Pero además Crash tiene el acierto de retratar la condición humana en su inabarcable diversidad, renunciando a mostrarnos héroes o villanos de una pieza y creando toda una galería de personajes complejos capaces de las más deleznables bajezas y de las más admirables proezas, dignos de la condenación y la redención al mismo tiempo . De esta manera, el film nos proporciona más de un momento de gran belleza, aunque también se cuela alguno que otro más bien poco creíble. Pero tampoco importa demasiado: Crash funciona bien como análisis de las fuentes de las que surgen los prejuicios y la intolerancia, de ese pánico mutuo entre desconocidos que nos lleva, puestos a la defensiva, a tratar a de quien nada sabemos como si ya supiéramos lo esencial de su ser. Porque aunque Crash usa como leitmotiv la denuncia del racismo, creo que esta lectura sería excesivamente simple y hay que ir un poco más allá y entenderla como un alegato que apuesta por una sociedad más humana y no tan individualista, no tan aislada en su condición de partículas que se pretenden independiente y que sin embargo están condenadas a tratar de entenderse.
miércoles, 29 de marzo de 2006
Crash
Pero además Crash tiene el acierto de retratar la condición humana en su inabarcable diversidad, renunciando a mostrarnos héroes o villanos de una pieza y creando toda una galería de personajes complejos capaces de las más deleznables bajezas y de las más admirables proezas, dignos de la condenación y la redención al mismo tiempo . De esta manera, el film nos proporciona más de un momento de gran belleza, aunque también se cuela alguno que otro más bien poco creíble. Pero tampoco importa demasiado: Crash funciona bien como análisis de las fuentes de las que surgen los prejuicios y la intolerancia, de ese pánico mutuo entre desconocidos que nos lleva, puestos a la defensiva, a tratar a de quien nada sabemos como si ya supiéramos lo esencial de su ser. Porque aunque Crash usa como leitmotiv la denuncia del racismo, creo que esta lectura sería excesivamente simple y hay que ir un poco más allá y entenderla como un alegato que apuesta por una sociedad más humana y no tan individualista, no tan aislada en su condición de partículas que se pretenden independiente y que sin embargo están condenadas a tratar de entenderse.
sábado, 25 de marzo de 2006
Echando de comer a los perros
Sin embargo en la obra también hay lugar para la sonrisa, auque sea amarga y triste, de la mano de la descarnada ironia con la que trata de defenderse la anciana y que provoca algún que otro diálogo rebosante de ingenio y mala leche.
Pues nada, que me lo pasé pipa (de las Grefusas con sal) en el teatro.
viernes, 24 de marzo de 2006
Teatro
"Aullidos es un «arrebatador» poema dramático que aporta una «espeluznante» visión sobre cómo el ser humano puede llegar a enfrentarse a uno de sus miedos primigenios, la soledad, a través de su propia destrucción".
Me voy, que empieza en media hora.
Syriana o "somos hombres de negocio"
Syriana pone de manifiesto un hecho que cada vez se hace más difícil negar y que nos llena – al menos a mi lo hace- de inquietud y preocupación: la constatación de lo lejos que anda este mundo globalizado nuestro, que se pretendía el fin de la historia –Fukuyama dixit- de tener asimilado, ni mínimamente, los valores fundamentales de la cultura democrática; de cuan lejos están aún los centro de toma de decisión de ser representativos de la voluntad popular. Lo cierto es que tampoco es algo que nos coja de sorpresa, pero no deja de ser triste comprobar hasta que punto estamos todos, de alguna u otra forma, en manos de esas autenticas organizaciones criminales que son las multinacionales. Porque otro nombre no se les puede dar a grupos de personas y recursos que se organizan con el fin de obtener beneficios violando sistematicamente la ley y que se muestran completamente al margen de cualquier tipo de consideración moral. Recordemos aquella estupenda escena de El padrino de Coppola, cuando las familias se reunen para acordar la paz y concluyen que, al fin y al cabo, ellos no son más que hombres de negocio. Pues eso...
Y si mafia es el verdadero nombre de las multinacionales, criminal de guerra debe ser el del gobierno de los Estados Unidos, autonombrado valedor de la libertad y la justicia en el mundo, y fiel sirviente, en la práctica, de la mano que le da de comer. En este sentido me resulta curioso leer reseñas que apuntan a la posible exageración que el film -izquierdista, según el programa de cine de Popular tv, Pantalla grande- pueda realizar sobre la verdad de la situación; yo por mi parte estoy convencido de que si en algo es imprecisa la radiografía que la película le saca al mundo, será seguramente más por quedarse corta que por pasarse. Sirva como resumen de la tesis defendida por el film, y avalada por mi intuición, lo que uno de los personajes le dice –le grita prácticamente- a otro: “la corrupción es lo que hace que el sistema funcione, es por la que no estamos también en el desierto pastoreando ovejas; es gracias a ella que nosotros siempre ganamos”.
