Con sólo mirarme me liberas,
aunque yo me haya cerrado como un puño
siempre abres
pétalo tras pétalo mi ser,
como la primavera abre con un toque
diestro y misterioso su primera rosa.
Ignoro tu destreza para cerrar y abrir
pero, cierto es que algo me dice
que la voz de tus ojos
es más profunda que todas las rosas.
Nadie, ni siquiera la lluvia,
delicias de mi vida, yo que amo los placeres...
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