martes, 28 de febrero de 2006

Truman Capote


"Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio”

De esta guisa se describía Truman Capote a sí mismo en Música para camaleones. Una descripción precisa pero incompleta, porque Capote, además de esto era también otras muchas cosas más: el pueblerino que creció en lo más aislado de la América profunda y que sin embargo supo vencer los obstáculos que ello le acarreó para acabar conquistando los más refinados ambientes neoyorquinos o el hombre dotado de una extraordinaria sensibilidad pero incapaz de amar a nadie más que a si mismo. Y es que si la observación minuciosa de la de vida de cualquier persona se transforma inevitablemente en una sucesión de luces y sombras, más aun lo será si el objeto de nuestra investigación es un personaje de la desmesurada complejidad de Truman Capote.

Una desmesura que, por otra parte, invitaba a pensar en una interpretación pasada de rosca y en un film de tono excesivo. Sin embargo, lo cierto es que por una vez, y sin que sirva de precedente, los magnates de Hollywood –esos seres que se caracterizan por tener una caja registradora donde los demás mortales tenemos el corazón- han sabido renunciar al espectáculo fácil para crear una película que basa sus virtudes precisamente en la más que ajustada interpretación de Philip Seymour Hoffman, amanerada, como no podía ser de otra forma, pero contenida (para apreciarla en su justa medida es aconsejable verla en su versión original) y en un sólido e inteligente guión que no carga las tintas sobre los capítulos más escabrosos y sensacionalistas de su vida, sino que se sirve del proceso de creación de su más conocida novela – A sangre fría- como única coartada para presentarnos un retrato profundo y complejo del ser humano. Y es que Truman Capote es más una película sobre la gestación de la novela que una biografía del propio escritor.

Y sin embargo no por ello el film de Bennett Miller deja de mostrarnos los abismos a los que el escritor se enfrenta llevado por sus irresolubles contradicciones. Se nos muestra a un Capote de una sensibilidad acerada, capaz de producir páginas de una belleza exuberante y de una egolatría no menos acerada, incapaz de interesarse en el caso de Perry Smith más que por cuanto de sí mismo puede reconocer en él. Capote se ve reflejado en Perry como si de un espejo roto se tratará; sabe que su vida podría haber sido la de Perry y de Perry la suya. Con todo, llegado el momento, ese interés se desvanece, quedando únicamente el deseo del escritor por que la historia llegue a su fin y recoger así los frutos de su trabajo.

En fin, una película más que interesante que bien vale lo que os pidan por la entrada.


1 comentario:

  1. La pelicula es cierto que tiene que ser vista en versión original, ya que en la caracterizacion es fundamental la forma, el ritmo, el tono, el acento de la voz de Capote.

    A mi personalmente me ha encantado la película, me ha sorprendido, pues esperaba una autobiografía al mas puro estilo; actores de alto nivel y en general muy contento

    ResponderEliminar