Y los demás perdemos.
miércoles, 22 de marzo de 2006
Cautela y prudencia
Para empezar diré que soy un convencido de que la única forma de terminar definitivamente -por triste que esto sea- con el fenomeno del terrorismo pasa, inevitableme, por el diálogo, por escuchar sus reivindicaciones, por sentarse juntos en una mesa y buscar entre todos una salida. Descreo de la acción policial como única formula para darle fin a tan execrable fenomeno. Sin embargo, a pesar de lo positivo, por necesario, de este paso, creo que hay que ser extremadamente cautelosos a la hora de valorarlo, pues no podemos, bajo ningún concepto, olvidar jamás la clase de organización que tenemos enfrente: asesinos, extorsionadores, secuestradores...
Cautela, ya digo, toda y un poco más. Cautela, pero también unidad. Creo que ahora, más que nunca, el PP debería dejar de lado, al menos en este tema, su desesperado acoso al gobierno de Zapatero y unirse -con las más que lógicas reservas- en un frente común fuerte con el que encarar la posibilidad de que surja en España un nuevo escenario con respecto al problema del terrorismo. Hay demasiadas cosas en juego como para no tomarselas con lás más absoluta y rigurosa seriedad. Esto no puede entrar en el mismo tipo de estrategia que la de armar guirigays en el congreso.
En fin, esperemos que por una vez nuestra clase pólitica -toda ella- sepa estar a la altura de las circunstancia. De todas formas, las palabras claves siguen siendo cautela y prudencia.
domingo, 19 de marzo de 2006
El gran botellón
No deja de ser curioso la frecuencia con la interrogados al respecto los jóvenes suelen apuntar, como principal motivo, a la cuestión económica, como si el problema se redujera a lograr que se emborrachen a un precio razonable cada fin de semana y a ser posible con las comodidades de un local en lugar de la fría intemperie. Ciertamente algún problema se solucionaría así –de limpieza y orden público mayormente-, pero no creo que sea éste precisamente el meollo de la cuestión. Como tampoco parece demasiado sensato plantearnos la dicotomía entre botellón sí o botellón no. Después de todo el botellón no es otra cosa que una forma más, tan valida como cualquier otra, de la que los jovenes disponen para socilizarse y compartir momentos de ocio. Y supongo que nadie está en contra de su socialización. Tal como yo lo veo, es decir tal cual es la cosa en si misma, la cuestión verdaderamente interesante sería preguntarnos el porqué de que el botellón se haya convertido prácticamente en el único punto de encuentro entre ellos, por qué ha fagocitado a cualquier otra alternativa en las relaciones entre los jovenes. Acaso aquí sí que podamos encontrar la consecuencia verdaderamente grave del asunto: el éxito mayoritario y casi exclusivo del botellón está generando y pone de manifiesto un empobrecimiento en las inquietudes y hábitos de ocio de los mismos.
Pero, ¿a qué se debe esto? En mi opinión todo apunta al alarmante proceso de banalización que vive nuestra sociedad, al abandono irresponsable de valores e ideales de autoexigencia – la única forma de exigencia que me parece admisible y aun deseable- a cambio de una concepción de la vida puramente hedonista que no admite más obligación frente a uno mismo que la de la persecución y logro del goce. No nos debe sorprender por tanto si vemos a los jóvenes abandonarse a la comodidad de la diversión etílica mientras otras alternativas de ocio perfectamente compatibles, como pudiera ser el acercamiento a actividades culturales un poco más exigentes, son rechazadas casí como si se tratasen de ocupaciones vergonzosas. Por lo mismo que tampoco nos sorprende comprobar –y es otra vertiente del mismo problema- qué tipos de programas telepasivos se aúpan a los primeros puestos en los ranking de audiencia -algún día alguien debería estudiar las secuelas que dejan sobre nuestras neuronas la periodica contemplación de enjendros como Aquí hay tomate; para mi tengo por seguro que deben ser más nocivas que las del alcohol- , ni a que franjas horarias quedan relegados otros programas que se pretenden culturales. Porque seamos sinceros: tal cual esta montado el chiringuito, está claro que en el fondo lo que está haciendo la sociedad es poner toda la carne en el asador para asegurarse la generación de unos ciudadanos completamente acríticos, cuya única inquietud sea consumir lo más posible y , ya de paso, esforzarse por mantener o aumentar esta misma capacidad, o sea, en traducción simultanea, dispuestos a tragar con todo en el mercado laboral. Total, que si de verdad nos preocupa el problema del botellón, menos rollos bienintencionados y más mirar hacia aquellos otros lugares, aparentemente alejados del mundo de los jóvenes, que son quienes realmente se están beneficiando de su estupidización colectiva: mercaderes y burgueses (a que ya os estabaís imaginando a dónde quería llegar).
