"La desconstrucción (...) consiste en mostrar cómo se ha construido un concepto cualquiera a partir de procesos históricos y acumulaciones metafóricas (...)"
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Cuando se habla de la obra superheroica de Moore, y aquí, en este humilde rincón, no es que se haga con demasiada frecuencia, pero si hay que hacerlo, se hace, resulta muy socorrido acudir a la ya clásica división de su carrera en dos etapas bien diferenciadas: la de la deconstrucción del género, o lo que es lo mismo, la de Miracleman, La Cosa del pantano, V de Vendetta , Watchmen o La broma asesina, y la de la reconstrucción de ese mismo universo de mallas y colorines, o por alusiones, la de 1963, Supreme, El día del juicio o toda la línea ABC. Además no es menos corriente hacer acompañar esta división con la matización de que mientras la primera se corresponde con el grueso de sus grandes obras maestras, la segunda lo hace con la de las obras firmadas por el piloto automático de Moore y no por el propio Moore. Sin embargo cada vez tengo más claro que una revisión atenta y cuidadosa -que por supuesto yo no he hecho- de toda su obra debería poner patas arriba y dejar moribundas ambas afirmaciones: la primera porque me da a mí que la verdadera fase de deconstrucción del género no empieza donde dicen todos los manuales al uso que empieza, sino precisamente donde se supone que acaba; y la segunda, porque la diferencia profunda entre ambas etapas no se encuentra en la pérdida de interés por parte de Moore y la consiguiente y consecuente disminución de calidad, sino en el desarrollo de unos planteamientos, un enfoque y unos objetivos radicalmente distintos.
Voy a tratar de explicarme. A pesar de todo lo que se ha dicho y escrito al respecto, incluso de lo que yo mismo he dicho y escrito aquí; a pesar de que sean obras que indudablemente invitan, por complejidad y profundidad, al análisis y la reflexión y de que seguramente ni Moore estaría de acuerdo con lo que voy a exponer, creo, y estoy firmemente convencido de ello, que Miracleman, V de Vendetta, La Cosa del pantano, Watchmen o La broma asesina no tienen por propósito fundamental, como se suele aceptar, la deconstrucción del género como tal; no son ensayos sobre los mecanismos, resortes, formas, temas y personajes del universo superheroico, no buscan el despiece de -y la ruptura con- lo que se había hecho hasta entonces, sino que por el contrario ofrecen su propia aportación al mismo, la de una visión muy personal que sin embargo es elaborada siempre desde el conocimiento, el respeto y la aceptación de sus tradiciones y convenciones, a las que integra y da continuidad e incluso ayuda a evolucionar. Eso sí, hasta unos límites tales que las deja casi irreconocibles. Porque la intención que guía el esfuerzo de Moore en ésta primera etapa, y he aquí la primera parte de mi tesis, no es otro que narrar y explorar; buscar las fronteras y las consecuencias últimas de lo que puede ser contado usando como vehículo de expresión el género de los superheroes. Pero ojo, sin salirse de él.
Sin embargo, una vez alcanzado ese límite, o al menos su propio límite, Moore se decide a emprender, ahora sí -y esta es la segunda parte de mi tesis- la labor de deconstrucción. Como ya he dicho, hasta entonces se había ceñido a la tarea de contar las mejores historias de las que era capaz con el material que le habían puesto entre las manos, pero a partir de 1963 -el cómic, no el año- la orientación de su trabajo va a sufrir un giro radical, de tal modo que comparada con su etapa anterior acaso pueda llegar a parecer un paso atrás en su progresión, como si efectivamente hubiera puesto el piloto automático y se contentara con crear historias convencionales de superhéroes al uso a las que sólo su inmenso talento salvan de caer en la más absoluta vulgaridad. Mas insisto, creo que considerarlo así sería un tremendo error. Porque tras la aparente simplicidad de los seis números que componen 1963, Moore nos ofrece por primera vez un inventario detallado de las claves sobre las que se asienta todo el universo Marvel: el terror comunista, el patriotismo exacerbado, la amenaza nuclear, la mitología clásica, los sueños adolescentes y la fantasía cientificista se aúnan en esta serie inconclusa para dejar al descubierto el molde en el que se forjaron iconos de la talla de Spiderman, el Capitán América, los Vengadores, los Cuatro Fantásticos, Hulk o Silver Surfer. Una labor de análisis que encontrará continuación en las páginas de Supreme, dónde le tocará pasar revisión al mito por excelencia, el de Superman. Pero Moore va a ir un paso más allá y Supreme no sólo constituirá la deconstrucción del mundo de ficción del hombre de acero sino que en ella comienza a intuir y a ensayar una formulación, la de las maneras en que ficción superheroica y realidad, realidad y ficción superheroica se entrelazan, que después retomará y ampliará en El día del juicio, donde la reflexión es elevada hasta el marco de las relaciones entre realidad y ficción sin más. O más tarde, siendo muy benevolos conmigo y mis teorías, entre superhéroes y otras formas de ficción en La liga de los caballeros extraordinarios.
