sábado, 31 de enero de 2015

Super Spy, de Matt Kindt

 

Llevo rato planteándome qué voy a comentar sobre este tebeo. Elementos no faltan para ello; en mi muy modesta opinión estamos ante uno de los diez mejores tebeos de la década pasada. O de los cinco, si nos dejamos de falsas modestias. Por ejemplo podría elogiar el  planteamiento de Kindt, que recrea la II Guerra Mundial desde la optica, quizá no necesariamente novedosa pero sí menos frecuentada, de los servicios de inteligencia y su batalla por el control de la información. Batalla que, según señala la Historia, no resultó precisamente menor para el desenlace de la contienda.


O podría remarcar el perfecto equilibrio entre los relatos breves y la historia coral en la que se entretejen. Los dosieres, que pueden ser leídos en el orden que propone Kindt o, siguiendo su numeración, hacerlo en riguroso orden cronológico, constituyen unidades narrativas con la fuerza suficiente como para funcionar autónomamente, pero es en el conjunto donde hallan sin duda su pleno significado. En este sentido se me viene a la cabeza una comparación: al igual que el Monster de Urasawa, Super Spy está construido sobre la base de un puñado de relatos notables que por sí mismos serían razón suficiente para recomendar su lectura; a diferencia de aquel, con más agujeros que un queso émental, Super Spy no naufraga en la elaboración de una urdimbre general que preste sustento a las historias. El argumento es sólido, cohesionado y sin fisuras, aun cuando no siempre sea sencillo encajar todas las piezas del puzzle. Más incluso, gracias a la hábil dosifición de información por momentos el lector se siente parte  de esta trama de engaños  y traiciones: desconfía de todos y  tiene siempre puesto un ojo avizor en las sombras.  

 

Sí, podría hablar de ello y más,  pero lo que de verdad me entusiasma es mostraros la maravillosa versatilidad de estilos y diseños gráficos de la que hace gala Kindt. Acuarelas, claroscuros, dibujos abocetados, panorámicas de varias páginas, ilustraciones infantiles, tiras de prensa... Super Spy es un monumento inconmensurable a las posibilidades narrativas y estéticas del cómic.  

Lo diré una vez más: de lo mejor que se hizo en la década anterior. 

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