Ya va siendo hora de que de una vez por todas nos planteemos con seriedad el tipo de individuo que queremos que prospere en nuestra sociedad y que seamos consecuente con las medidas que sean necesarias para ello. O eso, o nos dejamos de tanta hipocresía y nos ahogamos alegremente en la tempestad que nos hemos empeñamos en sembrar.
viernes, 17 de marzo de 2006
A contracorriente
Porque si hoy en día a algún guionista aguililla se le ocurriera presentarse en una productora portando bajo el brazo un guión que incluyera escenas como el del aporreo sistematico de un suelo de hormigón armado, mostrado, además, en un plano fijo de más seis minuto de duración-precisamente en esta época de lo inmediato, de las prisas, del triunfo de la comida y el polvo rápido- , es más que seguro que el pobre infeliz acabase tendido contra las blancas paredes acolchadas del manicomio más próximo, al lado de Jack Nicholson (hay que ver que bien hace este hombre de loco, con que naturalidad le sale) Y sin embargo existió una epoca –principio de los sesenta- y un lugar –Francia- en la que se podían hacer películas como esta, películas que huyen de toda forma de artificio y apuestan por la sencillez de unas imágenes desnudas pero con una capacidad de atracción verdaderamente sorprendente. Eso sí, su director se murio nada más terminarla. Aunque no está demostrado que exista relación alguna entre ambas cosas.
La película narra el intento de fuga (no desvelaré si exitoso o frustrado) de un grupo de cinco presos de una carcel francesa y se centra en las laboriosas y muy ingeniosas artimañas desarrolladas por estos para lograrlo. Así en una más que considerable parte del metraje, la camara de Becker se posa en las habilidisimas manos –amputadas además- de Jean Keraudy, capaz de llenar la pantalla con su sóla destreza para la fabricación de herramientas: espejos para la vigilancia, llaves maestras, piquetas o incluso un reloj de arena con el que controlar el transcurso del tiempo. De esta forma el film se llena de momentos sorprendentes que desvelan una puesta en escena y una coreografía ciertamente milimétrica. Aunque nunca suelo preocuparme demasiado por el tema de los spoiler, en esta ocasión tendré la delicadeza de no comentar las escenas para que quien las contemple por primera vez pueda, precisamente, sorprenderse. Sólo dire que en su afan de desnudez, Becker apuesta por el sonido de los propios golpes como única banda sonora, con lo que consigue que las imágenes se cargen de una mayor fuerza hipnotica si cabe.
Sin embargo, la película no renuncia a jugar otras bazas y así puede verse también como un buen estudio de las relaciones dentro de un grupo masculino, muy del estilo y gusto de Hawks, y como una defensa del compañerísmo y la lealtad.
En definitiva, una película deliciosa que dificilmente podrá ser apreciada por las generaciones actuales, con lo que se pone de manifiesto que estamos ante el reinado de la estupidez generalizada y al por mayor. Y por tanto, y es a donde queria llegar yo desde el principio, que nada de lo que me sucede en mi vida es culpa mia.
Ya me voy sintiendo mejor.
jueves, 16 de marzo de 2006
Lo intentamos de nuevo: Presento mi candidatura al nobel de literatura del año próximo (V) [La ira de dios]
martes, 14 de marzo de 2006
Tristeza
No estes triste... busca alguien
con quien hablar
lunes, 13 de marzo de 2006
Ikkyu
Un buen ejemplo de esta mayor madurez lo podríamos encontrar en obras como Ikkyu de Hisashi Sakaguchi. Editada por Glenat en 4 tomos, de los que el primero es inencontrable en España –de momento, al menos, porque parece ser que los van a reeditar próximamente- Ikkyu narra la vida del monje japonés del siglo XV Ikkyu Sojun , hijo ilegítimo del emperador Go-Komatsu y supone un monumental esfuerzo por documentar una época que se nos presenta retratada minuciosamente en todos sus estamentos: políticos, religiosos, artísticos, económicos… Minuciosidad excesiva que en parte puede constituir el único reparo a una obra por lo demás magnífica: Sakaguchi, en su inteción de contextualizar la narración, abruma al lector con datos y hechos históricos que sin embargo no consigue integrar con total naturalidad en la misma, llegando en ciertos momentos a entorpecer el ritmo del relato.
