Si en alguna ocasión se han molestado en consultar cualquiera de las innumerables biografías y estudios que sobre mi vida y mi obra han ido aparecido en estos últimos años y que tan pomposamente se complacen en saberlo absolutamente todo sobre mi persona cuando, en verdad, no saben de la misa la media , es más que probable que hayan llegado a la conclusión de que mi debut literario se produjo allá por el setenta y siete con el asombroso éxito de crítica y ventas que fue "Haciendo surf entre los escombros" y que antes de ella no había escrito ni media línea. Si han buscado lo suficiente tal vez hayan tenido la suerte de encontrar algún manual que se atreva a especular con la posibilidad de que hubiera tenido yo, como cualquier escritor que se precie, un largo proceso de aprendizaje tras el cual me habría esmerado en destruir cualquier testimonio de mis primeros balbuceos e inseguridades. De todas formas no apostaría a ello el descanso de mis años próximo; aún son escasas las voces que así opinan y no pasan de ser mínimas y anecdóticas divergencias disueltas en un oceánico mar de consenso; en general tanto el mundo académico como los mentideros literarios han aceptado como cierta la hipótesis de que mi talento literario fue siempre y por naturaleza tan descomunal que sólo necesité, aunque fuera tardíamente, descubrir la vocación para empezar a escribir obras maestras. ¡¡Qué más quisiera yo!! La realidad es otra bien distinta; la realidad es que si hay algo de lo que he estado convencido durante toda mi vida es que jamás he poseído ningún don que merezca ser reseñado y menos que ningún otro, el de la creación narrativa. De hecho para cuando Ediciones Transcontinental se hizo cargo del manuscrito de "Haciendo surf" yo ya tenía en mi haber nada menos que siete novelas acabadas y casi medio centenar de cartas de rechazo dando fe de mi fracaso. Pero ya digo, de esto no encontrarán ni las cáscaras en el correlato oficial de mis andanzas literarias. Lo curioso de la cuestión es que si realmente tuve un largo periodo de aprendizaje, que lo tuve, no puedo asegurar que aprendiera gran cosa de él: mi destreza en el manejo de la palabra ha sido, aproximadamente, tan deficitaria e insuficiente antes y después de la escritura de "Haciendo surf". Por tanto los motivos de mi súbita eclosión literaria haríamos mejor en buscarlos en otros acontecimientos alejados del mero aprendizaje de unas técnicas y unos recursos que la justifiquen. Concretamente en las vicisitudes de mi primer accidente de tráfico.
¿De cuántas entregas va a ser el relato? ¿El accidente es el motivo por el que se "dispara" la valía del escritor?
ResponderEliminarNo sé de cuantas entregas constará, depende de lo inspirado que me encuentre. En principio no deberían ser demasiadas, tal vez cinco a lo sumo. Sí, boca, el accidente dispara la valía del escritor. Te adelanto, por ver si te engancho, que el relato es más bien de corte fantástico...
ResponderEliminarProbaste a hacer lo del enlace? Ya me dirás. Si me necesitas, silba.
ResponderEliminarOye, que me gusta como lo estás desarrollando. Mola.
Un partido ganado.
De momento no he tenido tiempo de probar. Pero no te preocupes, Lauren Bacall, si te necesito silbaré.
ResponderEliminarUn macarrón -uno solo- poco hecho.
jejejej, sin duda debe ser de corte fantástico, porque del mismo modo que muchos superhéroes consiguen sus poderes tras un hecho traumático, el escritor accede a su poder gracias a un accidente... y como dice el texto, los tenía latentes desde el principio de su vida... como su fuera el hijo de Superman esperando a que sus habilidades se dieran a conocer. jejejejeje
ResponderEliminarUn saludo.