miércoles, 9 de julio de 2008

Minireseña comiquera: La sartén por el mango, de Jaroslav Havle

Si el cómic checo es ya de por sí un completo desconocido por estos lares, qué decir de un autor como el mítico, misterioso y descorcentante Jaroslav Havle, que apenas escribió y dibujó un tebeo antes de abandonar el mundo del arte para dedicarse al estudio de la medicina natural. Así que no nos puede extrañar demasiado que una obra maestra de la talla y la envergadura de La sartén por el mango, que de pertenecer a cierto barbudo inglés que todos conocemos ya hubiera sido elevada a los altares, nos suene más a programa de cocina de la dos que a noveno arte. Y más si tenemos en cuenta que la última edición en castellano es del remotísimo y preconstitucional 1974.

La sartén por el mango es una obra de búsqueda, de despertar a los misterios insondables de la existencia, de iniciación agridulce en los placeres y en las heridas del amor. Hugo ha vivido sus primeros diez años cómodamente instalado en el seno protector de una acaudalada familia burguesa, pero tras la muerte de todos sus miembros en las revueltas que dieron origen a la Revolución Rusa no le quedará más remedio que abandonar precipitadamente su infancia y empezar a valerse por sí mismo. En esta situación angustiosa el muchacho entrará en contacto con una serie de personajes pintorescos que le irán desvelando la verdadera cara de la existencia: la pobreza, la miseria moral, la crueldad gratuita y la depravación sexual que asolan las calles de la Rusia comunista le darán la bienvenida en su nuevo status de adulto forzoso. Pero Hugo, rebosante de inteligencia, aprenderá pronto a mantenerse a flote entre dos aguas, cediendo lo justo para asegurar la supervivencia del cuerpo y revelandose sutilmente para asegurar la del alma. En este contexto se hace especialmente interesante la compleja relación de amor-odio que entabla con Amire, una hermosa joven que antaño fuera vecina de su familia y que ahora trabaja para los servicios secretos del Kremlin, para la temible KGB. Sin embargo lo que en principio debería ser un sencillo trabajo para la implacable Amire pronto se transformará, gracias a la inteligencia y al encanto de Hugo, en un apasionante juego de caza en el que no queda nunca claro quién es el depredador y quién la presa; en el que el enigmático mango de la sartén irá rotando de un extremo a otro llevando a ambos personajes hasta los límites últimos de su propia identidad. Finalmente, como no podía ser de otra manera, acabará por hacer acto de presencia la muerte, simbolizada en el suicidio involuntario del pastor Oblomov, con el que se da fin al vertiginoso toma y daca de los amantes enemigos. Una conclusión que hace pensar en el carácter destructivo de las relacionen humanas y en la imposibilidad de retener más que por un breve periodo de tiempo a los seres queridos.

Pero si por algo destaca verdaderamente el trabajo de Havle no es por otra cosa que por la poderosa impronta que deja su dibujo, capaz de combinar en cada viñeta la fuerza descontrolada de los colores y líneas de Kandinsky junto con la sencillez elegante, casi de infancia tierna, de Miró. Una gozada para los sentidos que nos obliga a preguntarnos que nuevas maravillas nos hubiera podido ofrecer este demiurgo en viñetas de no haber abandonado tan tempranamente su pasión por el cómic. Pero eso pertenece ya al limbo de los deseos imposible.

Puntuación: 11 (No me cabe en las escalas)

2 comentarios:

  1. Tiene muy buena pinta, es posible de encontrar?
    muchas gracias
    Miguel

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  2. Uff, me temo que no, creo que hace mucho que está completamente descatalogado. Además me parece que el régimen comunista se encargó de quemar los originales. Está muy chunga la cosa.

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