Después de todo, sí en algun lugar reside el verdadero interés de la obra, ese no puede ser otro que en los descubrimientos, conquistas, renuncias, fortalezas y cobardías de un personaje siempre atrayente. Como ya he mencionado, el talento de Sakaguchi nos introduce en las vicisitudes de la vida azarosa de este bastardo del emperador que, tras la expulsión de su madre de la corte y debido a las penurias económicas , se ve abocado a ingresar en un monasterio budista. Allí pronto realizará los dos descubrimientos que marcarán el resto de su vida: la terrible corrupción que asola a la institución religiosa, por un lado, y la necesidad, por otro, de iniciar una incansable búsqueda que le permita hallar un camino espiritual alternativo. Esta búsqueda le llevará a abandonar todo contacto con los monasterios y a afianzarse en su individualidad. Así, Ikkyu se constituye, por encima de todo y en contra de lo que los preceptos clásicos del zen establecen, como una saludable reivindicación de la alegría de vivir y el derecho irrenunciable a disfrutar de los placeres que la vida nos ofrece.
En esta dirección, cabe resaltar dos momentos que bien pueden servir para ilustrar la filosofía de vida del personaje. El primero se produce cuando, siendo requerido por un campesino para que establezca su alternativa a los cinco preceptos del zen, Ikkyu le propone alegremente los siguientes: casa de placer, borrachera, borrachera, borrachera y borrachera.
El segundo, no menos antológico, tiene lugar cuando, en presencia de su ex-condiscípulo Yoso -ahora lider de un importante monasterio- y tras un largo discurso de este sobre el sentido del zen y el vacio de la vida, Ikkyu le ofrece como única respuesta un sonoro y elocuente pedo.
Por último y con respecto al apartado gráfico, decir que a pesar de que el estilo casi fotográfico de Sakaguchi dota al comic de un atractivo visual muy destacable, lo cierto es que la excesiva suavidad de las formas no son las más adecuadas para reflejar la época de horrores en la que se desenvuelve la obra. Tal vez le hubiera venido mejor un estilo más aspero, de líneas quebradas similar al de Goseki Kojima en El lobo solitario y su cachorro.
En definitiva, una obra verdaderamente excepcional que sirve de botón de muestra sobre el porqué de que el manga se esté comiendo por los pies a las demás industrias tebeisticas del mundo.
Puntuación: 9
domingo, 12 de marzo de 2006
Suave es la noche
De ambiente y tematica similar a la anterior novela, Suave es la noche narra la descomposición anímica y moral de un joven inteligente e idealista, Dick, capturado por las facilidades, pero también por las exigencias, que otorga e impone la abundancia económica. Casado con una desquiciada y acomodada muchacha que no tiene más pretensiones en la vida que hacer gala de su aristocratica posición social, Dick se verá obligado a reconducir todas sus energías y vitalismo hacía la observancia de lo que su nuevo status exige. Y aunque en este nuevo empeño Dick parece salir también airoso, conviertiendose en el alma de todas las fiestas y saraos, lo cierto es que ya se ha iniciado en él el proceso de vanalización y decadencia que se verá definitivamente acelerada tras su infidelidad con Rosemary. Es sin duda este el punto de no retorno a partir del cual Dick es ya incapaz de mantener ni tan siquiera una dignidad aparente; se acentua el distanciamiento con su esposa y se recrudece su alcoholismo; pierde su encanto social y su papel protagonista como mono de feria. Ya no sirve para lo que se espera de él y al igual que sucede en El gran gatsby en la escena del desolado funeral, donde se pone de manifiesto la falsedad de las amistades hechas al cobijo del fluir del dinero, Dick acaba siendo repudiado por todos, engañado por su mujer y perdiendose en miserables pueblos sin que a nadie importe demasiado.
Una terrible lección de la que todos podemos y debemos sacar valiosas enseñanzas.
viernes, 10 de marzo de 2006
Mis 10 películas favoritas (II)
6- Amanecer (F.W. Murnau):
Podría utilizar como coartada para su inclusión mi bocación de gafapastero o el ansia de prestigio intelectual. Sin embargo, quienes la hayan visto sabran reconocer que estamos ante una película capaz de gustar y emocionar a cualquier tipo de público –si todo el mundo estuviese dispuesto a olvidar prejuicios y darle una oportunidad.
