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Parece que nos hemos puesto todos de acuerdo para nombrar unánimemente a la segunda entrega de
Nolan como el mejor film sobre
Batman jamás filmado. Bien, nada que objetar, salvo por una pequeña precisión. Esta no es una peli sobre el
hombre murcielago. Aceptado esto, parece también que en consecuencia todos coincidimos en que en esta ocasión el personaje del
mejor detective del mundo se ve eclipsado por la soberbia actuación de los secundarios, en concreto y fundamentalmente por ese
Joker sobrenatural que compone
Ledger como si se le estuviera yendo la vida en ello. Vale, pero con otra salvedad. Efectivamente
el caballero oscuro queda en un segundo plano, pero no tras la sombra del
Joker, sino tras la de
Harvey “Dos Caras” Dent, tras la figura de ese heroico fiscal del distrito que aterriza en
Gotham dipuesto a demostrar que el
superheroe de las orejas puntiagudas está de más, que es completamente prescindible. Esta es la gran revelación de
Dark Knigth: un héroe humano, que da la cara (aunque sea para que se la partan o se la quemen), que lucha desde la legalidad, desde el sistema, sin más poderes que los que le otorga su condición de funcionario público.
Dent es la autentica némesis del
terror del hampa; el buen ciudadano, el hombre de la calle que se opone con arrojo a deformidades tales como el
Joker… o como el mismísimo
azote de los criminales. Es algo en lo que insiste con acierto el film de
Nolan; el vengador de la noche y el
Joker no son sino fragmentos de una unidad que se complementan y en la que no es precisamente el
Joker la más culpable ni la más detestable. Pero
Dent es diferente. He ahí el meollo de la cinta y lo que la carga de una intensidad dramática y humana que la sitúa muy por encima del producto superheroico medio: la lucha de
Dent es la lucha del mundo cotidiano, del mundo tal y como lo conocemos por no perecer bajo la oscura capa de un ser tan monstruoso como la
rata con alas. Porque no podemos olvidar que lo que hace de
Gotham el lugar inhóspito que es, plagado de villanos pesadillezcos, no es otra cosa que la existencia del
mentor de Robin. Cuando
la contrapartida oscura de Superman aparece, en
Gotham no existían más que malhechores de tres al cuarto de los que mal que bien se ocupaba el cuerpo de policía. Pero después del
murcielago hipertrofiado… En fin, todos sabemos lo que vino después del
señor de la noche. Por ello
Dent se erige como una última oportunidad de salvación. Y cuando
Dent sucumbe, sucumbe con él cualquier posibilidad de que la ciudad gótica pueda convertirse algún día en una ciudad normal, si es que eso significa algo.
Y aunque aquí debería aun decir un montón de cosas profundísimas para que la reseña no se me quede cojita (es que
Batman es tan exigente desde un punto de vista intelectual que ni
Gustavo Bueno se atreve con él), lo cierto es que tengo hambre y me apetece enormemente pasar de todo, mandarlo a la merda (que diría
Fernán Gómez si hubiera sido galego) y hacerme una ensalada de naranjas. Vamos, que estoy cansado de tanta reseña inútil que a nadie va a aportar nada.
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