jueves, 10 de enero de 2008

No country for old men: la violencia como forma de vida

He estado a punto de iniciar esta reseña escribiendo que me entusiasma el cine de los hermanos Coen. Sin embargo me acabo de dar cuenta de que aunque en general ninguna de sus películas me desagradan, en verdad sólo dos de ellas me entusiasman realmente: Muerte entre las flores y Fargo. A las que ahora debo añadir esta No country for old men, sin duda a la altura de las dos anteriores.

La penúltima obra de los Coen – la última, bien recientita, es Burn After Reading – aúna a un guión tan impecable como el de Muerte entre las flores una dirección sosegada y de corte tan clásico como lo fue la de Fargo. Esa es en verdad su principal baza: la cámara de Joel Coen da todo un recital de dominio de la narración, con un trabajo sobrio que huye de los efectismos en los que suele caer habitualmente su cine, imprimiendo a la cinta por el contrario un ritmo pausado que se apoya más en el sonido ambiente que en los diálogos, además de en la hermosa fotografía de Roger Deakins que sirve de fondo perfecto sobre el que se recortan las escenas de acción. Un contrapunto que hace aun más efectiva la constante irrupción de la violencia entre esos paramos polvorientos y solitarios y que se erige en protagonista inexorable del film.

El hallazgo de un maletín con dos millones de dólares servirá de punto de partida para una historia de caza humana con la que los Coen quieren dejar clara su visión de lo que es la condición humana, en donde el hombre será siempre un lobo para el hombre. El guión, muy cuidado y muy ambiguo, que adapta la novela del mismo título de Cormac McCarthy (autor de, entre otras, la afamada Meridiano de sangre), apenas nos deja entrever las razones que conducen a semejante carnicería, sospechándose de fondo que, al final, no hay más razón para tan cruento ejercicio de violencia que la del egoísmo visceral, el ansia de dinero y poder; esa locura que no repara en medios para conseguir lo que desea. Una enfermedad del alma que es propiciada y alentada por los valores de un país, EE.UU., que predica el más radical de los individualismos, la ambición desaforada como motor de la sociedad y el ejercicio de la violencia –en defensa propia, dicen ellos- como derecho inviolable. Una violencia que asienta sus raíces en el propio origen del país, es decir, que más que ser circunstancial es constitutiva del mismo, tanto como para ser recogida y elevada a la categoría de forma de vida en su propia constitución


Pero además de la memorable dirección y del guión impecable, No country for old men destaca por sus soberbias interpretaciones, de entre las cuales yo me quedo, sin duda, y por encima del interesantísimo trabajo de nuestro Bardem, con la deslumbrante actuación de Josh Brolín, nada menos que el hijo de James Brolín, el protagonista de la televisiva e inolvidable Hotel. Sin menospreciar las ajustadas interpretaciones de Tommy Lee Jones y Woody Harrelson.

Total, una gran película.

4 comentarios:

  1. No sabía si contestar, con eso de "no están de acuerdo" me he acojonado un poco, jaja.

    Cada vez que veo Fargo me gusta más. Estoy deseando ver "No es país para viejos". Me gustan los Coen, pero aún me gusta más Bardem. Me da igual si no se lleva el Oscar, por mí ya lo ha ganado.
    Impresionante tu blog e impresionante como escribes.

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  2. "Impresionante tu blog e impresionante como escribes."

    Vaya, leyendo tu blog pensé que eras una mujer más sincera. De todas formas, te agradezco profundamente la mentira piadosa.

    Por cierto, si algún día me encuentro con tu libro, prometo comprarlo, leerlo y hasta reseñarlo. Seguro que no me decepciona.

    Un saludo.

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  3. Ni es mentira, ni es piadosa, así que no quieras darme lastimita porque no lo conseguirás, jaja.
    Sigo opinando que me gusta, y más ahora que he descubierto tu vena rojilla.

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  4. En verdad lo que me tira, más que lo rojillo, es el anarkismo. Bueno, miento, mi sistema de organización polítaca y social es una ferrea dictadura liderada por mí. Pero como esto no es posible (de momento) me conformo con los ideales anarkistas. Pero como esto es casi tan utópico como lo primero, me diluyo en lo rojillo. Pero como esto sigue siendo poco más que un imposible, estoy casi por rebajarme a los sociatas. Que ya es rebajarse. En el fondo todo por evitar a los representantes del gran capital. Que frustración.

    Y no quiero dar penilla, solo cumplo con la falsa modestia que se exige a todo ego desmedido (es broma, si quiero dar penilla).

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