Un proceso de reflexión y análisis que nos lleva de cabeza hasta los episodios de su obra más descaradamente discursiva y menos narrativa, el ensayo, el análisis y la deconstrucción - no la reconstrucción- hechos tebeo: Promethea. Sin duda es Promethea el final de un camino, el iniciado con 1963, del que tirando tirando Moore ha acabado por elaborar nada menos que una teoría general de la realidad, tal vez el compendio de su filosofía personal, a la que da cuerpo en forma de cómic de superhéroes. Una obra que, además de constituir la culminación de su verdadera etapa de reflexión, no desmerece en grandeza, calidad y esmero a ninguna de las de la primera etapa.
Pues nada, que así veo yo el tema.
Cuando se habla de la obra superheroica de Moore, y aquí, en este humilde rincón, no es que se haga con demasiada frecuencia, pero si hay que hacerlo, se hace, resulta muy socorrido acudir a la ya clásica división de su carrera en dos etapas bien diferenciadas: la de la deconstrucción del género, o lo que es lo mismo, la de Miracleman, La Cosa del pantano, V de Vendetta , Watchmen o La broma asesina, y la de la reconstrucción de ese mismo universo de mallas y colorines, o por alusiones, la de 1963, Supreme, El día del juicio o toda la línea ABC. Además no es menos corriente hacer acompañar esta división con la matización de que mientras la primera se corresponde con el grueso de sus grandes obras maestras, la segunda lo hace con la de las obras firmadas por el piloto automático de Moore y no por el propio Moore. Sin embargo cada vez tengo más claro que una revisión atenta y cuidadosa -que por supuesto yo no he hecho- de toda su obra debería poner patas arriba y dejar moribundas ambas afirmaciones: la primera porque me da a mí que la verdadera fase de deconstrucción del género no empieza donde dicen todos los manuales al uso que empieza, sino precisamente donde se supone que acaba; y la segunda, porque la diferencia profunda entre ambas etapas no se encuentra en la pérdida de interés por parte de Moore y la consiguiente y consecuente disminución de calidad, sino en el desarrollo de unos planteamientos, un enfoque y unos objetivos radicalmente distintos.
Voy a tratar de explicarme. A pesar de todo lo que se ha dicho y escrito al respecto, incluso de lo que yo mismo he dicho y escrito aquí; a pesar de que sean obras que indudablemente invitan, por complejidad y profundidad, al análisis y la reflexión y de que seguramente ni Moore estaría de acuerdo con lo que voy a exponer, creo, y estoy firmemente convencido de ello, que Miracleman, V de Vendetta, La Cosa del pantano, Watchmen o La broma asesina no tienen por propósito fundamental, como se suele aceptar, la deconstrucción del género como tal; no son ensayos sobre los mecanismos, resortes, formas, temas y personajes del universo superheroico, no buscan el despiece de -y la ruptura con- lo que se había hecho hasta entonces, sino que por el contrario ofrecen su propia aportación al mismo, la de una visión muy personal que sin embargo es elaborada siempre desde el conocimiento, el respeto y la aceptación de sus tradiciones y convenciones, a las que integra y da continuidad e incluso ayuda a evolucionar. Eso sí, hasta unos límites tales que las deja casi irreconocibles. Porque la intención que guía el esfuerzo de Moore en ésta primera etapa, y he aquí la primera parte de mi tesis, no es otro que narrar y explorar; buscar las fronteras y las consecuencias últimas de lo que puede ser contado usando como vehículo de expresión el género de los superheroes. Pero ojo, sin salirse de él.
