domingo, 14 de junio de 2009

El animal divino, el animal divino...


"En la tradición dos son los sentidos que se han atribuido al término Religión. Cicerón, en De natura deorum, II - 28, afirma que la religio proviene de relegere, en tanto que opuesto a neglere (descuidar); es decir, releer, cuidar o vigilar los ritos y libros tradicionales. Otra es la versión de Varrón, Lactancio (Divinae Institutiones IV-28) o San Agustín, que entienden la religión como religare, es decir, reunir o atar al hombre con Dios. Así, para el Obispo de Hipona el cristianismo era un progreso frente al delirio politeísta de Roma, como afirma en La ciudad de Dios. (...) En El animal divino, Gustavo Bueno ofrece una revolucionaria interpretación de lo que sean las religiones, tratando de descubrir cuál pueda ser el fondo de verdad que las anima, considerando a las religiones como un fenómeno social y cultural incontestable cuya importancia nadie puede subestimar. La tesis fundamental de este libro tiende a desvincular el lazo que las religiones superiores establecen entre Dios y la religión, para tratar de demostrar que la fuente de la religión no hay que ponerla en Dios o en los dioses, ni tampoco, por supuesto, en los hombres. (...) Las religiones brotan de una relación originaria de los hombres con otras entidades no humanas pero dotadas de percepción y de deseo, que se identifican, no con fantasmas (extraterrestres, demonios, ángeles) sino con ciertos animales que se enfrentan al hombre desde la época paleolítica y cuyo reflejo se encuentra en las pinturas rupestres de las cavernas (religión primaria). Estos animales representaban para el hombre paleolítico, y lo encarnaban realmente, el papel de númenes, es decir, de entidades que, sin ser humanas, eran, sin embargo, centros de voluntad y de entendimiento, entidades a las que había que engañar, rogar, obedecer o matar. "


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