sábado, 5 de mayo de 2007

Ventiladores Clyde, de Seth

Vuelvo al cómic y lo hago coincidiendo con mi primer acercamiento a la obra de Seth, autor del que hasta el momento, y a pesar de las magníficas referencias, aun no había leído absolutamente nada. Una elección que, si se piensa un poco, resulta bastante oportuna para un blog que tiene por costumbre y vicio mirar más al pasado que al presente. Y es que como ya se ha dicho en muchas ocasiones y en muchos otros sitios, Seth es el autor de la nostalgia por excelencia. Por excelencia y por la excelencia de sus obras.

Y la verdad es que la primera impresión no puede ser mejor: Seth no decepciona y nos sirve un tebeo audaz en su forma, estructurado en dos partes que resultan ser la antítesis, la némesis y el contrapunto perfecto la una de la otra: la primera, ambientada en un presente más o menos cercano -1997, para ser exactos-, es el elocuente monólogo de un anciano, de un hombre seguro de si mismo que ha vivido en armonía con su mundo y que ya en el final de su vida repasa con nostalgia las que fueron las claves de la misma, una historia en la que apenas se nos muestran los hechos nimios que forman su cotidianidad sin que jamás veamos nada de lo que nos es referido; la segunda parte, por el contrario, anclada en el pasado, realiza el lacónico seguimiento de las andanzas comerciales de un joven tímido, hermano del anciano protagonista de la primera parte, que a diferencia de aquel es incapaz de encontrar su lugar en el mundo y del que trata de escapar a toda costa, bien ya sea a través de la imaginación o, en lo que supone una huída hacia delante, enfrentándolo de cara. Seth pone así de manifiesto dos formas bien diferenciadas de estar y relacionarse con el mundo: la extrovertida del primer hermano, que toma como base de operaciones -y para decirlo de alguna manera- la realidad objetiva, que la acepta y trata de aprender sus reglas para así poder jugar en las mejores condiciones, frente a la del segundo hermano, la introvertida, la de quien rechaza por completo esta misma realidad para volcarse más en su propia verdad; que no aprende el juego sino que sueña con cambiarlo. De esta forma la figura del comercial, el famoso viajante, se convierte en la excusa ideal para reflexionar sobre el carisma personal y las consecuencias del mismo. O como se dice en la primera parte, del hecho de que el principal producto de un vendedor sea él mismo. Al fin y al cabo, todos somos, en sociedad, nuestro principal producto, y de nuestra habilidad para vendernos a los demás depende el que le saquemos mayor o menor provecho a la vida.

Mención aparte merece el ritmo suave, envolvente y evocador que consigue imprimirle Seth al relato. Ya he insistido en esto en otras ocasiones, pero lo volveré a hacer aquí: frente a la narrativa desarrollada por Eisner en sus novelas gráficas, basada en la agilización del ritmo mediante la supresión de cualquier elemento que pueda resultar superfluo y la eliminación del marco de las viñetas para conseguir aumentar la sensación de fluidez, llegando casi al extremo de convertir cada dibujo en una escena, yo prefiero, y con mucho, una concepción del cómic más cercana a la de Seth, que llena sus páginas de viñetas con detalles insignificantes que si bien no aportan necesariamente nada a lo que se esta contando, si que consiguen introducir al lector en su mundo y hacer que este vea realmente lo que esta sucediendo. Esta es sin duda la forma de narrar que más se apróxima a lo que entiendo ha de ser un cómic; estos son, en definitiva, los comics que a mí me agradan más. Y para muestra de este buen hacer de Seth, un botón: obviando las innumerables páginas mudas o con escasos textos de la segunda parte, justificadas por el carácter introvertido del personaje, que hace necesaria una narración más contemplativa, llama poderosamente la atención el inicio de la historia, la del hermano dicharachero, en la que el primer texto no aparece hasta la quinta página, y esto tras 24 silenciosas viñetas dedicadas las 16 primeras a mostrar el amanecer de un nuevo día en la vida del personaje y las 8 siguientes al despertar de este. Algo impensable en la narrativa post Spirit del maestro Eisner, quien posiblemente lo hubiera resuelto en apenas dos dibujos; plano general del edificio y primer plano del rostro del personaje despertando. Y todo lo demás, al tintero.

Pues nada, un relato, como era de esperar por la fama de su autor, cargado de la melancolía por el mundo perdido, en un caso, y por el mundo no ganado en el otro; una historia llena de pausas y silencios que agradará a los que gustan de las narraciones más intimistas y desesperará a los que prefieren las páginas cargadas de acción. Yo, que me apasiono hasta con las pelis de Rohmer, me cuento entre los primeros.

Puntuación: 9


4 comentarios:

  1. Tiene buena pinta. Yo leí "La vida está bien si no te rindes" y me gustó mucho ese tono nostálgico de Seth, que entiendo mejor ahora que veo su foto, ¡Parece salido de los años 30!

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  2. De hecho tiene algunas fotos en las que es identico al hermano inadaptado de Ventiladores Clyde.

