Pipas de girasol

Comentaba el otro día con los compañeros de trabajo la enorme capacidad adictiva que ejercen sobre nosotros esos frutos secos del diablo que son las pipas de girasol. Y es que si se piensa, resulta que son el complemento ideal para casi cualquier espectaculo: son relativamente baratas, fáciles de transportar y de esconder -un paquete normal cabe perfectamente en el bolsillo de un abrigo medio- y muy sabrosas. Todo ello las hacen ideales para el furbol, para el cine, para ver la tele en casa, para el circo, para el ballet, para la opera, para el show de sexo en vivo... bueno, es posible que para alguno de estos espectaculos no sea del todo recomendable -para el cine van mejor las palomitas-.

Además cuentan con gran variedad de tipos y de marcas: que si las de agua, las de sal, las de tamaño grande, las de tueste con leña, las peladas... las Grefusa, las Facundo, las Borges, las del Dia...

Pues bien, a pesar de lo polémico del tema y de que posiblemente pierda muchas amistades por ello, pienso posicionarme y anunciar públicamente que mis pipas favoritas son las G de Grefusa con sal. Ya sé que muchos prefieren las Facundo (al menos conozco a una persona de la campiña sur extremeña que se declara partidaria de ellas), pero lo siento, la calidad y frescura de las de Grefusa son incomparables.

Ala, así que ya lo sabeis, si alguna vez os molesta en la opera el crujir de pipas de girasol, no tengais dudas, soy yo con mi G de Grefusa con sal.