Historia no demasiado original sobre el adulterio y las viviencias de un matrimonio de pueblo en la ciudad, el inmenso talento y sensibilidad de ese genio del cine mudo que fue Murnau la eleva hasta cotas de calidad tales que la convierte en un clásico imprescindible e impercedero del septimo arte. Una película con la que reir y llorar a partes iguales.
7- Annie Hall (Woody Allen):
Por supuesto no podía faltar a la cita con mi director favorito. De todas formas me ha costado muchisimo decidirme por una sola de entre todas las suyas. De hecho, seguramente de haber realizado la lista hace unos meses, hubiera elegido Hannah y sus hermanas. Sin embargo, de un tiempo a esta parte cada vez estoy más enamorado de Annie Hall. Y es que me parece la síntesis perfecta de lo que es el cine de Allen: su continua preocupación por las dificultades que acarrean las relaciones humanas, su explendido sentido del humor y sus geniales frases, se combinan en el film con un equilibrio verdaderamente admirable. Queda como resumen final el antologico chiste sobre el hermano que se cree gallina, en el que Allen fija magistralmente el significado que para el tienen , como ya he dicho antes, las relaciones humanas: un verdadero asco, pero siempre necesarias. Además a todo ello hay que unir el hecho de que con esta película Allen pareció encontrarse definitivamente, lo que le valió como pistoletazo de salida a su periodo de mayor creatividad.
8-Ciudadano Kane (Orson Welles):
Me fascina todo en esta película: la impresionante estructura narrativa, que a partir de un documental que resume la vida de Kane se ira internando por los vericuetos de este transusto de William Randolph Hearst para volver a ofrecernos de nuevo las mismas imágenes de cada uno de estos momentos importantes en su vida, pero ahora ya contextualizadas y matizadas; alejadas, por tanto, de la simple propaganda del documental inicial. A esta estructura narrativa hay que añadir la inagotable fuente de recursos cinematograficos que despliega Welles a lo largo del film: el antológico deterioro del primer matrimonio de Kane, narrado a traves de sucesivos desayunos, la camara adentrandose en la foto de los colaboradores del periodico rival –un recurso que a mi me recuerda a alguno de los que usa Moore en Watchmen- o esos travellings de vertigo que presentan el hogar actual de la que fuera segunda esposa de Kane. A esto hay que unir la fotografía sobrenatural de Toland –el mismo que en Las uvas de la ira- y la interpretación prodigiosa del propio Welles.
9- Hasta que llego su hora (Sergio Leone):
Nunca me ha gustado demasiado el western. Es más, es el genero cinematografico que más se me indigesta, tanto como para afirmar que prácticamente las unicas películas que me agradan de Ford son precisamente las que no son western. Sin embargo hago una excepción: me encantan los spagetti-western de Leone. Lo que en el oeste tradicinal es lentitud, en Leone se vuelve ritmo frenetico.
Y dentro de sus western, mi favorito es sin duda Hasta que llego su hora. Y es que estamos seguramente ante el experimento cinematografico más ambicioso y fascinante del cine morderno. En ella Leone ajusta al minimo los dialogos para servirnos una historia de venganzas que se sustenta únicamente en su prodigiosa capacidad de narrar con imágenes. Tanto que ahora mismo no soy capaz de recordar ni un solo parlamento del protagonista, Charles Bronson -¿o su armonica?-, en todo el film. Sin embargo Leone saca a relucir toda una gama de recursos revolucionarios que después influirán decisivamente en directores de la talla de Scorsese o Tarantino. Además resulta toda una curiosidad ver a Henry Fonda haciendo de malo, malisimo. Por otra parte, cabe recordar que muchos dijerón de las películas de Leone -seguramente con inteción de descalificarlas- que estas parecían comics. Lo cual constituye -nosotros sí lo sabemos- una virtud añadida más.
10- Al este del eden (Elia Kazan):
Sólo por la interpretación de James Dean la película ya se merece su puesto de honor. Pero además tenemos por medio la extraordinaria sensibilidad de Kazan, otro de mis directores favoritos, y su magnifica capacidad para dotar a sus dramas de una intensidad que quita el aliento. Por otra parte, tengo que reconocer que de siempre me he sentido identificado con el personaje que interpreta Dean: ese rebelde incomprendido que esconde en verdad un corazón tierno. O al menos así me gusta imaginarme a mi mismo; los demás dicen que soy simplemente un mal bicho insociable.
