Supongo que como la mayoría de los jovenes idealistas de mi generación -en las generaciones actuales parece que ya no quedan- durante un breve periodo de mi vida tuve que pasar, como se pasa la gripe o la varicela, por el virus del comunismo. Es algo que, por suerte, hoy día tengo por superado, de lo que ni me averguenzo ni me enorgullezco, pero de lo que sí que no tengo más remedio que reconocer que me ha dejado secuelas. Y secuelas preocupantes: he cogido el gusto por el revisionismo.
Os cuento todo esto, además de para llenar lineas y engordar un post que de por si no tiene excesivo interes, para advertiros de que tengo la intención de practicar en este blog lo que podríamos denominar como revisionismo ficticio. Es decir, que es muy posible que os encontreis en más ocasiones de lo que debería ser normal, y sin aviso previo alguno, con variaciones sustanciales de mis reseñas ya publicadas, y con ellas, de las valoraciones de las ficciones reseñadas. Así que, obrando en consecuencia, os recomendaría que repasarais de tanto en tanto las entradas que creías ya leídas: podeis encontraros con sorpresas.
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