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De esta guisa descubrirá -y nosotros con ella- ese misterioso Vals del Gulag que da título a la obra y que resulta la culminación de un sistema ideado para despojar de cualquier asomo de dignidad o humanidad a sus ciudadanos. Así los autores nos muestran con maestría las monstruosas consecuencias que deja sobre las personas esa infame maquinaria de ingeniería social que toma como única realidad al colectivo, despojando de sustancia al individuo, al que relega a la categoría de instrumento y no de fin. Un engranaje perverso que se engrasa con sangre y que destruye la vida de todos los que se le ponen por medio.
Y es que sí hace ocho días y apenas dos post, en la entrada que dedique a Alack Sinner, hablaba yo de las consecuencias de ese otro fenómeno, en principio completamente opuesto, que es el de la fragmentación de la sociedad en individuos ferozmente egoístas que únicamente se preocupan por su propio bienestar, lo cierto es que aún peor es la sociedad que no funda su orden tomando a este como base. Porque al final, si algo existe, si algo es más que una mera abstracción, es el propio individuo, el único capaz de sufrir un corte de digestión o de enamorarse o de olvidarse de tirar de la cadena del water después de orinar. Sólo con la felicidad del individuo se podrá alcanzar la felicidad social. Pero no podemos olvidar por ello que el individuo se define por su interacción con los demás, por la intensidad de sus vínculos, ya sean afectivos, laborales o de cualquier otro tipo, y que si estos se rompen, si se quiebran con un exceso de individualismo mal entendido, será este mismo quien lo pague al precio de su propia felicidad. Cosa que esta sucediendo en la sociedad capitalista, que tan alejada se supone de los patrones totalitarios del comunismo. Diferencia en verdad más aparente que real, pues ambos sistemas participan de una mentalidad materialista y utilitaria que toma al ser humano como simple herramienta y que como tal les es más útil alienado que dueño de si mismo. Solo que cada una de estas opciones proponen una manera diferente de conseguir dicha alienación.
En fin, que se me va la olla con el analisis político de parvulitos: lo dicho, que es un gran tebeo en el que cabe destacar la sensacional labor de nuestro Pellejero y su soberbia utilización del color, a lo Mazzuchelli en Batman año uno.
Puntuación: 9
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