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  3. Bueno... estoy de acuerdo contigo en que Eisner anula ciertas partes de las viñetas que puede considerar prescindibles a la hora de narrar una historia, de hecho estoy encantado con aquellos dibujantes/escritores (George Pérez y Alan Moore, por poner ejemplos en cada campo) que describen las situaciones con detalles que no tienen relevancia, lo cual refleja un trabajo mucho más elaborado por parte de uno, de otro o de ambos. A favor de Eisner quisiera decir que ideó la primera "novela gráfica" de la historia, y para poder publicarla tuvo que olvidar ciertos elementos que ahora se nos hacen imprescindibles a la hora de narrar una historia, es cierto, sin embargo que todo es mejorable y sobre todo la obra de Eisner, aunque por mi parte debo señalar que no soy precisamente una persona muy versada en su obra, ya que sólo he leído lo que llaman "la trilogía" y me faltan capítulos importantes de su obra, sobre todo Spirit, que leeré espero no dentro de mucho.
    Espero poder contrastar tus opiniones con más conocimiento de causa dentro de poco.
    Por cierto... a mi me encantan las páginas llenas de acción, sobre todo si son buenas páginas llenas de acción, como me gustan las páginas melodramáticas cuando son buenas o me gustan las páginas llenas de humor cuando son buenas... todo en su momento y con su dosis adecuada.

    Saludos!!!!!

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  4. …Eisner anula ciertas partes de las viñetas que puede considerar prescindibles a la hora de narrar una historia…

    Sí, es cierto, suele prescindir tanto del marco de la viñeta como de los fondos. Pero no es a eso a lo que me refiero. Me refiero a que Eisner tenía en sus novelas gráficas la costumbre de reducir al mínimo el número de viñetas, eliminando todas esas viñetas que si bien no son estrictamente necesarias para la narración, si que lo pueden ser para dosificar el ritmo y para crear una atmósfera. La sensación que tengo siempre con sus comics es que no vemos la historia, sino que alguien nos la cuenta, además de una forma precipitada, y que los dibujos son más que nada ilustraciones para acompañar la voz.

    …A favor de Eisner quisiera decir que ideó la primera "novela gráfica" de la historia, y para poder publicarla tuvo que olvidar ciertos elementos que ahora se nos hacen imprescindibles a la hora de narrar una historia…

    Eisner inventó el término –un poco pedante, la verdad- pero no el concepto. La “novela gráfica” ha existido toda la vida y lo que hizo Eisner es popularizar en EE.UU. un formato que es equivalente en cierta medida al típico álbum europeo. ¿O es que cualquier aventura de Tintín no es en sí una novela gráfica? Después de todo, la esencia de la novela gráfica no es más que la de aumentar el número de páginas con respecto al de los cómic book y cambiar la interminable continuidad por la autoconclusión. Nada demasiado original.

    Ahora, eso de que tuvo que olvidar ciertos elementos… Uff, que quieres que te diga, Eisner narra así porque quiere, por una decisión creativa muy consciente, en mi opinión. Y equivocada, también en mi opinión.
    Como yo lo veo, la cosa es así: Eisner, que tenía gran vocación artística –o si no lee su charla con el bueno de Miller y comprueba de que habla uno y de que el otro (de dinero Miller y de formas narrativas Eisner) en su deseo por dominar el arte narrativo de los comic, y una vez desarrollados todos los recursos dable a desarrollar en The Spirit, se centra en la búsqueda de la mejor forma de emplear esos mismos recurso; quiere que todo lo que aparezca en sus historias esté completamente justificado. Es lo que se denomina economía de medios. Pero en mi opinión –siempre en mi opinión- se le va la mano y desequilibra totalmente el ritmo de sus narraciones: acaba contando historias demasiado densas en demasiado poco espacio. La consecuencia es que en sus comics apenas existe un presente duradero, porque la acción prácticamente nunca se detiene en ningún momento, sino que salta una y otra vez. Curiosamente la narrativa que desarrolla en las novelas gráficas es todo lo contrario de la que convirtió su nombre en fundamental en la historia del noveno arte. Spirit es un cómic extraordinariamente visual, donde el hilo conductor de la narración lo marcan las imágenes. Además –aquí si debido a las restricciones del formato- Eisner supo concentrar el tiempo y el espacio de sus historias, que se producen por lo general en un escenario casi teatral, muy reducido (ver El ascensor, por ejemplo) y con una duración más bien breve (ver Diez minutos). De esta forma si que se tiene la sensación de que las cosas están sucediendo ante tus ojos. Sin embargo, las novelas gráficas, al contrario, no son nada visuales, sino que en verdad evocan a las narraciones orales. Fíjate, por ejemplo, en el inicio de Contrato con Dios, en las primeras 20 páginas quien lleva el peso de la historia es la voz del narrador, y no los dibujos, que aun siendo de gran fuerza dramática, en verdad no son otra cosas que ilustraciones añadidas. De hecho, no tenemos una página completamente muda, es decir centrada exclusivamente en la imagen, hasta la 25. Y si seguimos haciendo cuentas, nos
    salen apenas 37 viñetas en estas 20 primeras páginas. Ni dos viñetas por páginas. Y esto es así en todas sus novelas gráficas. Lo que te digo, que en los comics de Eisner se oye, pero no se ve na de na. Y eso a mí no me gusta. Porque el cómic, aun aceptando cualquier recurso que se pueda utilizar esporádicamente por necesidades de la historia, como pueda ser darle la batuta de vez en cuando a un narrador para que acelere en determinados momentos la velocidad de la narración –como hacia magníficamente Tezuka, por ejemplo- debe ser principalmente, es mi concepción de los comics- visual. Y repito, los de Eisner no lo son.
    En fin, me he quedado agusto.

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