No sabría decir si la película es buena, mediocre o una americanada más. Podría decir de ella que no me gustó nada en su momento y que sin embargo la segunda vez que la vi no me desagradó tanto como temía; que me atrae la tristeza y la confusión que destilan los personajes y la trama; que no me agradan sus coqueteos con la comedia y con un sentido del humor que no termina de cuajar, o que en especial me resulta decepcionante ese final de compromiso que pretende quedar bien con todos. Pero por encima de todo tengo claro que ni sus virtudes ni sus defectos son más dignos de alabanza o de enojo que de olvido. Y no obstante hete aquí que pese al mucho tiempo que ha transcurrido desde la primera vez que la ví, nunca he podido deshacerme de la profunda impresión que me causó esa sentencia lapidaria, ese mazazo en el centro neurálgico del ego que es la frase que pronuncia Michael Douglas y que debería figurar como la primera lección a aprender por cualquier aspirante a escritor que se precie: los libros no significan nada para casi nadie...
Buena frase, y es más añadiría ni los libros ni los blogs.
ResponderEliminarUna sonrisa
Es lo que tiene la gente, están todos obsesionados con la filosofía y la mecánica cuantica y así es imposible que le hagan caso a la literatura o a los blogs. Ellos se lo pierden.
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