En fin, ya estan las diez. De todas formas, es tan grande la frustración que me ha dejado el tener que olvidarme de tantas películas inolvidables, que no descarto ampliar mi lista a 20, 30, 50 ó 1000 películas favoritas.
Mis 10 películas favoritas (I)
Lo dejo aquí por el momento.
jueves, 9 de marzo de 2006
Presento mi candidatura al noble de literatura del año próximo (IV) ... y a la excomunión (I) [Revelación]
- Has honrado con tu vida todo mi ser. Has predicado y llevado mi palabra hasta los límites últimos de su esencia, mucho más incluso de lo que lo hiciera mi propio hijo durante su breve estancia en el mundo. Te has convertido en un hombre justo y sabio como ninguno antes lo haya sido. Por ello, serás, junto al hijo y al espíritu santo, parte de mi entidad.
El hombre colmado de sabiduría que años ante había alcanzado la verdad última, se fundió con Dios, y siendo Dios él también, le reveló la verdad. Y Dios, habiendo comprendido, se disolvió en el eterno vacío de la no-existencia.
El libro
Y sin embargo, la verdad es que no me siento cualificado para ello. Es cierto que podría hablar del sensacional dibujo de Muñoz, de su dominio de la mancha y su estilo claramente expresionista. Podría hablar -incluso- de esos personajes retratados de forma grotesca que acusan a una sociedad no menos grotesca, caldo de cultivo ideal para que prosperen. Es más, podría hablar hasta de la profunda humanidad de su protagonista -Huergo-, de sus vicisitudes y obsesiones. Todo lo cual estaría muy bien para poner de manifiesto la tremenda calidad de la obra del tandem argentino.
Pero lo que no podría hacer es explicarles su significado. Tal vez porque el tebeo no esconde más interpretación que la que subyacen en su superficie, es decir, porque es simplemente la historia de un hombre, un tiempo y un lugar, sin más pretensiones, o bien porque estas son tan sutiles que -una vez más- a mi se me escapan, lo cierto es que no me atrevo, por ello y a persar de mis intenciones inciales, a aventurarme en realizar su reseña.
Así que dejaré la merecida compensación para más adelante. Pero para quienes sí quieran leer una reseña en condiciones, aquí tienen el enlace de la que hiciera Alvaro en La carcel de papel.
De todas formas, sí que me atrevo a ponerle nota:
Puntuación: 8
miércoles, 8 de marzo de 2006
Como una novela
Daniel Pennac hace un recorrido lúcido y lúdico, poético y siempre ameno por las causas que pueden acercar o alejar definitivamente de los libros a los potenciales lectores del mañana; ensaya estrategias y teje redes de araña para atraparlos en el universo del papel impreso: incluso elabora un catálogo de derechos del lector digno de figurar al lado de la declaración universal de los derechos humanos y de las tablas de la ley de dios. Y todo narrado como una novela.
Un libro verdaderamente extraordinario.
martes, 7 de marzo de 2006
Brain World
La existencia de estos seres, con una capacidad analítica inmensamente superior a la de cualquier genio humano hasta entonces conocido, se traduce en un vertiginoso desarrollo del planeta que desemboca en la erradicación absoluta de la pobreza, en la desaparición de toda forma de tiranía y el reinado universal de la justicia. La tierra se ha convertido en un autentico paraíso automatizado donde los hombres no tienen ninguna necesidad de trabajar y pueden dedicar su tiempo a desarrollar sus capacidades físicas, intelectuales, afectivas y creadoras. Es un mundo que evoca claramente el ideal anarquista, donde no existe ninguna forma de autoridad y donde todos los miembros de la comunidad ejercen su plena libertad de forma responsable.
Sturluson nos pinta un auténtico mundo perfecto, un mundo feliz en el que, sin embargo, algo empieza a no funcionar como debería: el índice de natalidad ha decrecido de forma dramática y los suicidios colectivos están a la orden del día. Será este el punto de arranque a partir del cual, y tras la presentación de tan particular universo, se desarrollará la trama. Así asistiremos a las tensas reuniones de estos nuevos superhéroes que por primera vez en su existencia se sienten desconcertados y perdidos, incapaces de encontrar una explicación a los acontecimiento, y menos aun de darles solución. Veremos como su tradicional unidad salta hecha añicos, dando lugar a la aparición de diversas facciones con puntos de vistas sobre la realidad completamente contrapuestos e irreconciliables. La ruptura del consenso de las cabezas pensantes encontrará su reflejo en un aumento de la tensión y en una paulatina escalada de violencia dentro de un mundo que ha perdido su equilibrio y que parece dirigirse con paso firme hacia su final.