Sin embargo, una vez alcanzado ese límite, o al menos su propio límite, Moore se decide a emprender, ahora sí -y esta es la segunda parte de mi tesis- la labor de deconstrucción. Como ya he dicho, hasta entonces se había ceñido a la tarea de contar las mejores historias de las que era capaz con el material que le habían puesto entre las manos, pero a partir de 1963 -el cómic, no el año- la orientación de su trabajo va a sufrir un giro radical, de tal modo que comparada con su etapa anterior acaso pueda llegar a parecer un paso atrás en su progresión, como si efectivamente hubiera puesto el piloto automático y se contentara con crear historias convencionales de superhéroes al uso a las que sólo su inmenso talento salvan de caer en la más absoluta vulgaridad. Mas insisto, creo que considerarlo así sería un tremendo error. Porque tras la aparente simplicidad de los seis números que componen 1963, Moore nos ofrece por primera vez un inventario detallado de las claves sobre las que se asienta todo el universo Marvel: el terror comunista, el patriotismo exacerbado, la amenaza nuclear, la mitología clásica, los sueños adolescentes y la fantasía cientificista se aúnan en esta serie inconclusa para dejar al descubierto el molde en el que se forjaron iconos de la talla de Spiderman, el Capitán América, los Vengadores, los Cuatro Fantásticos, Hulk o Silver Surfer. Una labor de análisis que encontrará continuación en las páginas de Supreme, dónde le tocará pasar revisión al mito por excelencia, el de Superman. Pero Moore va a ir un paso más allá y Supreme no sólo constituirá la deconstrucción del mundo de ficción del hombre de acero sino que en ella comienza a intuir y a ensayar una formulación, la de las maneras en que ficción superheroica y realidad, realidad y ficción superheroica se entrelazan, que después retomará y ampliará en El día del juicio, donde la reflexión es elevada hasta el marco de las relaciones entre realidad y ficción sin más. O más tarde, siendo muy benevolos conmigo y mis teorías, entre superhéroes y otras formas de ficción en La liga de los caballeros extraordinarios.
Un proceso de reflexión y análisis que nos lleva de cabeza hasta los episodios de su obra más descaradamente discursiva y menos narrativa, el ensayo, el análisis y la deconstrucción - no la reconstrucción- hechos tebeo: Promethea. Sin duda es Promethea el final de un camino, el iniciado con 1963, del que tirando tirando Moore ha acabado por elaborar nada menos que una teoría general de la realidad, tal vez el compendio de su filosofía personal, a la que da cuerpo en forma de cómic de superhéroes. Una obra que, además de constituir la culminación de su verdadera etapa de reflexión, no desmerece en grandeza, calidad y esmero a ninguna de las de la primera etapa.
Pues nada, que así veo yo el tema.
me he perdido en "algunas"
ResponderEliminardesde el título, vamos
no sé si hablas de un tebeo o de un taller, con tanto deconstruir y reconstruir... cuánto daño han hecho las lecturas de lectores de lectores de derrida, zeusmío
moore me gusta
lo que más, promethea
si lo pienso como tebeo
y no como la paja mental
que invita a que se hagan los
críticos
de todos modos
lo que dices
es interesante
para discutirlo
con un par de cervezas
en un bar y tal
en otra ocasión
***
shlm
Va, no te tomes en serio absolutamente nada de lo que leas aquí; es todo pose. Ya te iras acostumbrando si te pasas de vez en cuando por mi humilde chozo.
ResponderEliminarEn otra ocasión...
haré algo
ResponderEliminarya soy follower-twitter-twitter-follower-twitter
tuya
(creo)
(es que el widget de followeadores
aparece y desaparece
del navegador)
mejor te enlazo
y te sigo vía feedeador
(um
yo me entiendo
creo)
(es que el widget de neuronas
aparece y desaparece
de mi jeta)
***
shlm
besico
talueg