Ya dije en otra ocasión que había cometido el imperdonable descuido de no incluir la serie de Alack Sinner dentro de mi canon tebeístico. Un error de bulto que deja bien a las claras mi escasa competencia en esto de los comic. Y es que Alack Sinner es una de esas pocas series capaces de engancharte desde la primera página –cosa poco desdeñable habida cuenta de lo que viene sucediendo con otros clásicos del tipo Terry y los piratas o Principe Valiente. De todas formas esto no implica que la serie deje de evolucionar con el tiempo, creciendo desde las muy entretenidas –pero convencionales- aventuras de serie negra de los primeros volúmenes, hasta el análisis lúcido, triste y desolado de una sociedad –la norteamericana- y una época –los ultraconservadores años 80 de Reagan- de los últimos volúmenes.
Unos años que supusieron la derrota de cualquier modo de utopía y el abandono de sueños e ideales a cambio de un estilo de vida que ensalzaba –y aun ensalza, que todavía seguimos sufriéndolo- la ambición y el individualismo más descarnado y feroz del que los hombres somos capaces. Un modo de vida que pasará factura a todos los personajes que deambulan por entre sus páginas, personajes que aparecen y desaparecen en constantes idas y venidas en busca de un lugar donde sosegar el dolor de unas existencias rotas por la soledad y la desilusión. Dolor que se hace extensivo no solo a la galería de personajes más o menos principales, sino a cualquier ser que en algún momento se cruce con ellos. Así son constantes esos bocadillos de pensamientos pertenecientes a personajes completamente anónimos y ajenos al curso principal de la historia, que igulamente se lamentan del fracaso en el que se han convertidos sus respectivas vidas.
Contada la historia de esta manera, bien pudiera parecer que la figura del propio Sinner se acaba diluyendo en su papel de hilo conductor y nexo entre los multiples acontencimientos y personajes que se nos muestran. Nada más alejado de la realidad: Sinner es sin duda uno de los personajes más complejos y bien definidos que haya tenido yo el gusto de leer en un comic.
Todo lo cual convierte, en definitiva, a esta serie en una obra fundamental e inexcusable para todo buen aficionado. Aunque después se olvide de incluirlo entre sus favoritas. Qué le vamos a hacer.
Unos años que supusieron la derrota de cualquier modo de utopía y el abandono de sueños e ideales a cambio de un estilo de vida que ensalzaba –y aun ensalza, que todavía seguimos sufriéndolo- la ambición y el individualismo más descarnado y feroz del que los hombres somos capaces. Un modo de vida que pasará factura a todos los personajes que deambulan por entre sus páginas, personajes que aparecen y desaparecen en constantes idas y venidas en busca de un lugar donde sosegar el dolor de unas existencias rotas por la soledad y la desilusión. Dolor que se hace extensivo no solo a la galería de personajes más o menos principales, sino a cualquier ser que en algún momento se cruce con ellos. Así son constantes esos bocadillos de pensamientos pertenecientes a personajes completamente anónimos y ajenos al curso principal de la historia, que igulamente se lamentan del fracaso en el que se han convertidos sus respectivas vidas.
Contada la historia de esta manera, bien pudiera parecer que la figura del propio Sinner se acaba diluyendo en su papel de hilo conductor y nexo entre los multiples acontencimientos y personajes que se nos muestran. Nada más alejado de la realidad: Sinner es sin duda uno de los personajes más complejos y bien definidos que haya tenido yo el gusto de leer en un comic.
Todo lo cual convierte, en definitiva, a esta serie en una obra fundamental e inexcusable para todo buen aficionado. Aunque después se olvide de incluirlo entre sus favoritas. Qué le vamos a hacer.
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