Es especialmente desoladora la conclusión final a la que llegan estos superhéroes intelectuales –y con ellos, Sturluson- cuando comprueban que al mismo tiempo que resurge la inestabilidad en el planeta se produce el incremento de la tasa de natalidad y desaparecen por completo los sucidios: con los conflictos generados por la situación caótica, la humanidad, vista en la tesitura de tener que luchar por su supervivencia, parece recuperar el gusto por la vida. Así, en una última reunión, los superheroes concluyen la urgencia de reinventar el mal, pues comprenden que este es un ingrediente indispensable e insustituible para alcanzar la felicidad humana.
Master race
Aunque en su día compré algunos de los tomos que sacó Planeta, la verdad es que las historias de la E.C. nunca me han interesado demasiado. Tengo la impresión de que su valor es más histórico que artístico, ya que a pesar de que contaron con dibujantes de la talla de Harvey Kurtzman o Wally Wood, sus historias son excesivamente simples e ingenuas y no han soportado bien el paso del tiempo. Por otra parte, tampoco me agrada el estilo de narración que proponen: si hablando del Principe Valiente, muchos sugerían que aquel no es un comic sino una historia ilustrada, con las historietas de la E.C. podríamos perfectamente plantearnos el mismo debate. En la formula clásica propuesta por Bill Gaines, el texto y los dibujos rara vez se complementan, haciendo la guerra cada cual por su cuenta y cayendo en la redundancia de unos dibujos que muestran lo que ya nos han contado los textos. Y todo ello en la misma época en la que Eisner estaba reinventando el comic con su The Spirit.
Sin embargo, dentro del mundo de la E.C. hubo lugar también para un rebelde que intentó –y consiguió hasta donde le dejaron- superar las limitaciones de esta forma de narrar; que pretendió otorgarle la primacía de la narración a la imagen y con la cual experimentó desarrollando una muy considerable gama de recursos. Es el caso de Bernie Krigstein, de cuyo afán por salirse del corsé impuesto por Gaines y de su constante inquietud nace la que es seguramente la obra maestra de la E.C.: Master Race.
Pero seamos justos con el bueno de Gaines, porque las virtudes de Master Race no recaen exclusivamente en el dibujo de Krigstein: por el contrario estamos ante un excelente guión que sabe jugar con la tensión y con la información ofrecida al lector y que cuenta, además, con una más que estimable calidad literaria, muy por encima de lo que se espera en una creación dirigida a su consumo masivo: el texto de Gaines está bien escrito y aunque sigue siendo excesivo y reiterativo, no asfixia a la historia e incluso es capaz de ceder por completo la palabra a los dibujos de Krigstein en una página final en la que no existe ningún texto de apoyo.
Por su parte Krigstein ofrece un espléndido dominio del ritmo narrativo que se basa en la multiplicación de viñetas y en una transición muy lenta entre ellas; viñetas con un contenido muy similar y cuyas mínimas variaciones sugieren un alargamiento y ralentización del tiempo que favorece el aumento de la tensión. En este sentido, Krigstein desarrolla un tipo de narrativa de corte muy cinematográfica que puede ser emparentada con la narrativa de Osamu Tezuka y del manga en general, donde se renuncia a las grandes elipsis y se llena el comic de viñetas de las que sería fácil prescindir, pero que regulan perfectamente el tempo de la historia.
En el polo opuesto a la narrativa de Krigstein podríamos considerar las novelas gráficas realizadas por Eisner y de las que Contrato con Dios fue pionera. En ellas Eisner busca la creación de un ritmo fluido a través de la reducción del número de viñetas al mínimo indispensable para que la historia se pueda entender, eliminando el marco que las separa y alargando las elipsis hasta convertir cada viñeta prácticamente en una escena diferente. La sensación que deja Eisner es que nos está contando una historia a la que sin embargo no asistimos, que ha sucedido en la lejanía del tiempo y del espacio y de la cual solo nos ofrece un pequeño resumen. Este es el principal error de Eisner y el mayor acierto de Krigstein, porque en todo arte narrativo lo más importante es que la historia se “vea”, que el lector se pueda sumergir en ella y la sienta físicamente. Algo que sí sucede en Master Racer.
