrumador, no sólo por el detallismo enfermizo de sus paisajes y escenarios, sino también por el de los encuadres, las expresiones corporales y los rostros. A lo que hay que añadir, por si no fuera suficiente, unas composiciones de página y una secuencialidad que ponen de manifiesto esa realidad tan difícil de negar: que en determinados aspectos, el manga va unos cuantos pasos por delante del resto del mundo. Eso sí, el que se decida a iniciar su lectura que lo haga pertrechado de paciencia, porque las páginas se cuentan por miles. Y todavía no hemos llegado ni al ansiado enfrentamiento entre Mushasi y Kojiro.
En definitiva, una obra tan recomendable como agotadora.
Puntuación: 8
Una obra maestra sin paliativos que demuestra la versatilidad y los recursos de un género incombustible (es cierto, yo he probado a prenderle fuego y no arde), inagotable, polimorfo, cristalino, diáfano, Di Stefano (Puskás y Gento), desgravable, esponjoso, bajo en colesterol y con el alerón delantero flexible. Una sabia combinación de talentos que logra fusionar con éxito el dominio de los recursos narrativos de Watchmen con la épica desatada del Dark Knight; el humanismo y la capacidad innovadora de Eisner con el universo inquietante y malsano de Maruo; la inocencia sin prejuicios de Vázquez con la lujuria y la sensualidad desbocada de la tira de prensa de la hoja parroquial de la misa de doce de los domingos de "El monaguillo feliz", pero en mejor. Tan en mejor que hasta Chuck! ha esbozado un amago de sonrisa mientras lo leía. ¿Y cómo consiguen semejante proeza? Pues con la sencillez de la genialidad: contando la verdad. Ese es su truco, porque no es la trama de Les llamaban… Los Defensores más absurda que la de cualquier cómic de superhéroes que se tenga por serio. Es simplemente que aquí se ha introducido un poquito, tampoco en exceso, de lógica y de sensatez, la suficiente para que por una vez los personajes tengan conciencia de la infumable grandilocuencia de sus diálogos, de las ridículas motivaciones que los animan, de la desproporción anatómica de Hulk... De lo patético, en resumen, de un mundo que se desintegra en las manos, y no en la boca, en cuanto se le aplica una brizna de cordura. Y como diría el gran Gila, vale, me he quedado sin hijo, pero lo que nos hemos reído...
Chuck! leyó Les llamaban... Los Defensores ya en la temprana época del insti.... varias décadas antes de ser escrito y dibujado... y en traducción al arameo...
¿Y el resto qué...?Ahí la teneis; la implacable justiciera de lo social, tan segura de la verdad de su causa que por lo general -aquí gasta raybans a lo termineitor- ejerce a cara descubierta. Aunque lucen un poco pochas, las T son G, palabrita del niño jesús.
¿Y el resto qué...?No me atrevo ni a imaginar a lo que pueden llegar estos dos si esta noche conquista la liga el Barsa
¿Y el resto qué...?
En este sentido Arrugas es un tebeo que angustia y duele. Que nos obliga a preguntarnos por lo que somos y de qué materia estamos hechos. Acaso porque ese sea precisamente el problema, que estamos hechos de materia y la materia se degrada, se estropea, deja de funcionar. Querámoslo o no, nos convertimos en trastos viejos, en chismes averiados, y a los trastos viejos se les arrumba donde no estorben ni se les vea demasiado. O sea, al hogar de ancianos. Pero con ser duro el hecho de vernos dados de lado por los nuestros, tampoco es lo peor de la vejez. Lo peor es que sea la propia naturaleza la que nos abandone, porque además de materia somos sentimientos, recuerdos, deseos e ilusiones, pero cuando la materia inicia su degradación se lleva por delante todo y apenas deja nada en pie. Algo que refleja muy bien Arrugas en la figura de Emilio y su lucha estéril contra el Alzheimer, en la cruel y contradictoria toma de conciencia del proceso que le llevará a la pérdida definitiva de la lucidez.
En fin, ya digo, un tebeo conmovedor e inquietante que debería ser de obligada lectura para todos los amantes del buen cómic. Y yo evitandolo por más de un año… No tengo perdón de dios.
Puntuación: 10
Resumiendo, me parece que Judenhass, como denuncia del odio que lleva a la barbarie, es sin lugar a dudas una obra necesaria; como reivindicación del victimismo hebreo frente a los gentiles, una obra aunque comprensible, muy equivocada.
Y sin embargo me voy a atrever a ponerle un pero, el mismo por el que no le voy a otorgar el diez: si dibujo y escritura pueden ser calificados por separado como excelentes, no siempre es así tomados en conjunto. En mi opinión la prosa de Oesterheld resulta en ocasiones excesiva, ahogando a veces el ritmo de la narración y dejando un cierto regusto a relato ilustrado. Pasa principalmente en los capítulos iniciales, donde la narración de la infancia y juventud de Ernesto se enreda y tropieza más de lo deseable en las palabras de Héctor Germán (H.G., como Wells) . Y sin embargo el problema se corrige en las últimas páginas de cada capítulo, donde la historia regresa al final de la vida del Ché, pero en especial en los capítulos que cierran la obra, donde el dibujo toma las riendas del relato, se torna de nuevo ágil, fluye con naturalidad y da la exacta medida de su calidad. O sea, la leche.
Puntuación: 9
• Nave para camiones: Viene de serie con el terreno. Lo que si deberemos instalar en ella es al menos una nave de carga para barriles y otra para botellas. Con cuidado de no estorbar y de maximizar el espacio. Esto son todos los edificios y maquinaria que necesitamos. Procurad colocarlo todo alrededor de la nave de camiones, de forma que aprovechemos bien el espacio disponible y reduzcamos al mínimo la distancia a recorrer por nuestros empleados y carretillas. Por cierto, no es conveniente construir ni el centro de visitas ni el pub, ya no sólo porque al inicio no son rentable desde un punto de vista económico, sino que aún peor: en cuanto recibáis clientes y visitas el juego dará error y se estropeará. Así que no queda más remedio que renunciar a esa posibilidad de explotación y centrarnos única y exclusivamente en la venta de cerveza al por mayor. Inicio de la producción
En fin, esto es en lo fundamental lo que he aprendido sobre este juego que tan poca gente ha llegado a jugar en profundidad. Si tenéis alguna duda de cómo se aplica mi método, o queréis aportar algún truquito que haga más eficiente el proceso, no os privéis en los comentarios. Pues hala, a ganar pasta a espuertas en Beer Tycoon. De nada.
¿Y el resto qué...?