martes, 28 de noviembre de 2006

Del cine de antes, del buen cine

Me gustaría dedicarle una reseña a cada una de las películas que he visto últimamente , películas que sin duda merecerían mejor tratamiento, pero lo cierto es que no ando demasiado bien de tiempo –maldito trabajo que ni dignifica ni mierda ni na- y lo más que puedo hacer es una pequeña alusión. Tampoco es que vaya yo a descubrirle nada a nadie: supongo que a quien le guste el cine de verdad sabe más que de sobra que ya no se hacen películas como las de antes. Y es que resulta raro poder encontrar en los tiempos actuales obras que combinen el entretenimiento y la calidad cinematográfica como lo hacían aquellas películas en blanco y negro y un millón de grises que produjeron los grandes estudios norteamericanos en los años 40 y 50. Así que lo mejor es recurrir precisamente a estas películas.

En fin, voy con ellas:

-La ruta del tabaco: La única comedia que le recuerdo a Ford (bueno, exceptuando El hombre tranquilo) y una de las películas, de entre las suyas, que más me ha impresionado. Un retrato de la miseria y la crueldad a la que se ven abocados aquellos que ya no son de utilidad para el sistema que esta casi a la altura de Las uvas de la ira y que a pesar de su barniz humorístico no esconde la dureza de su tema.

-Cautivos del mal: Posiblemente el mayor y mas completo retrato que el cine ha realizado sobre el cine. Una película en la que sobresale un guión que merodea la perfección, que no olvida ninguno de los estamentos que componen la industria (actores, guionistas, directores, productores, grandes y pequeños estudios…) y que en ningún momento es complaciente con nadie. Y todo ello sin renunciar a la tensión dramática y con un sin fin de homenajes claramente reconocibles. Sin olvidarnos, claro, de la dirección de Minnelli o de la interpretación de Kirk Douglas.

-Un tranvía llamado deseo: Si Ford es el mejor director de western, si Hawks lo es de aventuras, Wilder de comedias y Allen el mejor director de películas de Allen, Kazan se lleva la palma al mejor director dramático de la historia. Nadie ha sabido imprimir la intensidad asfixiante que este hombre imprimió a sus dramas. Y si no, vease Al este del Eden, La ley del silencio, Esplendor en la hierba o cojan este tranvía llamado deseo. Es verdaderamente admirable como Kazan es capaz de estar a la altura de la pieza de William y bucear de su mano por los límites mismos de la condición humana. Y de paso crear iconos de la fuerza de ese Brando descamisado.


-El tesoro de Sierra Madre: Antes he dicho que Hawks es el director de aventuras por excelencias. Algo en lo que me reafirmo, pero pidiendo disculpas al bueno de Huston. Y es que resulta muy duro negarle tal honor a quien dirigió obras maestras del genero como El hombre que pudo reinar o El tesoro de Sierra Madre. Aventura esta últimas sobre buscadores de oro de ritmo endiablado y que resulta toda una alegoría sobre la ambición y la búsqueda de la felicidad en los lugares equivocados. El final no lo desvelaré, pero para quien conozca la obra de Huston tampoco le será difícil imaginarlo.

-Pather panchali (La canción del camino): Bueno, esta no es norteamericana, pero no desmerece en nada a las anteriores. Una muestra ejemplar de cómo sin grandes medios, sin grandes decorados, sin actores conocidos (pero si muy buenos) y sin artificios de ningún tipo también se pueden hacer obras extraordinaria. Eso sí, se requiere una gran sensibilidad y un gran talento. Como el de Satyajit Ray, capaz de hacer interesante algo que nos puede resultar en teoría tan ajeno como lo son las gracias y desgracias de una pobre familia hindú. Y es que al final hay algo que siempre nos hermana con cualquier ser humano de cualquier recóndito lugar: las mismas pasiones, los mismos anhelos, las mismas ilusiones y decepciones que en el fondo nos convierten en ello, en humanos.

Pues hala, ahí queda eso, cine del bueno en reseña de la mala.

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