Puntuación: 8
lunes, 6 de marzo de 2006
Corazonada
-¿Tu que vas a hacer cuando seas mayor?
Ciertamente Fulgencio crece, y de tal manera que a los quince años ya saca más de diez centímetros a casi todos sus compañeros de clase. Sin embargo, la fe en su destino fatal no sólo se mantiene firme con el transcurso de los años, sino que se ve afianzada según va conociendo la historia familiar. Así descubre que su bisabuelo paterno, Fulgencio Rodríguez Sepúlveda, encontró la muerte sepultado bajo las minas de cobre y zinc de Riotinto, en la provincia de Huelva, mientras daba cuenta de su bocadillo en la soledad del rincón más peligroso de la mina: donde tuvo la certeza de que nadie más se atrevería a adentrarse. No menos extraña y confirmatoria fue la muerte de su abuelo, Fulgencio Rodríguez Arroyo, al que arrolló, en su primer día de trabajo como guardia de tráfico el primer coche que tuvo el honor de circular por las polvorientas y pedregosas calles del pueblo. Finalmente, para cuando su propio padre, Fulgencio Rodríguez Fúlmez, muere en una oscura tarde de tormenta fulminado por un rayo mientras limpia los cristales de un rascacielos, el asunto es ya incuestionablemente cristalino: la muerte les llega y les lleva cada vez más arriba.
A pesar de su terrible convencimiento, Fulgencio consigue llevar una vida serena y feliz: se licencia en Administración y Dirección de empresas con notas mediocres que no le auguran ningún futuro excepcional y entra a trabajar en Anderssen y Asociados, donde pronto le hacen jefe de personal; con motivo de una plaza vacante de secretaria entrevista, contrata, invita a cenar, se acuesta, se enamora y se casa con una rubia preciosa cuyo currículum había recibido apenas el día antes. Cuando tienen a su primer y único hijo, Fulgencio comienza ya a planificarle la carrera de astronauta a su retoño. Y en estas veleidades anda Fulgencio entreteniendo su tiempo hasta que en una mañana gris, cuando cuenta ya con 56 años, recibe la orden de volar al próximo congreso de recursos humanos que se celebrará en Barcelona. Con la noticia se le acentúa la punzada bajo el esternón; no hay duda pues, ha llegado la cita tanto tiempo presagiada.
Así que a las 6:45 de la madrugada de un lunes que amenaza lluvia, Fulgencio toma el Boeing 747 de Iberia que deberá llevarle a Barcelona; lo hace con el ánimo tranquilo y en paz con el mundo: previsor como es, ha contratado una póliza de seguros que garantice la solvencia económica de su familia y, ayudado por las influencias adquiridas en sus más de 20 años de servicios en Anderssen y Asociados, ha conseguido el ingresó de su hijo en la Agencia Espacial Europea como piloto de pruebas. La última noche, a modo de despedida, realiza con su mujer el amor con la misma ternura que en los primeros años de casados. Descartado el miedo, la sensación que le domina es la curiosidad: curiosidad por conocer el momento exacto en que se producirá la desgracia y por las circunstancias que le rodearan. Siente algo de pena por lo demás pasajeros, pero tras mucho reflexionar llega a la conclusión, convencido como está de la imposibilidad de escapar de lo inevitable, que es tan inútil preocuparse por el destino de los demás como del suyo mismo.
Según se van acercando a Barcelona, la amenaza se ha convertido ya en tormenta y el avión se tambalea con las turbulencias mientras que Fulgencio asiente resignado entre los gritos histéricos de los pasajeros: por un momento el Boeing cae en picado y apura la que cree será su última experiencia. Sin embargo, para su sorpresa, el avión rehace el rumbo y abandonando la zona de turbulencias, ya con todo el mundo más calmado, aterriza sin problema alguno en el aeropuerto del Prats. Fulgencio pasea aturdido por la sala de la terminal sin acabar de entender lo que ha sucedido. Tal vez, piensa, no era este el momento. Sin embargo, la punzada bajo el esternón así se lo garantizaba, punzada que, ahora que se fija, ha ido haciéndose cada vez más intensa. De hecho, ahora es tan intensa que Fulgencio tiene que doblarse sobre su cintura para tomar aire. El dolor en el pecho, semejante al que producen los gases, sigue incrementándose y es ya tan fuerte que le cuesta distinguir el mundo a su alrededor: por un momento y antes de morir cree entender su error, casi tan claro como lo hubiera podido comprender de haber sabido que su hijo, Fulgencio Rodríguez Asensio, moriría asesinado un par de años más tardes.