Reconozco que la figura de Miller siempre ha suscitado en mí sentimientos encontrados y difícilmente reconciliables. Por un lado, me aburre y me cansa ese gusto casi obsesivo por la épica desaforada e infantil en la que tanto inciden sus tebeos. Por otro, admiro su inquietud artística y su constante búsqueda de nuevas formas expresivas.
En cuanto a lo primero, mi opinión es que los argumentos de Miller suelen cojear en su planteamiento, paseándose alegremente por los límites de la tontería y la estupidez con excesiva frecuencia. Sin hablar, claro esta, del hecho de que el de Maryland no sabe hacer otra cosa que superhéroes, por más que de vez en cuando los trate de disfrazar de algo distinto, como en el caso de Sin City o 300. Unos supeheroes que, aunque reconociendo que suelen ser algo más complejos e interesantes de lo que es habitual en el género, nunca llegan a representar genuinos arquetipos y conflictos humanos que los hagan acreedores de una mayor consideración (aquí podría admitir tres excepciones: el Batman de Año uno, el Daredevil de Born again y el Lobezno de la serie limitada Honor). En cuanto a lo segundo, no puedo más que quitarme el sombrero ante su inconformismo y su capacidad para renovarse una y otra vez. En esto Miller suele estar siempre muy por encima de los demás autores del mainstream, innovando constantemente tanto en la parte gráfica como con las estructuras narrativas.
Pues bien, Elektra lives again puede tomarse como muestra ejemplar de esta dicotomía en el hacer de Miller: un guión más bien tópico dentro del genero superheroico que aporta poco a lo ya hecho en la serie de Daredevil sirve de vehiculo para el lucimiento de una parte gráfica muy atractiva que resulta ser el punto fuerte de la obra.
En cuanto a lo primero, mi opinión es que los argumentos de Miller suelen cojear en su planteamiento, paseándose alegremente por los límites de la tontería y la estupidez con excesiva frecuencia. Sin hablar, claro esta, del hecho de que el de Maryland no sabe hacer otra cosa que superhéroes, por más que de vez en cuando los trate de disfrazar de algo distinto, como en el caso de Sin City o 300. Unos supeheroes que, aunque reconociendo que suelen ser algo más complejos e interesantes de lo que es habitual en el género, nunca llegan a representar genuinos arquetipos y conflictos humanos que los hagan acreedores de una mayor consideración (aquí podría admitir tres excepciones: el Batman de Año uno, el Daredevil de Born again y el Lobezno de la serie limitada Honor). En cuanto a lo segundo, no puedo más que quitarme el sombrero ante su inconformismo y su capacidad para renovarse una y otra vez. En esto Miller suele estar siempre muy por encima de los demás autores del mainstream, innovando constantemente tanto en la parte gráfica como con las estructuras narrativas.
Pues bien, Elektra lives again puede tomarse como muestra ejemplar de esta dicotomía en el hacer de Miller: un guión más bien tópico dentro del genero superheroico que aporta poco a lo ya hecho en la serie de Daredevil sirve de vehiculo para el lucimiento de una parte gráfica muy atractiva que resulta ser el punto fuerte de la obra.
De esta manera el cómic incide una vez más en la ya típica obsesión de Matt Murdock por Elektra, su amor de juventud y enemiga de madurez, entremezclando un pesado batiburrillo de elementos psicológicos –por momentos la historia vive en la mente del abogado ciego-, románticos -esa nueva despedida de los amantes-, de artes marciales -cómo no, con la Mano de por medio- y sobre todo tétricos -muertos, muertos, muchos muertos-. Y es que como declara el propio Miller al respecto, estamos ante “una historia de amor en una pesadilla, un romance exótico, oscuro, horrible y psicológico… una historia de terror”. Pero Elektra lives again es fundamentalmente la irónica forma en la que su autor se dicidió a protestar por el trato dado por parte de la casa de las ideas a su personaje más afortunado y memorable, al que habían querido resucitar sin su consentimiento y contra su voluntad. Miller llena así sus páginas de muertos resucitados que vuelven a la vida para perderla una vez más y lo adereza con la preceptiva iconografía católica: un gesto cargado de sarcasmo con el que pretende fijar de una vez por todas y para siempre la muerte de su tan traída y llevada Elektra (“…puedes volver a vivir mil veces y pasaría siempre lo mismo”).
Aún así -lo dije antes- lo realmente destacable del cómic es su muy sugerente narrativa gráfica, que recuerda poderosamente a la del mítico Dark Knight y que contiene los que son, posiblemente, los mejores dibujos de Miller en su carrera a los lápices. Además de los ya habituales colores de Lyn Varley, tan espectaculares como siempre. Es decir, un intenso placer para la vista.
Resumiendo, un cómic ameno e intrascendente que bien vale para pasar un ratito entretenido. Por lo tanto, y según mi recién desvelado baremo, le corresponde una puntuación de…
Puntuación: 7
Aún así -lo dije antes- lo realmente destacable del cómic es su muy sugerente narrativa gráfica, que recuerda poderosamente a la del mítico Dark Knight y que contiene los que son, posiblemente, los mejores dibujos de Miller en su carrera a los lápices. Además de los ya habituales colores de Lyn Varley, tan espectaculares como siempre. Es decir, un intenso placer para la vista.
Resumiendo, un cómic ameno e intrascendente que bien vale para pasar un ratito entretenido. Por lo tanto, y según mi recién desvelado baremo, le corresponde una puntuación de…
Puntuación: 7
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