jueves, 23 de octubre de 2008

Californication: Sexo, amor y literatura.

Hay pocos placeres comparables al que produce el engancharse a una buena serie televisiva. Y más si gracias a la mula puedes prescindir de las molestas esperas, los horarios de emisión inconvenientes y ¡¡¡ los insoportables cortes publicitarios!!! Y si encima la calidad de la misma es tan alta como la de Californication, para qué queremos más, ya tenemos hecha la gracia completa. Así no es de extrañar que en un par de días me haya tragado del tirón los doce capítulos de la primera temporada.

Como su propio nombre sugiere, Californication se ubica entre los soleados paisajes de California; como su propio nombre quiere que tengamos bien clarito, en Californication se fornica abundantemente y de todas las formas imaginables. Hank Moody (David “Mulder” Duchovny) es un escritor de éxito al que han abandonado las musas. Para compensar y porque en algo tiene que emplear su tiempo, Hank se dedica a tirarse todo lo que se mueve. Pero no, seamos más precisos: Hank no se tira todo lo que se mueve; sólo se tira a bellezones que bien pudieran ganarse la vida como modelos. Porque que yo recuerde, de todas las mujeres –y son muchas- que pasan por entre sus brazos y sus piernas, no hay ni una que se pueda considerar ya no digo feúcha, sino ni siquiera normalilla. El caso es que Hank, que además se gasta una mala leche verbal que ríete tú del Dr. House, no actúa así porque sea un salido-obseso-adicto al sexo, como por lo visto sí que lo es Duchovny en la vida real. No, el actúa así porque tras romper con Karen (Natascha McElhone), la mujer a la que ha querido durante más de diez años y con la que tiene una hija en común, se le ha quedado el corazón más roto que a Falete. Porque en verdad de lo que habla Californication no es de sexo sino de amor: durante sus doce capítulos disfrutaremos de los desesperados intentos de Hank por recuperar el cariño de Karen. Y mientras tanto, irán desfilando lolitas chantajistas, secretarias complacientes y parejas aburridas en busca de nuevas sensaciones, además de toda la corte de amantes de Hank.


Pero si en en algún lugar reside el verdadero atractivo de la serie es, sin lugar a dudas, en la arrolladora personalidad de su protagonista principal, el borrachuzo y talentoso sinvergüenza al que da vida Duchovny perfectamente, un papel que le va como anillo al dedo y que le permite un mayor lucimiento que con el insensible y asexuado Mulder. Y eso sin olvidar la inteligencia y la calidad de sus diálogos y situaciones, con constantes referencias a la literatura y al hecho de escribir. Vamos, todos los elementos que se le pueden pedir a una buena serie: sexo, amor y literatura. Tal vez el único pero que le pueda poner es que según avanza la trama la personalidad de Hank se va diluyendo en la historia de amor y se vuelve menos ácida y menos ingeniosa. De todas formas, una serie altamente recomendable. Y a ver para cuándo la segunda temporada.



4 comentarios:

  1. Sí, ya, la manida excusa de que tiene el corazón destrozado para hacer lo que realmente ha deseado siempre. Todos soñáis con hacer lo mismo (sí, todos, generalizando que es gerundio).
    Claro, así una no tiene posibilidades, porque los "pavos" os creéis que todas tenemos que ser "pavas reales", esculturales como poco, pero cuando se trata de convivir encima queréis que os hagan la comida y os laven los calzoncillos y así no hay encanto que perdure. Yo también quiero quitarme el mal de amor con hombres cachas, guapos y que ni por el asomo puedan ser llamados normalitos o del montón, no te j...
    Y por supuesto, la personalidad se diluye, nadie puede mantener el ingenio eternamente, acaba desgastándose y repitiéndose, como un ajo fuerte que si deja de oler es para empeorarlo con el pestuzo a alcohol y sinvergonzonería.

    Es una serie de fantasías animadas de ayer y hoy, sin duda.

    Después de ver estas cosas te sentirás desgraciado, feo, pobre, tonto, inútil, sordomudo que no hace otra cosa más que (como Sakira). Le falta la música para ser perfecta, sin la que el trío sexo, amor y literatura pierde el ritmo.

    Un ramo de rosas rojas.

    Lazi.

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  2. No hay absolutamente nada de lo que has escrito que no pueda ser perfectamente aplicable a la mujeres. Así que lo siento, pero tus pruebas no prueban nada. Tendrás que afinar un poco más tus argumentos feministas, Lazi, si quieres convencerme.

    Por cierto, hazme caso y hechale un vistazo a la serie, creo que no te arrepentirás. Insisto, creo...

    Dos quintas partes de un silencio ensordecedor.

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  3. No es cierto, no es aplicable a las mujeres, al menos en lo de los calzoncillos.

    Seguro

    Y las otras tres de música, literatura y compañía.

    Lazi

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  4. Lo de los calzoncillos tiene también sus situaciones análogas y traducibles que tal vez sea mejor callar.

    Dos monorraíles o un birraíl.

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